“Jesús nos ha tocado”, dijo el cardenal Poli

“Jesús nos ha tocado”, dijo el cardenal Poli

“Jesús nos ha tocado”, dijo el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, ante una multitud de fieles de la Renovación Carismática Católica que llenó el Luna Park, a quienes deseó “que puedan tocar a Jesús con la fe del corazón”.

El arzobispo señaló que la misericordia de Dios no tiene límites y pidió que “nosotros seamos los corazones y las manos misericordiosas del Señor”. Dijo que “nosotros no nos basamos en la estadística de la pobreza; para nosotros el pobre es Cristo y si pasa al lado nuestro toquémosle; que Nuestro Señor nos ayude a descubrirlo”. El cardenal Poli concelebró la misa con el obispo auxiliar de San Martín, Han Lin Moon, y treinta sacerdotes, oficio que fue seguido con devoción por miles de personas. El lema del encuentro fue “Jesús tiene un sueño…Vos podés hacer algo para que el mundo crea”.

“Jesús nos ha tocado”, dijo el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, ante una multitud de fieles de la Renovación Carismática Católica que llenó el Luna Park, a quienes deseó “que puedan tocar a Jesús con la fe del corazón”. 

El arzobispo señaló que la misericordia de Dios no tiene límites y pidió que “nosotros seamos los corazones y las manos misericordiosas del Señor”. Señaló que “nosotros no nos basamos en la estadística de la pobreza; para nosotros el pobre es Cristo y si pasa al lado nuestro toquémosle; que Nuestro Señor nos ayude a descubrirlo”. 

Afirmó que “donde los cristianos nos reunimos es templo de Dios: hoy el Luna Park es templo de Dios”. Y rogó para que “cada uno de nosotros sea un oasis de misericordia”. 

El cardenal Poli concelebró la misa con el obispo auxiliar de San Martín, Han Lin Moon, y treinta sacerdotes, oficio que fue seguido con devoción por miles de personas. La misa abrió un encuentro que se extendió hasta las 18.30 con testimonios, videos, música y oraciones, con el lema “Jesús tiene un sueño…Vos podés hacer algo para que el mundo crea”. 

Largas colas 

Un rato antes de las 9, la cola para entrar en una sola de las entradas daba vuelta a una manzana y cubría más de tres cuadras. Un grupo que esperaba para entrar tenía una bandera que decía “Merlo-Moreno”. Una señora, profesora de Geografía, nos dijo que habían venido cuatro micros de la iglesia Nuestra Señora del Valle. Un rato antes, el cronista le había escuchado decir al chofer del ómnibus de línea, casi vacío, en que fue al Luna Park, que vive en Moreno y que después de las 7 y media de la tarde hay que estar dentro de la casa por inseguridad. Esta señora, Juana Di Sarli, dijo que ellas no se amilanaban por esto, que cada semana en la parroquia van a la reunión de carismáticos, de 19 a 21. Y los martes, de 7 a 9 de la noche, van a la escuela de carismáticos en el obispado. 

Al tiempo que entraban largas colas de gente llenando las tribunas del estadio, en un costado varias personas ponían su pincelada para colorear cinco grandes imágenes dibujadas previamente en una escuela rural, una cárcel, un jardín de infantes, una unidad de menores y un hospital. Todas conformaban un mural de 15 metros de largo. Dirigía la tarea una artista plástica, Fernanda Baffo, de 47 años. Concluida la misa, antes de retirarse, el cardenal Poli se acercó y puso también sus pinceladas en la obra. 

Ambiente de oración y cantos 

Antes de la misa, se proyectó un video con imágenes de vida de ancianos, niños, enfermos, madres esperando familia, con música y leyendas: “No importa quien sea, quién hayas sido, El está aquí”. 

El padre Gustavo Jamut, asesor nacional de la Renovación Carismática, dijo: “El está aquí, El se va a hacer presente como Palabra para ser escuchada, rumiada, y con su Cuerpo y su Sangre”. 

La gente cantó “Con mucha alegría, así se alaba a Dios” y “Poderoso es nuestro Dios”. Evidenció cuán compenetrada estaba con la celebración, en el entusiasmo en los cantos elevando las manos y también en momentos de absoluto silencio en los cuales hasta se podía oír algún leve carraspeo de algún rincón del estadio. Un prolongado aplauso, una ovación saludó la presencia de Jesús Sacramentado tras la consagración del pan y del vino. 

“Corazón descansado” 

Al comenzar su homilía, el arzobispo preguntó, coloquialmente: “¿Están cómodos?”. “Sí”, contestaron y él dijo: “Yo también. Esta predicación va a ser de corazón descansado a corazón descansado”. 

Observó que San Pedro estaba dispuesto a dar razón de su esperanza y señaló que “los cristianos no le tenemos miedo a nada ni a nadie”. Mencionó una reflexión de Benedicto XVI sobre los dones del Espíritu Santo y expresó que si de algo tenemos que tener temor los cristianos es de que se nos pase el tiempo sin que hayamos practicado el mandamiento del amor. El cardenal invitó a tener alegría y sencillez de corazón. 

Durante la comunión, que se extendió un buen rato para llevarla a distintos puntos en la platea y las tribunas, hubo cantos y la hermana Guadalupe Rodrigo, misionera en Alepppo, cantó un himno religioso en árabe. 

Al final, todos elevaron las manos para bendecir a los sacerdotes, por quienes se rezó. Y cuando el arzobispo dio la bendición final dijo que debía llegar a quienes no habían podido venir, invitó a los presentes a transmitirla a enfermos, parientes, haciéndoles la señal de la cruz en la frente. 

Música, videos, testimonios 

La jornada continuó con arte musical de Banuev, con una acción de gracias de los pastores evangélicos Norberto Saracco y Humberto Golluscio, de la Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo, en preparación para la vigilia ecuménica de 2017 en Roma en que el Papa reunirá a líderes cristianos en el Jubileo de los 50 años de la Renovación Carismática. Fue predicador central el laico católico mexicano Jose Prado Flores y en un video se escuchó al padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia. 

Al final, los asistentes salieron por las calles con marionetas gigantes (una de Jesús de 12 metros de alto) y muchos se dirigieron al a Puerta Santa del Año de la Misericordia en la Catedral. (Jorge Rouillon)

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