El vínculo entre Milei y la Iglesia, una prueba de fuego para el gobierno tras la traumática experiencia de Alberto Fernández

El vínculo entre Milei y la Iglesia, una prueba de fuego para el gobierno tras la traumática experiencia de Alberto Fernández

La canciller Diana Mondino aún no designó al Secretario de Culto ni el reemplazo en la embajada ante el Vaticano. Los antecedentes del ex presidente y los nombres en danza

PorFederico Mayol

Hasta este viernes, Javier Milei no tenía Secretario de Culto y su canciller, Diana Mondino, había ordenado remover a la embajadora ante el Vaticano. En la semana, el propio Gobierno dejó trascender de manera informal que el Presidente podía hacer una escala en Roma para saludar al Papa Francisco después del viaje que prevé realizar a Suiza para participar del Foro Económico de Davos, una modalidad de visita que, en general, no suele caer demasiado bien en la Iglesia. Hasta este fin de semana tampoco figuraba en la agenda oficial la tradicional reunión previa a la Navidad entre el jefe de Estado y las autoridades de la Conferencia Episcopal, tras una serie de versiones cruzadas que la nueva administración libertaria manejó con un tanto de desprolijidad.

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En la única reunión de transición que mantuvieron Milei y Alberto Fernández en Olivos, el martes 21 de noviembre, el presidente entrante podría haberle preguntado al saliente por su vínculo con la Iglesia, para evitar caer en errores no forzados. En eso, Fernández tiene experiencia: el último traspié, sobre el final de su mandato, lo obligó a cancelar un viaje a Roma en el que se despediría de Francisco porque debía “seguir adelante” con “las tareas” que en ese momento demandaba “la transición” -así se excusaron oficialmente en Casa Rosada-, y reprogramó la visita para “cuando ya esté instalado en España”.

En realidad, el ex presidente no canceló el encuentro con el Papa por la transición: en Roma, también en Buenos Aires, se fastidiaron por cómo manejo el tema la Casa Rosada y, en especial, por la nutrida comitiva que Fernández llevaría a Italia. Telefoneó a más de un dirigente para invitarlo al viaje, además de la media docena de colaboradores más cercanos que lo acompañarían.

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Esta semana, en sus redes, Fernández informó que, al menos por ahora, no tiene previsto reunirse con Francisco. Tras el llamativo revuelo público por parte de la oposición por el decreto presidencial relacionado con las custodias de los ex jefes de Estado, cuya confusión fue reconocida después por la propia ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el ex presidente aseguró que no está en sus planes volar próximamente a Europa. “Un viaje y una conferencia no cambian mi vida”, subrayó.

La aprobación del aborto en vísperas de las fiestas navideñas del 2020, una fecha cara para la Iglesia, y una serie de desmanejos en el vínculo con Roma que Fernández propició sistemáticamente, en particular con la divulgación de información que debía mantener en reserva, a pesar de los esfuerzos, entre otros colaboradores, del ex secretario de Culto Guillermo Oliveri, hicieron que dejara la gestión con una muy baja reputación en ese sector de la vida pública.

El presidente electo de Argentina Javier Milei junto a Diana Mondino. EFE/Matías Campaya

Milei aterrizó en el gobierno con muy malos antecedentes. Durante la campaña, sus adversarios, puntualmente el ex ministro Sergio Massa, se encargó de ventilar insistentemente los polémicos reproches del economista libertario a la figura del Papa, al que señaló como “el representante del maligno en la Tierra” y lo tildó de “comunista”, “impresentable” y “nefasto” con relaciones con “dictaduras”. Alberto Benegas Lynch, un prócer de La Libertad Avanza, llegó a proponer incluso que si Milei ganaba debía suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Francisco, por su parte, también envió señales contrarias al economista: pidió precaución con “los flautistas de Hamelin, porque son encantadores”. Una alusión, sin mencionarlo, a Milei.

El Presidente intentó entonces, en el tramo final de la campaña, dar vuelta la página y se arrepintió públicamente de sus dichos. Lo planteó en entrevistas, en el debate con Massa antes del balotaje y también lo hizo en privado, mientras algunos de sus colaboradores empezaban a explorar nexos con la Iglesia en Buenos Aires que se intensificaron una vez que el libertario ganó las elecciones.

Un par de días después del triunfo, Milei y Francisco hablaron por teléfono. Casi de casualidad, a pesar de que, para el Papa, nada es casual: cada uno de sus movimientos, de sus dichos y de sus silencios son estratégicos. No fue de manera protocolar, ni por la vía diplomática. Fue a través del legislador Ramiro Marra, uno de los primeros libertarios, que intercambió mensajes de WhatsApp con el oftalmólogo del papa, de viaje por Roma. El diputado porteño le preguntó si el pontífice estaba dispuesto a conversar por teléfono con el presidente electo. El oftalmólogo, Fabio Bartucci, le dijo que sí. Según trascendió en LLA, Marra corrió hasta el hotel Libertador, en Retiro, y desde su teléfono se llevó a cabo la comunicación, que fue cordial y duró unos minutos. A los pocos días, Francisco le envió al nuevo jefe de Estado un rosario bendecido.

