El próximo movimiento de Francisco: nombres y razones para reemplazar al cardenal Poli

El próximo movimiento de Francisco: nombres y razones para reemplazar al cardenal Poli

Mario Poli, el actual arzobispo de Buenos Aires, cumplió 75 años y se jubila. El Papa tiene que nombrar al sucesor. Los nombres que aparecen en la grilla como posibles y lo que apuesta Bergoglio a la hora de definir quién será el jefe de la Iglesia Argentina.

 

Pablo Ibáñez

En reserva, con un estilo críptico y un criterio personalísimo, el Papa Francisco define su próximo movimiento que será medular en la Iglesia criolla: designar a quien será el futuro cardenal primado de Argentina, y arzobispo de Buenos Aires, butaca que queda vacante tras la renuncia, al alcanzar la edad que estipula la normativa católica, de Mario Poli, el obispo a quien en 2013, recién nombrado pontífice, eligió como su sucesor.

Poli, que asumió el 20 de marzo de 2013, cumplió 75 años este jueves y debe, por eso, dejar su cargo. El Papa puede agilizar el trámite y hacerlo de inmediato, o entrar en velocidad crucero para ralentizar la salida y, por consiguiente, la sucesión. Entre las fuentes que consultó elDiarioAR hay una mirada parecida respecto a que la decisión será rápida. Una proyectó que, a más tardar, el recambio se conocería en febrero.

La dimensión que debe tomar el Papa opera en varios planos. El primero, esencial, es que Jorge Bergoglio -que tiene el poder pleno para decidir, más allá de la terna de candidatos que se eleva desde la Arquidiócesis- debe entronizar al futuro jefe de la Iglesia argentina que podría trascender, incluso, su propio papado. El segundo, accesorio pero de alto impacto, es que se trata de una apuesta política en la tierra de Francisco y en la antesala de un año donde se definirá al próximo presidente.

“Francisco decide solo: su cabeza y él”, describe un dirigente argentino que en el último tiempo estuvo con el Papa en el Vaticano. La mecánica de toma de decisiones, más allá del secretismo, es lo que riega de incógnitas el movimiento y sobre el que se construyen dos escenarios: que Bergoglio nombre a un francisquista puro para que tenga un rol más potente o que, como ocurrió con Poli, apueste a un moderado y de perfil bajo.

Se da por hecho que el Papa no quedó conforme con el desempeño de Poli. Se recuerda, como anécdota, que se molestó porque allá por el 2016, Poli salió a pasear en bicicleta por Roma con Mauricio Macri, una actividad que Bergoglio consideró imprudente. A partir de la performance de Poli, se tiende a suponer que esta vez apostará a una figura que exprese, más cabalmente, su impronta. El contexto no es menor: en 2023 puede surgir un gobierno de tendencia liberal.

Más allá de aquello del Papa peronista: lo que subyace es que frente a la posibilidad de que en diciembre del año próximo arranque un gobierno de centroderecha o derecha, Francisco se prepara para que al frente de la Iglesia haya una figura que exprese sus posiciones. Eso puede exceder, incluso, los espacios electorales: así como tiene diferencias explícitas con Macri -durante la gestión de este patrocinó a Los Cayetanos- ha tenido algunos gestos con Horacio Rodríguez Larreta y, en paralelo, perdura un recelo con Sergio Massa.

El mapa político del Papa no es lineal. Uno de los gestos que leyó la política fue la designación de un ex funcionario de Larreta, Juan Ignacio Maquieyra, como director de la Fratelli Tutti, escuela de formación política.

Francisco, según relata una persona que lo visitó hace poco, se muestra preocupado por el giro hacia la derecha que se registra en algunos gobiernos. Por eso, se anticipa tensiones con la premier italiana Giorgia Meloni, en particular con la cuestión de los inmigrantes. El Papa les pide a los países europeos que ordenen el proceso y fijen cupos de ingreso.

De ahí que, además de la insatisfacción con el desempeño de Poli, se quiera leer en el próximo movimiento de Francisco un mensaje de definición política e ideológica. Si bien, cualquiera que sea el elegido, podrá interpretarse como un francisquista, lo cierto es que hay distintos niveles de pureza.

Un dirigente con participación activa en la vida católica entiende que Víctor “Tucho” Fernández, que está al frente del arzobispado de La Plata -donde sucedió a Héctor Aguer- es la figura que encarna ese proceso. “Con Tucho, que tiene 60 años, Francisco pone un cardenal para la próxima década y media, incluso más allá de su propio papado. Fernández es el pensamiento vivo de Papa”“, dice y ubica, entre el deseo y la información, a Fernández como uno de los mejores posicionados.

Gustavo Carrara, de 50 años, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario para las villas de emergencia, es otra de las figuras que aparece como expresión pura del Papa. Si a Fernández se lo asume como un teólogo que expresa a Francisco, Carrara es visto como el pastor que encarna la dinámica de Bergoglio.

Poderes

Hombre de poder, Francisco entiende que el próximo primado debe, además de expresar su perfil, ser un obispo que sintonice con la Iglesia local. Aparece, según cuenta un laico de diálogo con el Papa, que “Tucho” tiene resistencia en la curia porteña y eso puede ser un problema. De esa misma terminal indican que Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca es otra figura con chances. Viene de los dominicos, una de las órdenes con más peso dentro de la Iglesia argentina y se le reconoce destreza para la administración interna. En una clave más política, no será un francisquitas paladar negro.

“Con Francisco nunca se sabe: puede agarrar a un cura y convertirlo en obispo. Ya lo hizo”, explica un dirigente de diálogo con el Papa. Ahí aparece el otro factor. “Con Poli apostó a un obispo que no era propio ¿por qué insistiría con un formato que no le funcionó?”, se pregunta otra fuente y se tienta con comparar que la designación de Azpiroz Costa sería como un Poli bis.

Otros nombres que se mencionan son los de José García Cuerva, obispo de Río Gallegos, y Eduardo García de La Matanza, ambos con trabajos en los territorios y con vínculos con la economía popular. Otro mencionado, recurrente, es Jorge Lozano, obispo de San Juan y actual secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

 

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