Para la solemnidad de la Natividad del Señor, hacemos un recorrido por algunas reflexiones de los Pontífices sobre esta fiesta que renueva la esperanza también entre heridas y angustias profundas.
La Navidad es alegría, luz, paz. El nacimiento de un pobre Niño, acostado en un pesebre, ilumina el mundo también entre guerras, carestías, calamidades, páginas dramáticas que afectan a la historia de naciones, pueblos, familias. Los Papas exhortan a acoger y abrazar a este pequeño hombre que nace en Belén y consuela a la humanidad dolorida.
Pío XII y los destinos de muerte por razones de nacionalidad
Un momento oscuro y trágico fue el que se vivió, en particular por los judíos en Europa, durante la segunda guerra mundial. El 20 de enero de 1942 algunos de entre los mayores funcionarios del partido nazi y del gobierno alemán, se reunieron en una villa en el suburbio de Berlín de Wannsee para discutir un tema que en el verbal de esta conferencia es indicado con las palabras “solución final a la cuestión judía”.
Casi un año después, el 24 de diciembre de 1942, se eleva desde los micrófonos de la Radio Vaticana “una voz solitaria – se lee en un editorial de la época del periódico estadounidense The New York Times – que grita desde el silencio de un continente”. Es la voz del Papa Pío XII que pronuncia su radiomensaje en la vigilia de Navidad. El Pontífice desea que para “la humanidad atormentada” pueda resplandecer “consoladora e incitante la estrella que brilla sobre la cueva de Belén” en un mundo marcado por los horrores de la guerra. El Papa Pacelli indica entre las atrocidades del segundo conflicto mundial también la tragedia que en el vocabulario de los nazis corresponde a la expresión “solución final”.
El Papa Pío XII frente a los micrófonos de Radio Vaticana (foto de archivo)Juan XXIII y los pequeños enfermos
La humanidad atormentada está marcada por la guerra, pero también por el sufrimiento, la enfermedad. En el día de Navidad de 1958 el Hospital Bambino Gesù acoge al Papa Juan XXIII. Es el primer Pontífice que sube al Gianicolo para visitar “su hospital”. Durante esa visita, el Papa Roncalli saluda y bendice a los pequeños pacientes. En una de las últimas habitaciones un niño le cuenta al Papa que se llama Emanuele. “Así es – afirma Juan XXIII – un nombre que resume la solemnidad actual. Esto significa: Dios con nosotros”.
Juan XXIII visita el Hospital Pediátrico Bambino Gesù el 25 de diciembre de 1958Pablo VI y las luchas del mundo de los trabajadores
El 1968, en Italia, es un año marcado, en el mundo del trabajo, por fuertes tensiones sociales. En ese año el Papa Pablo VI celebra la Misa de Navidad entre los trabajadores. El Pontífice visita la acería de Taranto para sanar una separación: la que existe entre la clase obrera y la Iglesia. El telón de fondo, casi navideño, es la acería, que el periódico de la Santa Sede, "L'Osservatore Romano", define como "la nueva cabaña de la era tecnológica". En su homilía, el Papa Montini se dirige a los trabajadores, instándolos a mirar hacia "el Cristo del Evangelio": "Trabajadores, que nos escucháis: Jesús, el Cristo, está con vosotros".
Os hablamos con el corazón. Os diremos una cosa muy sencilla, pero llena de significado. Y es esta: Nosotros tenemos dificultad en hablaros. Sentimos la dificultad en hacernos entender por vosotros. ¿O Nosotros quizá no os comprendemos lo suficiente? Es un hecho que el discurso es para Nosotros bastante difícil. Nos parece que entre vosotros y Nosotros no hay un lenguaje común. Estáis inmersos en un mundo ajeno al que vivimos nosotros, hombres de Iglesia. ¡Vosotros pensáis y trabajáis de una manera muy diferente a la de la Iglesia! Os decíamos, saludándoos, que somos hermanos y amigos: ¿pero es eso realmente cierto? Porque todos nosotros percibimos esta evidencia: el trabajo y la religión, en nuestro mundo moderno, son dos cosas separadas, distantes, a menudo incluso opuestas. Hubo un tiempo en que no era así.