Esta primer semana de gobierno, sin embargo, no fue la más alentadora para la construcción de ese vínculo.

Al cierre de esta edición, Mondino, es decir la administración Milei, aún no había designado al encargado de la Secretaría de Culto que dejó vacante un especialista como Oliveri. Durante la semana, y en la previa de la asunción del presidente, circularon media docena de nombres. El primero fue Santiago Santurio, de muy buen vínculo con la Iglesia -trabajó en un sector para distender las relaciones-. Después se anotó Agustín Caulo, un joven militante provida, impulsado por él. Más tarde circuló que la canciller impulsaba para ese lugar a un diplomático de carrera. Trascendió, en ese sentido, que Roberto Bosch Estevez, destinado en la embajada argentina en Madrid, podía hacerse cargo del área, pero el diplomático habría preferido, por cuestiones familiares, seguir por el momento en España. Entonces, la que se anotó fue Cynthia Hotton, que forma parte del cuerpo diplomático y que asegura tener buena llegada a Roma.

Hay otros nombres en danza, pero, por ahora, ninguna definición.

La resolución con los traslados en Cancillería, entre ellos el de María Fernanda Silva, embajadora en el Vaticano.

En ese contexto, con fecha del miércoles, circuló una resolución interna firmada por Mondino para disponer el “traslado” de ocho embajadores como el de la India, Rusia y Francia, y María Fernanda Silva, la representante del gobierno ante la Santa Sede.

En su momento trascendió que Silva había sido impulsada para ese lugar por el kirchnerismo, pero siempre tuvo un vínculo especial con Francisco: el Papa le firmó la nulidad matrimonial. Sin embargo, desde Roma hicieron saber que el pontífice no intervendría ni en la continuidad de la embajadora ni en la imposición de su reemplazo.

De todos modos, la salida de Silva, que tiene hasta 45 días para dejar el destino, y que dejará interinamente su lugar a la diplomática Sofía Sánchez Acosta, abre un interrogante: en los primeros días de enero, Francisco realiza su tradicional discurso de todos los años ante los miembros del cuerpo diplomático ante la Santa Sede. No sería una buena señal que, para esa fecha, el gobierno aún no haya tomado ninguna decisión. Hasta este fin de semana, si había nombres, se barajaban en estricta reserva. Es un destino muy cotizado.

Antes de la asunción de Milei, monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal, mantuvo reuniones con Mondino y con Santurio para empezar a establecer una relación más sólida con la nueva gestión. La vicepresidenta Victoria Villarruel también se entrevisto con Jorge García Cuerva en la catedral, una visita fuera de protocolo, informal. En la ceremonia interreligiosa, en la asunción del presidente, García Cuerva habló de “la libertad verdadera”: “La dimensión social es fundamental y nos permite mirar al bien común y no solo al interés privado”, remarcó.

En la semana, trascendió, en tanto, que Milei podía viajar a Italia en una de las escalas que, según ventiló su entorno, podía realizar después de participar del Foro Económico en Davos, a principios del mes próximo. Cuando los periodistas acreditados en Casa Rosada preguntaron si ese viaje podía incluir una visita al Papa, los colaboradores presidenciales, del riñón de Milei, deslizaron que sí, sin mayores precisiones.

En Roma y en Buenos Aires dicen que a Francisco, que lo utilicen como escala de viaje, lo pone de pésimo humor. Alguna vez, el ex presidente Fernández lo sufrió en carne propia.

Ese trascendido, que la Iglesia local captó rápidamente, se sumó a otro que se filtró a los medios y que dio cuenta de que antes del fin de semana Milei podía recibir a la Conferencia Episcopal. Hasta ayer, y en la previa de las fiestas de Navidad, no había ninguna convocatoria formal.

En los últimos días, el Papa se refirió a su posible visita a la Argentina. Dijo que solo tenía confirmado viajar a Bélgica, y que había otros dos destinos, entre ellos nuestro país, que estaban en duda por su salud. “Hay que distinguir mucho entre lo que dice un político en la campaña electoral y lo que realmente va a hacer después, porque después viene el momento de lo concreto, de las decisiones, de esas cosas”, subrayó Francisco en una entrevista que le concedió a la periodista mexicana Valentina Alazraki. “Yo le hago fe siempre a los políticos. Le hago fe... porque creo que la política, no lo dije yo, lo dijo un Papa anterior, es la forma más elevada de la caridad, el amor al pueblo, el amor político”, agregó, y confirmó el diálogo telefónico con Milei.

La eventual visita de Francisco a la Argentina es, en ese plano, todavía incierta. Las intenciones, según fuentes eclesiásticas, siguen vigentes. A pesar de los desmanejos y los trascendidos. “Se espera su visita para marzo o abril. La Nunciatura ya hizo las reformas necesarias en la casa para recibirlo. De ser así, le tocaría a Milei el honor de ser quien lo reciba de regreso a su propia tierra”, escribió en la revista Noticias Guillermo Marcó, ex vocero de Jorge Bergoglio.

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