En el santuario de Caacupé, una vigilia con el sello de los argentinos

Peregrinar, eso era lo importante. No les importó la lluvia, ni el inusual frío para la región. Ni siquiera el hecho de tener que pasar la noche en vela, a la intemperie para esperar la misa que dará hoy Francisco. 

Por Evangelina Himitian

CAACUPÉ, Paraguay. Anoche, miles de personas, entre ellos una mayoría de argentinos, acampaban en las cercanías del santuario Nuestra Señora de Caacupé.

Guitarras, mate, banderas, remeras. Toda la argentinidad a flor de piel para alentar a este papa que puede ser muy latinoamericano, pero, en definitiva, es argentino.

"¿Sabés qué significa para nosotros los que creemos estar acá, a metros del Papa? Para nosotros es como ir a Disney", sintetiza Víctor Hugo Medina, de 51 años, que llegó a Caacupé anteayer por la tarde con un grupo de 60 peregrinos de distintas parroquias de Lanús. Se alojaron en una quinta, a cinco kilómetros del santuario, y ayer al mediodía se instalaron en la explanada que hay a la derecha del escenario en el que hablará Francisco. Justo al borde del camino por el que pasará el papamóvil. Todos alimentan la misma ilusión: verlo pasar, tocarlo, llevarse una bendición.

Pasado el mediodía, la ruta que une Asunción con Caacupé, distante unos 80 kilómetros, se fue poblando de peregrinos que iniciaban el largo camino con tiempo. Ya que para hoy se espera más de un millón y medio de personas y trasladarse será complicado.

Algunos, incluso, arrancando a mitad del recorrido, decidieron hacer el camino a pie como parte de alguna promesa.

El grupo que llegó desde la villa 21, con el padre "Toto" de Vedia, salió pasado el mediodía, pero a bordo de los ómnibus que los trajeron desde Buenos Aires. Para ellos, esta parada del viaje tenía un significado muy especial ya que son devotos de la Virgen de Caacupé, que da nombre a su parroquia. Pero en esta oportunidad el significado era doble, porque viajaban para encontrarse con Francisco, a quien conocieron muy de cerca cuando era arzobispo de Buenos Aires.

Sillas, banderas, gorros para el frío, bebidas espirituosas. Nadia Chain, abogada, 35 años, y su amigo Catalino Pertucci cruzaron ayer la frontera de Formosa y siguieron camino directo para el santuario. "Hicimos semejante viaje... queríamos estar cerca, verlo bien", cuenta ella, mientras apura un mate para soportar el frío que ya hacía anoche en la plaza. ¿Y si llueve otra vez? "Nada, no nos movemos, estamos preparados para todo", apuntó él.

Los grupos argentinos resaltan entre el resto de los peregrinos por su espíritu festivo, casi futbolero, con el que reivindican que, como diría Julio Bazán, "el Papa es argentino".

Elba Teresa Ramírez es de Corrientes, productora agropecuaria, devota de San Cayetano. Pertenece a un grupo que se llama "Locos por Dios", del padre Rubén Darío Valenzuela. Y se dio a la locura de organizar el viaje peregrino para encontrarse con Francisco. A pesar de que la mayoría de los que viajaron habían superado la barrera de los 50 años, casi ninguno se quiso perder esa vigilia que prometía ser larga, pero animada.

En el escenario había luces y músicas que invitaban a palpitar el espíritu del encuentro de hoy, el primer contacto directo de Francisco con el pueblo paraguayo y argentino.

Finalmente ayer se produjo un importante cruce en la frontera, según explicaron las autoridades migratorias. Aunque no de los niveles que esperaban, sin embargo, habían cruzado a Paraguay unos 90.000 argentinos, la mayoría por el cruce de Ciudad del Este.

Anoche, la previa al encuentro con Francisco había transformado el pintoresco pueblo de Caacupé en una ciudad en temporada alta. Hasta tarde, los locales permanecieron abiertos y los vecinos se sentaban en las veredas para ver pasar y saludar a los peregrinos. Sin embargo, los comerciantes comentaban que el volumen de gente todavía era mucho menor al esperado. El temor era que, al anticiparse tanto y advertir que sería una tremenda concentración de personas, muchos hayan desistido de participar.

Vanesa Kowaleski, de 33 años, es de Misiones y llegó también con un grupo de su ciudad que se alojó en una estancia, directamente en las afueras de Caacupé, con la idea de acampar en la plaza durante la noche de vigilia. LA NACION la encontró internándose en las callecitas del centro del pueblo, para conseguir llenar los termos de agua caliente. Había llegado temprano y resistieron la lluvia que cayó en la ciudad justo cuando Francisco aterrizaba en suelo paraguayo.

"Llovió fuerte, pero después paró. Igual no nos íbamos a ir. Estamos acá y lo que queremos es tener lo que todos quieren. Una selfie con el Papa. O aunque sea una bendición... a lo lejos", pidió Arturo Díaz, que viajó desde Chaco con un grupo de jóvenes de su comunidad.

CRUCE MASIVO DE ARGENTINOS

Un total de 189.802 personas cruzaron en apenas dos días, el 8 y 9 de julio pasados, la frontera de la Argentina a Paraguay para ver al papa Francisco en la última escala de su viaje a América del Sur, informó la Dirección Nacional de Migraciones de la Argentina. Miles de fieles con pancartas y banderas, ansiosos por ver al Pontífice, cruzaron en autos y colectivos por el paso de Clorinda, en Formosa, y por la aduana de Encarnación, límite con Misiones.

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