El impacto en la Iglesia local de la pugna por la sucesión que avanza en el Vaticano

El impacto en la Iglesia local de la pugna por la sucesión que avanza en el Vaticano

La misa de García Cuerva habló de orfandad. Las dudas que invaden al clero argentino sobre cómo administrar la relación con el gobierno de de Javier Milei en esta nueva etapa.

 

Por: Claudio Mardones

@mcmardons

«Lloramos porque no queremos que la muerte gane. Lloramos porque se murió el padre de todos, porque ya sentimos en el corazón su ausencia física. Lloramos porque nos sentimos huérfanos, porque no terminamos de comprender ni dimensionar su liderazgo mundial», leyó el arzobispo porteño Jorge García Cuerva en el comienzo de la homilía que ofreció este sábado desde la puerta de la Catedral Metropolitana. Fue después de seguir en vivo las exequias y el entierro del papa Francisco en el Vaticano. Tal como le pasó a Mario Poli a partir de 2013, al actual arzobispo le toca jugar con la misma camiseta que tuvo Jorge Mario Bergoglio hasta que fue electo papa el 13 de marzo de 2013. Con su muerte como sumo pontífice, ese proceso histórico concluyó el lunes pasado. Este lunes comenzará otro, mucho más enigmático: un nuevo cónclave elegirá a su sucesor.

El febril puente aéreo Buenos Aires – Roma que fluyó hasta la muerte de Francisco se ha cortado. Es posible que en el Vaticano no haya un nuevo papa latinoamericano. La misma Iglesia argentina que durante los últimos 12 años estuvo muchas veces a la derecha de Bergoglio ahora ha quedado huérfana. Deberá reconstruir su liderazgo, mientras sus obispos tratan de administrar la relación con el gobierno de Javier Milei en su segundo año de mandato. Sucede en medio de una creciente crisis social por el efecto del ajuste que Bergoglio cuestionó todo lo que pudo. Lo hizo sin romper con el mandatario argentino,  pero tomando una distancia sanitaria que finalmente obturó la posibilidad de una visita que marcara su regreso a la Argentina.

Desde que Bergoglio dejó Buenos Aires, en febrero de 2012, nunca volvió al país. Desde Roma no perdió un solo detalle de los cambios que buscó imprimirle a la Iglesia local que, antes de jubilarse, condujo dos veces como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Así como le preocupó la evolución del mando de tropa del clero criollo, dudó si volver o no. La última posibilidad se disipó a fines del año pasado y, quienes lo conocieron, saben que a nadie le afectó más la distancia con Buenos Aires que al propio Francisco.

Ahora la atención estará puesta en el mecanismo sucesorio del Vaticano y volverá a dejar en un segundo plano esa orfandad que García Cuerva mencionó este sábado.

El cónclave con 135 cardenales se reunirá dentro de poco. La Argentina aportará cuatro votos, dentro de un grupo donde Bergoglio creó a más de dos tercios de sus integrantes durante los últimos 12 años de papado. Desde que fue internado por la neumonía que lo puso al borde de la muerte, Bergoglio pudo advertir que las líneas más conservadoras de la Iglesia volvieron a tejer sucesores, en forma anticipada. Las roscas por la sucesión de Bergoglio ya comenzaron por lo menos hace una semana. Si el resultado del cónclave termina eligiendo a un pontífice conservador, de signo opuesto al legado de Francisco, entonces el entramado de poder que construyó durante la última década habrá fallado. Lo que está en juego, cuentan algunos protagonistas del puente Roma – Buenos Aires, es si prevalece la estructura de cambios fundamentales de la Iglesia que decidió Bergoglio o si esa reforma queda frenada por un impasse, como el que se activó en 2005, tras la muerte de Juan Pablo II y la designación del alemán Joseph Ratzinger. Renunció ocho años después. Fue la primera dimisión de un pontífice en 500 años y le permitió a Bergoglio ganar el cónclave que en 2005 casi lo nombra papa.

Los movimientos actuales en Roma siguen con un argentino en el centro de la escena. Víctor Manuel Fernández, más conocido como «Tucho», sigue al frente del poderoso Dicasterio de la Doctrina de la Fe. El temido Santo Oficio de la edad media está en manos de un cura de origen cordobés, que fue arzobispo de La Plata hasta partir para Roma. En su lugar fue designado Gustavo Carrara, cura villero y actual titular de Cáritas Argentina. Tucho es uno de los cardenales que buscará orientar en Roma las voluntades detrás de quienes sostengan el legado bergogliano, frente a un grupo de prelados de distintas partes del mundo que insistirán con un regreso a las fuentes para una Iglesia que posiblemente no será  mejor que la experiencia de los últimos 12 años.

«Lo que pretendo en mi tiempo de vida es que sea irreversible», fue la frase que le escucharon decir a Bergoglio poco después de asumir como papa. Desde entonces buscó llevar adelante una serie de cambios políticos que ahora estarán en veremos y que podrían derivar en el regreso de un pontífice europeo o italiano, como es el caso de Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede y uno de los papables que no tiene origen bergogliano, pero que durante los últimos 12 años fue muy cercano a él. No es el único aspirante con chances con origen italiano. También aparece el arzobispo de Bologna Matteo Zuppi, el mismo que recibió varias veces a Cristina Fernández de Kirchner cuando fue presidenta. Era el parroco de la iglesia de Santa María, en Trastévere, una de las más antiguas de Roma. Enfrente están los obispos norteamericanos con posiciones fragmentadas que podrían ordenarse con otros sectores conservadores europeos de origen húngaro y alemán para forzar una marcha atrás.

Esa sombra se cierne sobre el clero argentino y lo puede someter a la insignificancia o la debilidad en las pulseadas que se avecinan con el gobierno.

Desde el año pasado, la CEA es conducida por el arzobispo de Mendoza Marcelo Colombo, que asumió después de los dos mandatos de Oscar Ojea, uno de los sacerdotes que más dialogó con Bergoglio mientras estuvo en Roma.

¿Cómo impactarán los cambios que se vienen en Roma para la Iglesia local?, se preguntan los obispos que no pudieron viajar a despedir al Papa. Ya no hay una línea que venga de Roma y la muerte de Francisco es leída en el gobierno como una nueva ventaja para debilitar al arco opositor.

La orfandad de la que habló García Cuerva no sólo pasa por los gestos, sino también por las definiciones que debera tomar la CEA de ahora en adelante. Se esperan debates espinosos que la Casa Rosada no quiere aflojar. Uno tiene que ver con la ley para apuestas on line, que tuvo media sanción en la Cámara de Diputados y que el oficialismo quiere frenar a toda costa en el Senado. Otro pasa por la situación de las personas con dispapacidad. Esta semana hubo un pronunciamiento interreligioso que advirtió sobre la grave situación que atraviesan por los recortes impulsados por la Agencia Nacional de Discapacidad. La otra clave pasa por la ayuda social y el vínculo que administra la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, al calor de aumentos de la tarjeta Alimentar y la AUH. No es fe, ni religión, sino medidas para mitigar el impacto de la crisis social que la Iglesia también reclamó con respaldo papal.

Ahora, sin Bergoglio, el clero local se verá obligado a levantar la voz o enfrentar una crisis aún peor. «

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