Se trató de una iniciativa donde los voluntarios donaron tazas en excelente estado, las personalizaron con diferentes regalos e infusiones calientes para destinarlas.

“Cada taza se llenó con cosas ricas y deseos para que, cada vez que alguien la utilice, recuerde el amor y la calidez con que se preparó. Además, cada taza fue acompañada por una prenda de nuestras tejedoras”, contaron los organizadores.

En esta oportunidad, todo lo producido fue entregado a destinatarios del “Operativo Frío” de la Red de Atención y Centros de Inclusión Social del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

“Fue un encuentro donde cada uno de los que participaron hizo de un recipiente un valor agregado de amor y calidez para quien más lo necesitaba, y para combatir el frío con un regalo hecho con mucho amor y solidaridad”, expresó Eliana Epelbaum, coordinadora de Voluntariado de AMIA.