Este mes los Hogares de Cristo cumplen 15 años y convocaron a un acto multipartidario y multisectorial en el Cabildo de Luján para firmar un compromiso de lucha contra las adicciones.
El ataque a balazos de un supermercado de la familia de la esposa de Lionel Messi colocó en el centro de la atención la gravedad del avance narco en Rosario, un flagelo que no es novedoso, ni se circunscribe a la ciudad santafesina, aunque allí se manifieste más dramáticamente. La Iglesia católica y, en particular, los curas villeros hace años que vienen alertando no sólo sobre la proliferación del tráfico de drogas, sino acerca del aumento del consumo, lo cual puso en riesgo la vida de más de uno de sus integrantes.
El cura villero más conocido, el padre Pepe Di Paola, fue amenazado en 2009 cuando se desempeñaba en la villa del barrio porteño de Barracas por desconocidos que se le acercaron. Poco después, el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, denunció públicamente esta situación y dispuso el traslado preventivo del sacerdote al poblado de Campo Galo, en Santiago de Estero, donde estuvo dos años. Bergoglio lo despidió con una multitudinaria y emotiva misa en la villa.
El padre Pepe, junto a otros curas villeros, había creado un año antes los Hogares de Cristo, un lugar de asistencia a los adictos de las villas que no tienen posibilidades de acceder a un centro de rehabilitación, no solamente por falta de recursos, sino porque sencillamente no tienen un familiar, un ser querido que les gestione la internación. De hecho, a muchos se los encontraba tirados en la calle, abatidos por el paco, la llamada droga de los pobres que se multiplicaba como hongos.
Eran también los tiempos en que esos mismos sacerdotes -ante el recurrente debate sobre la despenalización de la droga- advertían que la droga estaba “despenalizada de hecho” en las villas. Ya en aquel momento pedían una intervención decidida del Estado -”Que los políticos no vengan sólo a la villa en épocas de elecciones a buscar votos”, afirmaban- que no se limitara a la represión del narcotráfico y abarcara también campañas para prevenir el consumo.
Fue precisamente en esa época que el Congreso aprobó -con el impulso de la Iglesia- la ley 26.586 que establecía el Programa Nacional de Educación y Prevención sobre las Adicciones y el Consumo Indebido de Drogas, que incluye una serie de acciones en favor de la concientización en todos los niveles de la educación, promoviendo incluso un espíritu crítico frente a los mensajes relacionados con la droga. La ley nunca fue reglamentada.
A su regreso de Campo Galo, el padre Pepe se estableció en una villa de José León Suarez, partido de San Martín, en el gran Buenos Aires, donde retomó su lucha contra las adicciones. Además de coordinar el área específica en la Conferencia Episcopal Argentina, dio un renovado impulso a los Hogares de Cristo que hoy rondan los 200 a lo largo y ancho del país y por el que ya pasaron más de 30 mil adictos en recuperación.
El hecho de que este mes los Hogares de Cristo cumplen 15 años y de que en sus inicios hayan sido alentados por el entonces cardenal Bergoglio llevaron al padre Pepe a organizar una peregrinación por todas las provincias bajo el lema “Ni un pibe menos por la droga”, que empezó el año pasado en Luján, siguió por la mesopotamia, el norte y desde allí bajó hasta Ushuaia, terminando este fin de semana en La Plata.
La repercusión en muchas de las provincias de su paso fue enorme. En Tucumán unas 7.000 personas colmaron un teatro para escucharlo, mientras muchas otras no pudieron entrar. “Todos pueden aportar algo a esta gran causa nacional que no admite grietas porque ¿quién puede decir que “Ni un pibe menos por la droga” le pertenece a uno u otro sector”, explicó en esa ocasión el padre Pepe.
Considera que el crecimiento de las adicciones se debe a una serie de factores como “la pérdida de valores y la falta de trabajo”. Y señala: “En los barrios populares lo que hace falta son instituciones fuertes: un colegio fuerte, una capilla fuerte, un club fuerte, que hacen al bien espiritual, al crecimiento y al desarrollo de las capacidades de la niñez y de la adolescencia”.
El padre Pepe -como lo expresaron los curas villeros en repetidas declaraciones- no cree que la legalización del comercio de drogas sea un debate que cuadre en las precarias circunstancias de la Argentina, pero señala que “no debe criminalizarse al adicto” y, fundamentalmente, hay que procurar “asistirlo antes” de que su vida esté en serio riesgo.
El próximo sábado los Hogares de Cristo, junto con Cáritas Argentinas, convocan a un acto multipartidario y multisectorial en el Cabildo de Luján para firmar un compromiso de lucha contra las adicciones. Desde el Presidente de la Nación, pasando por las principales figuras de la oposición, todos fueron invitados.
Luego habrá un festival artístico y finalmente a las 18, en la basílica, el presidente del Episcopado, el obispo Oscar Ojea, presidirá una misa. Estas actividades se inscriben, además, en el décimo aniversario del pontificado de Francisco (se cumple dos días después), gran promotor de los Hogares de Cristo.
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