La iglesia argentina comienza a vivir, a días de la 108º Asamblea General de la Conferencia Episcopal Argentina., el recambio generacional necesario, con matices, pero cambios y nombramientos esperados al fin.
Es muy probable que se le renueve la confianza a José María Arancedo para continuar por tres años más al frente de la Conferencia Episcopal, pero aparecerá también en escena Mario Poli que seguramente tendrá un lugar en la comisión ejecutiva, y jóvenes obispos como Adolfo Uriona, García, Malfa y otros, que tendrán cada día más visibilidad e importancia.
Todo se mueve con la impronta de Francisco. Nuevos obispos con un perfil muy cercano al pueblo, a los jóvenes, hombres de puertas afuera, conocedores de los medios de comunicación, menores de 60 años, conocedores de los sectores más vulnerados de la sociedad, sacerdotes que saben de villas, pobreza y postergación.
Estas características se advierten mucho más en los dos últimos nombramientos. Uriona y García fueron ordenados obispos por el mismo Bergoglio: Conocen muy bien la pobreza, tienen experiencia en la relación con los medios, están cerca de los jóvenes, y trabajan en equipo con los laicos y con diversos movimientos dentro de la iglesia.
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