Avanza aparecida

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Primer balance del viaje del Papa Francisco a América Latina: ímpetu misionero, Evangelio encarnado, Patria Grande

por Luis Badilla

Habrá tiempo para profundizar en el balance de esta IX Peregrinación Apostólica del Papa Francisco a Sudamérica. Y no será un balance fácil. Por una parte, en el magisterio del Papa hay numerosas enseñanzas comunes para los tres países que ha visitado y que en consecuencia son válidas para toda la región latinoamericana, al mismo tiempo que hay directrices específicas para cada nación en particular. Por otra parte, el Papa ha desarrollado diversos temas exquisitamente intra eclesiales y otros, no pocos ni de escasa relevancia, extra eclesiales.

Un primer panorama general permite identificar ya tres elementos esenciales que no podrá soslayar un análisis más detallado.

1. Un fuerte ímpetu pastoral. Este viaje del Santo Padre ha sido un vigoroso e inesperado relanzamiento de la Iglesia Latinoamericana, sobre todo en sus campos específicos: cultual, profético y misionero, a la luz del proyecto pastoral de la Conferencia de Aparecida. Se podría decir que en este momento se verifican las mejores condiciones para una renovada proyección de las conclusiones del encuentro de los obispos latinoamericanos que se realizó en el santuario de la Virgen de Aparecida, con la presencia de Benedicto XVI, en mayo de 2007. Desde entonces el plan pastoral se ha ido aplicando gradualmente pero ahora, después de la visita del Papa Francisco (uno de los principales redactores de este documento) los planes pastorales que de él derivan cuentan con una carga especial de fuerza y solidez. Y el principal acento está puesto en la proyección misionera, que solo es posible si primero se es discípulo, exhortación que Francisco coloca en el centro de la pastoral.

2. El desafío del Evangelio encarnado. El Viaje del Papa fue un momento culminante e inolvidable del anuncio del Evangelio encarnado, cuya vía maestra es el  hombre, para alentar a los cristianos de la América Latina de hoy a “no tener vergüenza de la carne del hermano”, especialmente de los más débiles y marginados. El Papa Francisco ha sabido transmitir a todos, y no solo a los católicos, una exhortación profunda, urgente e ineludible a considerar y vivir el propio destino personal estrechamente unido al de quien está al lado. La voz del Papa se alzó poderosamente en defensa de la fraternidad, sin la cual jamás será posible ningún destino compartido. En cierto sentido muchos pasajes del magisterio del Santo Padre han sido verdaderos himnos a la solidaridad humana y al amor fraterno como condiciones necesarias para la propia realización. En este ámbito el núcleo del desafío es la misericordia, lo más parecida posible a la misericordia que Dios Padre tiene con sus hijos.

3. La fraternidad de la Patria Grande. Por último se puede decir que el viaje del Papa ha sido, en lo que específicamente respecta a América Latina, una especie de magisterio itinerante abreviado del principal desafío de estos pueblos, de estas naciones y culturas: la Patria Grande, la familia de naciones que desde las propias y jamás renegadas raíces católicas, están llamadas a construir una sociedad radicalmente diferente, más justa, pacificada, próspera y fraterna. Además, esta enseñanza, exhortación y advertencia necesariamente producirá efecto en todas las sociedades latinoamericanas, en la política y los políticos, en las instituciones y en las perspectivas de integración y colaboración entre los pueblos.

En otras palabras, el Papa convoca a toda la Iglesia, pastores y pueblos, para que no vacile en ser un factor de cambio, un factor capaz de acompañar, con discernimiento, los procesos urgentes y necesarios para cambiar la sociedad.

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