El titular del Episcopado, José María Arancedo reclamó "construir el bien común de la Patria". La Iglesia sumó así su voz a la preocupación por las presiones y las tensiones que afectan al Poder Judicial
Dos días después de la Marcha del Silencio, la Iglesia Católica pidió "asegurar la independencia del Poder Judicial y la división de poderes". El reclamo lo hizo uno de los máximos representantes de la cúpula religiosa, el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, quien aprovechó la coincidencia con el inicio de la Cuaresma para clarificar la postura eclesiástica en la convulsionada coyuntura política.
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz convocó a asumir las tareas necesarias "para construir el bien común de la Patria", llamó a recuperar "el valor de la palabra y la confianza mutua", y consideró “imprescindible” asegurar la independencia del poder judicial.
"Recordemos que la Patria que nos cobija es un don que hemos recibido, y la República una tarea que siempre debemos construir y cuidar. Siempre tengo presente la actitud de Jesucristo, que amó y lloró por su Patria, Jerusalén. Esto tiene un profundo sentido religioso y patrio", indicó el purpurado en su texto emitido el jueves pasado, tras la convocatoria que juntó cerca de 400.000 personas en la Capital.
También lamentó que el valor de la palabra esté "devaluado" y calificó ello como "un signo de enfermedad social". "A la palabra la nutre la verdad y la daña la mentira. Esto, que puede parecernos pequeño, tiene consecuencias muy graves en la vida social y política porque compromete la credibilidad que es un valor esencial en la vida de la sociedad", advirtió, según la agencia AICA.
Además, añadió que "el poder, la autoridad y la misma ley se debilitan". "Cuando dejamos de creernos no es posible dialogar ni confiar en el otro, no es posible construir el bien común como base de una sociedad libre y madura", sostuvo.
Concluyó su reflexión con el pedido a todos los ciudadanos que se comprometan en fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones de la sociedad. "La fe nos debe hacer mejores ciudadanos para amar y servir a nuestra patria. Que este tiempo de Cuaresma sea un momento de reflexión para asumir las tareas que nos reclama el bien común de la Patria", finalizó.
La opinión de Arancedo coincide con la adoptada por otros prelados en la marcha de homenaje a Nisman. El obispo de Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona, estimó que las movilizaciones del miércoles constituyeron "un reclamo al gobierno nacional" para que se esclarezcan los hechos de la dudosa muerte del titular de la UFI-AMIA. Además, el propio vicario general del obispado, Julio Lorenzo Estrada, concurrió a la marcha en Río Cuarto, junto con unas 5000 personas. Incluso, el arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca, participó de un acto interreligioso para rezar por Nisman.
A nivel nacional, la marcha contó con la adhesión de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, que depende del Episcopado y está compuesta por laicos.
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