Obispos renuevan autoridades y definen su relación con el Gobierno

Obispos renuevan autoridades y definen su relación con el Gobierno

Un centenar de prelados votará esta semana la conformación de la mesa ejecutiva y de las comisiones episcopales. Hay diferencias entre quienes quieren que la Iglesia se pronuncie púbicamente y quienes prefieren la discreción ante los gobiernos de turno.

Sergio Rubin

La Iglesia católica en el país se apresta a iniciar esta semana una nueva etapa de la mano de la renovación de sus autoridades que será clave para la relación con el Gobierno y la organización, junto con las autoridades civiles, del viaje del Papa Francisco a su patria, si finalmente decide venir el año que viene, antes de que la campaña electoral ingrese en el tramo final. Podría ser en mayo, según se especula en medios eclesiásticos.

El centenar de obispos del país, que sesionará desde el lunes hasta el viernes en la casa de retiros espirituales “El Cenáculo”, en Pilar, deberá elegir por votación a la conducción de la Conferencia Episcopal y a quienes conformarán las distintas comisiones y organismos de esa institución como la Pastoral Social y Cáritas, pero estatutariamente ninguno de sus actuales presidentes puede ser reelegido porque llevan dos mandatos.

Los nombres del arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi, y del arzobispo de Mendoza y actual vicepresidente primero del Episcopado, Marcelo Colombo, suenan como candidatos para suceder en la presidencia al obispo emérito de San Isidro, Oscar Ojea, pero es una incógnita quien reemplazará al frente de la Pastoral Social al obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones, así como en Cáritas, al obispo de Quilmes, Carlos Tissera.

Habrá que ver qué lugar ocuparán Jorge García Cuerva, que llega a estas elecciones como arzobispo de Buenos Aires, y Vicente Bokalic, próximo cardenal, a cargo de la arquidiócesis primada de Santiago del Estero, elevada meses atrás a ese rango -tras haberlo tenido Buenos Aires- por decisión de Francisco, a quien algunos observan para saber si desliza preferencias, mientras que otros dicen que es prescindente.

En rigor, no debe esperarse un cambio abrupto de línea porque el episcopado nacional es desde hace tiempo un grupo ideológicamente bastante homogéneo -a diferencia de décadas pasadas en que había diferencias marcadas entre conservadores y progresistas, pero hoy predominan los moderados-, entre otras cosas porque la mayoría de los obispos en actividad fueron nombrados por Francisco.

No obstante, en los últimos años hubo diferencias en cuanto a cómo actuar ante la situación nacional con sus diversas problemáticas -por caso, política, social, educativa- y el desempeño del gobierno de turno. Algunos obispos querían que la Iglesia saliera con más frecuencia y energía a la palestra, sobre todo los del interior, y quienes preferían el bajo perfil, particularmente los de la región metropolitana.

El modo de posicionarse frente al gobierno adquiere esta vez especial relevancia. Son las primeras elecciones desde que llegó a la Presidencia Javier Milei, con quien la Iglesia tuvo roces en la campaña por las descalificaciones del líder libertario al Papa, aunque tras sus disculpas y el cordial encuentro que mantuvo en febrero con Francisco en Roma, el vínculo mejoró sensiblemente.

Sin embargo, la Conferencia Episcopal no se calló frente a un tema muy sensible como lo es para la Iglesia la ayuda social. Cuando el gobierno llevaba apenas un mes, denunció que una gran cantidad de alimentos para los comedores comunitarios estaban guardados en galpones, pese a la gran necesidad que había de recibir los comestibles.

En marzo, la cúpula del Episcopado le presentó sus saludos en la Casa Rosada al Presidente, ocasión en la que insistió con la importancia de la fluidez en la ayuda alimentaria y desde entonces en la necesidad de que, desde el primer mandatario para abajo, haya menos peleas verbales y más diálogo para afrontar los problemas.

Pese a las observaciones de los obispos y particularmente ante definiciones fuertes del Papa como haber criticado que en una manifestación el gobierno “prefirió usar el gas pimienta en vez de gastar el dinero en justicia social”, Milei nunca quiso retrucar y subir la apuesta e instruyó a sus colaboradores para no polemizar.

El Presidente anhela que el Papa finalmente venga a la Argentina y se esfuerza por hacer buena letra, una línea que siguen escrupulosamente sus principales colaboradores, tal como se demostró esta semana con motivo de una celebración en la catedral porteña.

Con motivo del 40 aniversario de un tratado que selló la paz con Chile tras la mediación de Juan Pablo II, la vicepresidente Victoria Villarruel, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el canciller Gerardo Werthein dieron el presente.

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