La Universidad Nacional de Río Cuarto otorgó hoy el título de Doctor Honoris Causa “in memoriam” al Papa Francisco, en una ceremonia colmada de autoridades universitarias, representantes de distintos credos, organizaciones sociales y comunidades educativas que llenaron el Aula Mayor en un clima de profunda emoción y sentido ecuménico.
Desde el inicio del acto, la rectora destacó que el legado de Francisco representa una visión humanista de la educación que interpela directamente a la universidad pública. Se refirió a que su pontificado reafirmó valores como la solidaridad, el compromiso social y la búsqueda del bien común, y sostuvo que esta distinción expresa un reconocimiento a una enseñanza trascendente que continúa inspirando a la formación integral orientada a una sociedad más justa.
La vicerrectora Nora Bianconi agregó que la decisión del Consejo Superior tuvo un valor especial para toda la comunidad. Subrayó su ecumenismo, su humildad y su compromiso con los más vulnerables, rasgos que —afirmó— adquieren una relevancia aún mayor en un mundo que necesita de manera urgente diálogo, tolerancia y convivencia entre las diferencias.
El titular de la Pastoral Universitaria, Carlos Juncos, se refirió a la coherencia que distinguió a Francisco. Señaló que una de las características más profundas de su pontificado fue la unidad entre los dichos y los hechos, esa manera de acompañar cada palabra con un gesto, que lo volvió una referencia ética y espiritual dentro y fuera de la Iglesia.
En la misma línea, el obispo Adolfo Uriona entrelazó esta idea destacando que la distinción se vincula con la huella indeleble que dejó su magisterio. Consideró que el papado de Francisco “marca un antes y un después en la Iglesia Católica”, tanto por su apertura y su mirada universal como por su permanente defensa de la dignidad humana y su cercanía con los sectores más vulnerables.
El momento más íntimo y conmovedor llegó cuando José Ignacio Bergoglio, sobrino del Papa, recibió el diploma en representación de la familia y compartió un mensaje cargado de emoción. Recordó la profunda sencillez de Francisco, a quien describió como un hombre cercano, humilde y sin dobleces, siempre atento al otro.
En un pasaje especialmente significativo, explicó por qué lleva el apellido de su madre y no el de su padre: contó que su padre biológico “no fue un padre presente” y que incluso lo rechazó en dos oportunidades, motivo por el cual optó por tomar el apellido materno como un acto de identidad, dignidad y agradecimiento.
José Ignacio también evocó las últimas palabras que su tío le dijo cuando ya estaba enfermo, palabras atravesadas por su preocupación por la guerra y el sufrimiento de los pueblos. Además, compartió que durante uno de sus últimos encuentros le comunicó que iba a ser padre, y que ese anuncio hoy adquirió una fuerza especial: llegó a la ceremonia acompañado por su hija de dos meses, cuya presencia llenó de simbolismo el acto al unir memoria, legado y futuro.
Su testimonio, sincero y profundamente humano, conmovió a todo el auditorio.
En este marco, el decano de la Facultad de Ciencias Humanas, Cristian Santos, impulsor de la propuesta, recordó que la iniciativa surgió hace un año entre docentes, nodocentes, estudiantes, graduados y el padre Juncos, convencidos de que Francisco encarnaba los valores éticos, intelectuales y sociales que la UNRC busca distinguir. Se refirió a la sorpresa y la tristeza que generó la noticia de su fallecimiento cuando el proyecto ya estaba avanzado, y señaló que por esa razón este doctorado in memoriam queda para siempre como memoria viva y como compromiso institucional.
Santos también entrelazó el pensamiento del pontífice con los desafíos actuales de la educación superior. Destacó la enseñanza de los tres lenguajes —cabeza, corazón y manos— y llamó a integrar conocimiento, sensibilidad y acción para construir entornos de cuidado, respeto y fraternidad. Advirtió sobre los riesgos de los “vicios de centralidad” —el academicismo, el desánimo y el pesimismo— y convocó a mirar la realidad desde las periferias, tal como proponía Francisco, para fortalecer la misión social de la universidad.
El Consejo Superior aprobó la distinción por unanimidad y valoró su liderazgo global en iniciativas como la Economía de Francisco, el Pacto Educativo Global y el Llamamiento de Roma por la Ética de la Inteligencia Artificial, que promueven una ética del encuentro, la justicia social y la sustentabilidad.
Al cierre, se anunció la creación de una Cátedra Abierta sobre el Legado del Papa Francisco, que comenzará a dictarse el próximo año y que abordará sus encíclicas, su pensamiento social y su aporte humanista, en un espacio abierto a la comunidad con participación de docentes de distintas disciplinas y especialistas invitados.
La ceremonia concluyó con un prolongado aplauso que sintetizó la emoción compartida. La UNRC no solo honró la memoria de Francisco, sino que asumió el compromiso de mantener vivo su legado en cada acción educativa y social que impulse hacia adelante.


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