Durante la audiencia jubilar de este sábado, en la que el Papa León XIV se encontró con miles de peregrinos y fieles en la Plaza de San Pedro, les aseguró que la Iglesia aún no tiene “las respuestas a todas las preguntas”, sino que camina a la luz de Jesús, aprendiendo y avanzando paso a paso.
Por Andrés Henríquez
“Esperar no es saber”, fue el tema de la catequesis del Papa León este 25 de octubre, en la que recordó el ejemplo de Nicolás de Cusa, cardenal alemán del siglo XV que fue “un gran pensador y defensor de la unidad” en medio de una época convulsa.
“Él puede enseñarnos que esperar también es 'desconocer'”, señaló el Santo Padre, para quien ahora todo debe verse “a la luz de la resurrección del Crucificado”, que educó nuestra mirada antes de su Ascensión para ayudarnos a reconocer que “las cosas no son lo que parecen”.
“El amor ha triunfado, aunque tengamos ante nuestros ojos tantos contrastes y veamos el choque de tantos opuestos”, dijo el Papa.
“Nicolás de Cusa no pudo ver la unidad de la Iglesia, sacudida por corrientes opuestas y dividida entre Oriente y Occidente. No pudo ver la paz en el mundo ni entre las religiones, en una época en la que el cristianismo se sentía amenazado desde fuera. Sin embargo, mientras viajaba como diplomático del Papa, oró y reflexionó. Por eso sus escritos están llenos de luz”, explicó.
León XIV también resaltó que, desde su juventud, Nicolás de Cusa decidió “asociarse con quienes tenían esperanza, quienes profundizaban en nuevas disciplinas, quienes releían los clásicos y volvían a las fuentes”, superando el miedo en el que vivían la mayoría de sus contemporáneos.
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“Creía en la humanidad. Comprendió que los opuestos deben mantenerse unidos, que Dios es un misterio en el que lo que está en tensión encuentra unidad. Nicolás sabía que no sabía, y por eso comprendía cada vez más la realidad”, dijo.
Esto, continuó el Santo Padre, es “un gran don para la Iglesia”, una llamada a renovar el corazón para “crear espacio, mantener unidos los opuestos, tener esperanza en lo que aún no se ve”.
Además, el Papa recordó una de las obras icónicas de Cusa: “La docta ignorancia”, un tratado en el que el protagonista es “el idiota”, una persona sencilla e inculta que “plantea a los doctos preguntas básicas, cuestionando sus certezas”. Lo mismo, dijo León XIV, ocurre en la Iglesia hoy en día.
“¡Cuántas preguntas desafían nuestra enseñanza! Preguntas de los jóvenes, de los pobres, de las mujeres, de quienes son silenciados o condenados por ser diferentes a la mayoría. Vivimos en una época bendita: ¡cuántas preguntas! La Iglesia se convierte en experta en humanidad si camina con la humanidad y se hace eco de sus preguntas en su corazón”, expresó.
Repitiendo que “esperar no es saber”, el Santo Padre indicó que “aún no tenemos las respuestas a todas las preguntas. Pero sí tenemos a Jesús. Seguimos a Jesús. Y así, esperamos lo que aún no vemos”.
“Nos convertimos en un pueblo donde los opuestos se funden en unidad. Entramos como exploradores en el nuevo mundo del Resucitado. Jesús nos precede. Aprendemos, avanzando paso a paso. Es un camino no solo de la Iglesia, sino de toda la humanidad. Un camino de esperanza”, concluyó.

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