El Papa pidió "sentido de justicia" a los cardenales

El Papa pidió

En su segundo consistorio, llamó a los religiosos a "no aceptar ninguna injusticia" y a evitar la envidia

"El que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia." Ante Benedicto XVI, papa emérito, presente en la ceremonia, el Papa hizo ayer esta convocatoria a los 20 nuevos cardenales de todos los continentes que creó, entre ellos un argentino, el arzobispo emérito de Tucumán, Luis Héctor Villalba.

"El cardenalato ciertamente es una dignidad, pero no una distinción honorífica", les recordó Francisco a los nuevos purpurados -15 electores y 5 no electores, mayores de 80 años-. Les pidió también que eviten caer en la tentación del egoísmo, de la envidia, del orgullo y del rencor, sino que sean ejemplo de caridad.

En una ceremonia solemne en la Basílica de San Pedro teñida de rojo para la ocasión, en el segundo consistorio de su pontificado, como es tradición, el Papa entregó a cada uno de los nuevos cardenales el anillo cardenalicio y el birrete púrpura. El color simboliza la sangre que los máximos colaboradores del Pontífice deben estar dispuestos a derramar por su fe y por la Iglesia.

Cuando llegó su turno, el Papa abrazó especialmente a Villalba, con quien trabajó muy cerca durante seis años, cuando era presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y él, vicepresidente primero. Con su designación, y luego de la muerte, hace unos meses, del cardenal Jorge Mejía, archivista y bibliotecario emérito de Santa Romana Iglesia, en el colegio cardenalicio ahora hay cuatro argentinos: dos electores en un eventual cónclave, el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, y Leonardo Sandri, prefecto para las Iglesias Orientales; y dos no electores, Villalba y Estanislao Karlic, arzobispo emérito de Paraná. Todos ellos participaron de la ceremonia.

En el primer consistorio de Francisco, el año pasado, Benedicto XVI también había estado presente, luego de una invitación de su sucesor, que suele definirlo como "el abuelo sabio". Como esa vez, el papa emérito se ubicó en primera fila, vestido de blanco, con aspecto frágil. Y Francisco abandonó la procesión para ir a saludarlo afectuosamente, antes del comienzo de la ceremonia.

En lo que cambia la geografía del futuro cónclave -donde de todos modos el europeo sigue siendo el grupo más numeroso, con 57 de 125 birretes-, la mayoría de los nuevos cardenales creados en esta segunda tanda son de países de la periferia del planeta, antes desatendidos por un Vaticano eurocéntrico; y comparten con Bergoglio una visión de Iglesia como "hospital de campaña luego de una batalla".

Enfundado en una capa de raso blanca con detalles dorados pero simple y una mitra al tono, Francisco centró su sermón en el himno a la caridad de la primera carta de San Pablo a los Corintios. Habló de la importancia de ser magnánimos, que significa saber amar sin límites, y benevolentes. Al margen de pedirles con fuerza que tengan sentido de la justicia, les recordó que "cuanto más crece la responsabilidad en el servicio de la Iglesia, tanto más hay que ensanchar el corazón".

Los llamó también a evitar la envidia, el orgullo, la ira o el rencor, a los que "tampoco las dignidades eclesiásticas están inmunes". "No es aceptable el rencor en un hombre de Iglesia", sentenció. Les recordó asimismo a los nuevos cardenales -entre ellos los primeros de la historia de la remota isla de Tonga, desde donde llegaron la reina y decenas de fieles con vestidos típicos, Cabo Verde, Myanmar y Panamá- que "la caridad crece donde hay humildad y ternura". Por último, exhortó a sus nuevos máximos colaboradores a ser personas "capaces de perdonar siempre, de dar siempre confianza, de infundir siempre esperanza". "Todo esto no viene de nosotros, sino de Dios, que es amor", les recordó, finalmente.

El colegio cardenalicio cuenta ahora con 227 cardenales, de ellos 102 no electores (mayores de 80 años) y 125 electores, 31 de ellos creados por Francisco en dos consistorios..

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