"La Iglesia tiene en su constitución un espíritu de cuerpo que la lleva a manifestarse en la voz de sus miembros, en la corresponsabilidad de los bautizados", recordó el arzobispo de Mendoza.
El arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo celebró la Eucaristía desde el santuario de Schoenstatt, de esta capital provincial, donde reflexionó sobre las lecturas del día y explicó que el debate de las primeras comunidades seguidoras de Cristo fue si era necesario "pasar por la religión judía antes de ser cristianos".
"Cristo es el gran acontecimiento que estos hermanos nuestros que nos precedieron en la fe, apóstoles y presbíteros, reunidos en Jerusalén encontraron para enseñar, para indicar, para mostrar a su pueblo", precisó.
"Aquí podemos ver también una fuerte enseñanza sobre la naturaleza sinodal de la Iglesia", destacó y profundizó: "La Iglesia tiene en su constitución un espíritu de cuerpo que la lleva a manifestarse en la voz de sus miembros, en la corresponsabilidad de los bautizados".
Tras considerar que de aquel concilio de Jerusalén "ilumina sobre el andar misionero de la Iglesia, que se reúne, que se encuentra para evaluar cómo vivir la fe en cada desafío de la historia", planteó: "Del Evangelio nos queda una invitación muy fuerte de Jesús que es verdadero consuelo: amarlo a Él es cumplir sus mandamientos".
"Amarlo a Él es una invitación a recibir en nuestro corazón y en nuestra vida al Padre y al Hijo. Por el Hijo recibimos al Padre que quiere quedarse en nosotros, que lo amamos y vivimos sus mandamientos", sostuvo.
Monseñor Colombo aseguró que "este permanecer de Jesús no es un quedarse nomas, es un estar en nosotros, es un vivir en nosotros, para que podamos compartirlos a los demás".
"Con la fuerza de la Pascua con el entusiasmo, de una Iglesia que se reconoce pueblo de Dios en camino, recibamos con entusiasmo, siempre, las enseñanzas de Jesús para que amándolas y cumpliéndolas Él venga a nosotros y el Padre con Él nos hagan fuertes en la esperanza", concluyo.
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