Francisco en Sudamérica y la geopolítica de las “periferias emergentes”

Francisco en Sudamérica y la geopolítica de las “periferias emergentes”

No es casual que el Papa haya elegido visitar Ecuador, Bolivia y Paraguay en la primera gira apostólica por Latinoamérica totalmente preparada por él

Por ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ

Una geopolítica de las “periferias emergentes”. La opción por aquellos países ubicados al margen de las posiciones dominantes. Naciones con pasado borrascoso. Perdedores de guerras, históricamente asediados por sus vecinos. Pero, al mismo tiempo, con una recuperada estabilidad y un gran deseo de rescate en sus pueblos. Características que se encuentran en el sustrato de la elección de Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay como destinos de su primer gira apostólica latinoamericana.

Es cierto, el Papa ya visitó esa región del mundo. En julio de 2013 encabezó en la ciudad brasileña de Río de Janeiro la Jornada Mundial de la Juventud. Pero aquel no fue un viaje estrictamente latinoamericano. La atención del pontífice estuvo concentrada en su encuentro con los jóvenes y no tanto en un respiro regional. Además lo había previsto y preparado su predecesor, Benedicto XVI. En cambio, la gira que iniciará el próximo 5 de julio y se extenderá hasta el 13 la concibió enteramente Jorge Mario Bergoglio.

“Quizás uno se anima a decir que ha escogido periferias emergentes en América Latina. Llamar a Bolivia, Ecuador y Paraguay periferias emergentes en un signo de respeto y de señalación. Cuando uno piensa en América Latina geopolíticamente la piensa como un triángulo con tres vértices formado por México, Brasil, Argentina y Chile”, explicó Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina de la Santa Sede.

El funcionario vaticano, uruguayo, es uno de los hombres más cercanos al Papa. Por eso, quizás, al inicio de su pontificado Francisco rompió la tradición y decidió sumarle a su puesto de secretario el apartado “con funciones de vicepresidente”. Y ahora él lo acompañará en su viaje, como parte de la comitiva papal.

“Así como el Papa ha querido comenzar sus visitas a Europa a través de Bosnia y Albania. No ha estado en Francia, ni en España, ni en Alemania, ni en Inglaterra, así seguramente ha querido empezar en Latinoamérica desde las periferias, donde él mismo asegura que se ve mejor todo el conjunto. Eso lo podremos deducir y se nos va a hacer más claro cuando el Papa recorra estos tres países. Vamos a estar especialmente atentos porque será la primera visita pastoral en la que el Papa habla a su gente en su propio idioma”, agregó, refiriéndose a la gira sudamericana.

Unas apreciaciones similares ensayó el portavoz vaticano Federico Lombardi quien, al presentar el viaje a los periodistas, destacó esta opción del líder católico no por los grandes centros de poder, sino por lugares necesitados de catalizadores para consolidar el crecimiento.

 

Francisco conoce bien América Latina. Resulta banal decirlo. No sólo porque nació allí sino, sobre todo, porque tiene claro el concepto de la “patria grande”. Aquel proyecto de unidad regional, aspiración de próceres como José de San Martín y Simón Bolivar, pero trunco por las mezquindades de la historia. Él aprendió de aquella vocación de unidad gracias a la “escuela del Plata”, corriente sudamericana de pensamiento cuyo exponente más destacado fue el filósofo uruguayo Alberto Methol Ferré.

Ferré fue también un iluminado geopolítico y trazó aquel triángulo mencionado por Carriquiry: México, Brasil, Chile y Argentina como motores de la zona. Curiosamente Bergoglio no ha elegido ninguno de esos países para su primera gira sudamericana. Al contrario, optó por naciones diezmadas en el pasado por conflictos bélicos sanguinarios. 

Como la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) que redujo en cuestión de pocos años la población del Paraguay a la mitad y diezmó la presencia masculina. Gracias a la fuerza de las madres de familia de ese país, que lo sacaron adelante prácticamente solas, alguna vez el Papa pidió el Premio Nobel para la mujer paraguaya. Luego la Guerra del Pacífico (1879-1884), que privó a Bolivia de su acceso al mar. O la guerra ecuatoriano-peruana (1941) que concluyó con la asignación a Perú de un enorme territorio del Amazonas. 

Además, en el pasado más cercano, los tres países afrontaron y superaron delicadas crisis políticas. La temporada de los siete presidentes en Ecuador. El post dictadura en Bolivia. La caída del ex presidente y obispo, Fernando Lugo, en Paraguay. 

Hoy por hoy, esas naciones cuentan con una estabilidad política recuperada, no obstante las dificultades de cada uno de sus gobiernos. Los tres están teniendo interesantes índices de crecimiento económico y afrontan nuevos desafíos. La llegada del Papa Francisco podrá significar para ellos una oportunidad para observar el futuro con optimismo. Y un llamado a combatir la desigualdad y la pobreza, siempre lacerantes.  

Comentá la nota