La intervención del arzobispo Caccia en las Naciones Unidas sobre las armas convencionales. El año pasado, el gasto militar mundial alcanzó la cifra récord de 2,7 billones de dólares
«La continua proliferación y el uso indebido de las armas convencionales representan un obstáculo significativo para el logro de la paz y la confianza en las relaciones internacionales. En lugar de promover la estabilidad, su difusión incontrolada genera desconfianza, alimenta la violencia y socava el diálogo entre los Estados», afirmó el arzobispo Gabriele Caccia, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, en su intervención en el debate temático sobre las armas convencionales de la 80ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en Nueva York.
El gasto militar mundial: 2,7 trillones de dólares en 2024
El obispo señaló que el gasto militar mundial ha registrado un «aumento dramático», alcanzando el año pasado la asombrosa cifra de 2,7 trillones de dólares. A este respecto, el prelado cita las palabras del Papa León XIV: «¿Cómo podemos seguir traicionando el deseo de paz de los pueblos del mundo con la propaganda sobre la acumulación de armas, como si la supremacía militar resolviera los problemas en lugar de alimentar un odio y un deseo de venganza aún mayores?». En lugar de apoyar las necesidades humanitarias esenciales y el desarrollo humano integral, subraya el arzobispo Caccia, «estos recursos perpetúan modelos de miedo y división que socavan la búsqueda de la paz». «También es urgente poner fin al uso de armas explosivas, incluidas las municiones en racimo, en zonas pobladas. El uso de explosivos en zonas pobladas tiene efectos indiscriminados, como la devastación de escuelas, hospitales y lugares de culto».
Daños indiscriminados y duraderos
Para monseñor Caccia, la reciente retirada del Convenio de Ottawa sobre las minas antipersona es motivo de gran preocupación. «Estas armas —subrayó— infligen daños indiscriminados y duraderos a las personas, las comunidades y el medio ambiente, dejando un legado mortal mucho tiempo después del fin de los conflictos. El hecho de que puedan ser activadas inadvertidamente por cualquier persona, especialmente por civiles inocentes, las hace incompatibles con los principios de humanidad y del derecho internacional. La misma preocupación se aplica a todos los sistemas de armas que funcionan sin un control y una supervisión humanos significativos». A este respecto, el prelado se muestra convencido de que «las decisiones sobre la vida y la muerte no deben confiarse a las máquinas. En este contexto, la Santa Sede apoya firmemente el llamamiento del Secretario General para que se inicien negociaciones con el fin de concluir, antes del próximo año, un instrumento jurídicamente vinculante que prohíba los sistemas de armas autónomos letales. Mientras tanto, todos los Estados deben abstenerse de desarrollarlos o utilizarlos».
Urge un compromiso continuo para detener el tráfico de armas
Según el prelado, igualmente urgente «es el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras (SALW). La proliferación ilegal de estas armas —explica— sigue cobrándose víctimas entre los más vulnerables de la sociedad, en particular los niños, que con demasiada frecuencia son reclutados por grupos criminales o terroristas, privados de su inocencia y educación y privados de un futuro». De ahí la exhortación de la Santa Sede a la comunidad internacional «a abandonar la ilusión de una seguridad basada en las armas y a comprometerse, en cambio, sin cesar, a construir una paz basada en el diálogo, la justicia y la dignidad de toda vida humana. Se trata —concluyó el arzobispo Caccia— de una labor fundamental que requiere un compromiso continuo».

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