La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) presentó este martes en Roma su Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo de 2025, un estudio que analiza la situación en 196 países y documenta graves violaciones en 62 de ellos.
Por Victoria Cardiel
De los 62 países analizados, 24 se encuentran en la categoría más grave: persecución, con violaciones sistemáticas de la libertad religiosa —violencia, arrestos y represión—. En el 75% de ellos, la situación ha empeorado. Otros 38 países presentan discriminación religiosa, limitando el culto, la expresión y la igualdad legal de las minorías.
Este documento que cubre el periodo comprendido entre enero de 2023 y diciembre de 2024, revela un dato inquietante: dos tercios de la población mundial —más de 5.400 millones de personas— viven en los 62 países donde la libertad religiosa no está plenamente garantizada. Solo Kazajistán y Sri Lanka muestran una mejora respecto a la publicación del informe anterior en 2023.
“El derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, protegido por el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no solo está bajo presión: en muchos países está desapareciendo”, advirtió Regina Lynch, presidenta internacional de ACS, durante la presentación del informe en Roma.
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El informe identifica en el autoritarismo el principal motor de la represión religiosa. En 19 de los 24 países clasificados como de “persecución” y en 33 de los 38 de “discriminación”, los gobiernos aplican estrategias sistemáticas —apoyadas en inteligencia artificial y tecnologías digitales— para controlar o suprimir la libertad religiosa.
En China, Irán, Eritrea y Nicaragua, las autoridades emplean vigilancia masiva, censura digital, leyes represivas y detenciones arbitrarias contra comunidades religiosas independientes. “El control de la fe se ha convertido en un instrumento de poder político”, señala el informe, que denuncia una creciente “burocratización de la represión religiosa”.
La expansión del yihadismo y del nacionalismo religioso
El extremismo islamista continúa extendiéndose, especialmente en África y Asia, siendo la causa principal de persecución en 15 países y un factor de discriminación en otros 10.
El Sahel —que abarca más de 5.000 kilómetros de oeste a este, desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo y abarca partes de 10 países africanos: Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía— se ha convertido en el epicentro del terrorismo yihadista, denuncia el informe. Hay presencia de varios grupos como el Estado Islámico – Provincia del Sahel (ISSP) y el Jnim, responsables de la muerte de cientos de miles de personas, millones de desplazados y la destrucción de numerosas iglesias y escuelas.
Paralelamente, el nacionalismo etno-religioso intensifica la represión en Asia. En India y Myanmar, las comunidades cristianas y musulmanas sufren agresiones, exclusión legal y violencia alentada por la retórica política. El informe define la situación en India como una “persecución híbrida”, combinación de leyes discriminatorias y violencia civil tolerada. En Palestina, Israel, Sri Lanka y Nepal, este fenómeno deriva en discriminaciones estructurales.
Guerras, desplazamientos y crimen organizado
La degradación de la libertad religiosa se agrava por los conflictos armados en Myanmar, Ucrania, Rusia, Israel y Palestina, que provocan una “crisis silenciosa” de desplazamiento masivo. En Nigeria, los ataques de milicias vinculadas a pastores fulani radicalizados han dejado miles de muertos y comunidades enteras destruidas.
En el Sahel, especialmente en Burkina Faso, Níger y Malí, milicias islamistas han arrasado pueblos completos, mientras que en Sudán, la guerra civil ha hecho desaparecer comunidades cristianas históricas.
El informe advierte también del papel creciente de la criminalidad organizada como agente de persecución: en México y Haití, grupos armados asesinan o secuestran líderes religiosos y extorsionan parroquias para imponer control territorial.
El declive de la libertad religiosa también en Occidente
El deterioro de este derecho no se limita al mundo en desarrollo. En Europa y América del Norte, ACN documenta un aumento preocupante de los ataques contra lugares de culto y creyentes. En Francia, se registraron casi 1.000 ataques contra iglesias en 2023; en Grecia, más de 600 actos de vandalismo; y cifras similares se repiten en España, Italia y Estados Unidos.
Según ACN, estos hechos reflejan un creciente clima de hostilidad ideológica hacia la religión.
El informe también destaca el repunte de actos antisemitas y anti-musulmanes tras los atentados del 7 de octubre de 2023 y el inicio de la guerra en Gaza. En Francia, los incidentes antisemitas crecieron un 1.000%, mientras que los delitos de odio contra musulmanes aumentaron un 29%. En Alemania, se registraron 4.369 incidentes vinculados al conflicto, frente a sólo 61 el año anterior.
Inteligencia artificial, un arma de control religioso
El estudio alerta sobre el uso creciente de tecnologías digitales y de inteligencia artificial como instrumentos de persecución. En China, Corea del Norte y Pakistán, tanto gobiernos como actores no estatales utilizan sistemas de vigilancia, censura y rastreo para criminalizar la fe y considerar la religión como una amenaza para la seguridad nacional.
La objeción de conciencia, bajo presión
Incluso en países de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), el derecho a la objeción de conciencia se ve restringido. En Armenia, Azerbaiyán, Ucrania y Rusia, quienes se niegan al servicio militar por motivos religiosos han sido encarcelados. En democracias occidentales como Bélgica, instituciones de inspiración religiosa afrontan presiones legales para ofrecer servicios como aborto o suicidio asistido, poniendo en riesgo la libertad de actuar según la propia conciencia.
Por primera vez, ACNlanzó durante la presentación una petición global titulada “La libertad religiosa es un derecho humano, no un privilegio”, dirigida a gobiernos y organismos internacionales para exigir la aplicación efectiva del artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Resiliencia y esperanza
A pesar del panorama sombrío, el informe destaca la resiliencia de las comunidades religiosas, que continúan promoviendo educación, ayuda humanitaria y reconciliación. En Mozambique y Burkina Faso, proyectos interreligiosos demuestran que la fe puede ser motor de cohesión social.
“La libertad religiosa es el termómetro del respeto a todos los demás derechos humanos. Su declive anuncia un retroceso general de las libertades fundamentales”, concluyó Regina Lynch, subrayando la urgencia de defender este derecho universal.
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