El Papa Pablo VI en el centro siderúrgico de TarantoJuan Pablo II y los primeros pasos del hombre en el tercer milenio
El histórico pasaje de la humanidad entre dos milenios se condensa en una imagen impresa en la memoria colectiva: la apertura de la Puerta Santa el 24 de diciembre de 1999. Es el día en el que el Papa Juan Pablo II cruza simbólicamente el umbral del tercer milenio. En ese momento, el tiempo resuena con un timbre singular: “no es solo el recuerdo del nacimiento del Redentor, es el inicio solemne del Gran Jubileo”. La humanidad, marcada por heridas profundas como guerras e injusticias, se aferra a una esperanza, a una Persona. Nadie – afirma Papa Wojtyła – quede excluido del abrazo del Padre.
¡Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo! En el umbral del tercer milenio, la Iglesia te saluda, Hijo de Dios, que viniste al mundo para vencer a la muerte. Viniste para iluminar la vida humana mediante el Evangelio. La Iglesia te saluda y junto contigo quiere entrar en el tercer milenio. Tú eres nuestra esperanza. Sólo Tú tienes palabras de vida eterna. …Sé para nosotros la Puerta que nos introduce en el misterio del Padre. ¡Haz que nadie quede excluido de su abrazo de misericordia y de paz!
Santa misa de Nochebuena presidida por el Papa Juan Pablo II y apertura del Gran Jubileo del Año 2000, 24 de diciembre de 1999.Benedicto XVI, la cuestión de los migrantes y el espacio para Dios
Hay una humanidad que busca un futuro mejor, que huye de miseria y persecuciones. Es el pueblo de los migrantes. Después de un largo y cansado viaje de Nazaret a Belén, José y María ven nacer al Mesías en un pesebre, porque no había sitio para ellos en otro lugar. ¿Si María y José llamaran a nuestra puerta, habría lugar para ellos? Esta pregunta, planteada por el Papa Benedicto XVI, durante la Santa Misa el 24 de diciembre de 2012, se convierte en una exhortación a la oración “para que se cree en nuestro interior un espacio” para el Señor. “Y para que, de este modo, podamos reconocerlo también en aquellos a través de los cuales se dirige a nosotros: en los niños, en los que sufren, en los abandonados, los marginados y los pobres de este mundo”
Así que la gran cuestión moral de lo que sucede entre nosotros a propósito de los prófugos, los refugiados, los emigrantes, alcanza un sentido más fundamental aún: ¿Tenemos un puesto para Dios cuando él trata de entrar en nosotros? ¿Tenemos tiempo y espacio para él? ¿No es precisamente a Dios mismo al que rechazamos? Y así se comienza porque no tenemos tiempo para Dios. Cuanto más rápidamente nos movemos, cuanto más eficaces son los medios que nos permiten ahorrar tiempo, menos tiempo nos queda disponible. ¿Y Dios? Lo que se refiere a él, nunca parece urgente. Nuestro tiempo ya está completamente ocupado.
Santa misa de Nochebuena presidida por el Papa Benedicto XVI, 24 de diciembre de 2012.
Francisco y llevar la esperanza donde se ha perdido
Jesús nace por nosotros, por cada hombre y mujer. Nace, también y sobre todo, entre las miserias y las periferias existenciales. La Navidad del 2024 está marcada por la apertura de la Puerta Santa y el inicio del Año Santo de la Esperanza. En la Misa, en la solemnidad de la Natividad del Señor, el Papa Francisco exhorta a los cristianos a comprometerse para transformar el mundo.
Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón; en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma; en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia. Llevar esperanza allí, sembrar esperanza allí.
Santa misa de Nochebuena presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, 24 de diciembre de 2024 (VATICAN MEDIA Divisione Foto)León XIV y la Navidad, una fiesta de luz
Se acerca el tiempo en el que se celebra el nacimiento de Jesús. El 24 de diciembre León XIV presidirá la Misa en la Basílica de San Pedro. En la solemnidad de la Natividad del Señor son muchas y aún lacerantes las heridas que sacuden la humanidad. En el 2020, en un periodo marcado por la pandemia, el entonces obispo de Chiclayo y administrador apostólico de la diócesis de Callao en Perú, monseñor Robert Francis Prevost, envía un mensaje para la Navidad. Su saludo es publicado en el canal YouTube de la diócesis de Callao. Cuando todavía no se ve una conclusión de este tiempo marcado por la enfermedad y muchas muertes – subraya el entonces obispo de Chiclayo – llega la fiesta de la esperanza. La Navidad es siempre “una fiesta de luz en la tierra”, también en los momentos que parecen dominados por la oscuridad.



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