“¿Qué hacés en México y Colombia?”

“¿Qué hacés en México y Colombia?”

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

Así me preguntaba un amigo; y también otros me pedían que les especificara un poco más cuáles serán las actividades que realizaré en Colombia durante las próximas semanas.

Como compartí en otra oportunidad, en noviembre del 2020 me designaron Secretario General del Consejo Episcopal de América Latina y del Caribe (CELAM), un organismo de servicio a las Conferencias Episcopales del Continente. Son varios los campos en los cuales debo ocuparme desde entonces, compartiendo el tiempo con las dedicaciones en San Juan, contando con la mayor dedicación de Carlos María como obispo auxiliar.

Una de las importantes demandas viene de la preparación de una Asamblea Eclesial Continental que se desarrollará del 21 al 28 de noviembre, de la cual participarán alrededor de 1.000 delegados de los 22 países que conforman el CELAM. Se está organizando con sedes virtuales en cada país y la “Sede Presidencial” de la Asamblea estará en México, cerca del Santuario de la Virgen de Guadalupe.

Por este motivo debí viajar a México, y tuve la gracia de estar alojado a dos cuadras de la Basílica Guadalupana.  Eso me permitió, una vez terminadas las reuniones, pasar varias horas rezando ante la bendita imagen impresa en el poncho del indio San Juan Diego.

Me cautivaron una vez más esos ojos de María que, a lo largo de casi cinco siglos, contemplan el corazón de sus hijos peregrinos. Y quise quedarme en su presencia, sentado cerquita de Ella para que mire también mi interior. Pude contemplar en esas horas las miradas, las manos tendidas de muchos devotos que la contemplaban extasiados, unos cuantos con lágrimas. Rostros que tanto se parecen a los que cruzamos en San Expedito, Santa Bárbara, San Cayetano, Luján… y tantos Santuarios que son lugares privilegiados de encuentro de Dios con su pueblo. Viernes, sábado y domingo pude celebrar la misa allí con los peregrinos.

Le decía a una amiga que esta oportunidad la había experimentado como un mimo de la Virgen; yo venía con un cansancio grande ante las dificultades que habían surgido para poder realizar este viaje: cancelaciones de vuelos, posibilidades frustradas, trámites engorrosos, me significaron momentos de agobio. Cuando encontré en una pared las palabras de la Virgen a San Juan Diego, sentí que me invadió la paz: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”.

En esos momentos de oración, pedí por nuestro Seminario, “Nuestra Señora de Guadalupe y San José”, los seminaristas y formadores. Por cada uno de los sacerdotes, diáconos y nuestras comunidades, dedicando unos momentos para colocarlos en las entrañas de la Madre. Quise dar gracias a Dios por la entrega generosa de la vida y pidiendo perdón a Dios por los que aún no le hemos abierto la existencia de par en par.

Cómo no dedicar delante de la Virgen una acción de gracias por la familia, los amigos, las vocaciones en camino, la Patria, los enfermos, los pobres… Puse bajo su amparo la Asamblea Eclesial, la Iglesia, el Papa, este nuevo servicio en el CELAM. Y la historia de la vida…

El fin de semana pasado no me dio el tiempo para compartir esta experiencia con más serenidad y apenas pude enviar unas fotos y un saludo.

Y desde el lunes 26 ya estoy en Bogotá. Aquí se encuentra la sede del CELAM.

En estos meses, desde que fui designado en noviembre, pudimos mantener unos cuantos encuentros de manera virtual con los equipos de trabajo, incluso varios al día. Pero, de acuerdo con las funciones que me encomendaron, era importante la presencia. Estaré aquí algunas semanas en las cuales tendremos varias reuniones virtuales ya programadas, y unas pocas presenciales, cuidando los protocolos correspondientes. Recordemos que la pandemia no se acabó.

Son muchos los procesos que se están desarrollando. Me estoy dedicando a conocer la gente que trabaja aquí en tareas de secretaría, la administración, librería y editorial, colaboradores de diversos centros pastorales. También visitaré en estos días la obra en construcción de la nueva sede del CELAM que, si Dios quiere, estará lista para fines de este año.

Me han recibido con gran cordialidad y calidez. Agradezco mucho la “catolicidad” que nos cambia las dimensiones “cerca-lejos” y nos sigue reuniendo como hermanos a partir de estas “compartidas” en las que no hay ni cerca ni lejos: hay camino en amistad y compromiso con Jesús.

El 4 de agosto conmemoramos a San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes. Recemos por todos los sacerdotes y las vocaciones.

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