De Siria a Venezuela, el clamor del Papa por la paz en el mundo

De Siria a Venezuela, el clamor del Papa por la paz en el mundo

Durante su bendición pascual Francisco pasó revista a los principales focos de tensión en el mundo, asegurando que sólo la misericordia puede salvar del odio y la muerte

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ - CIUDAD DEL VATICANO

Paz para Siria. Para Venezuela, Irak, Libia y Yemen. Ucrania y Medio Oriente. El clamor del Papa para las zonas más violentas del mundo. Y una condena al terrorismo ciego y una imploración por los refugiados. Los lanzó durante su bendición pascual “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo), que pronunció desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.. Ante miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, Francisco advirtió que sólo la infinita misericordia puede salvar del odio y de la muerte.  

“El mundo está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles”, constató, hablando en italiano. Entonces comenzó una larga lista de conflictos.

Pidió que Cristo resucitado indique caminos de esperanza a Siria, un país desgarrado por un largo conflicto, con su “triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil”. Encomendó a Dios las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos.

Urgió a una mejor convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras. Y llamó a acompañar los esfuerzos por una solución definitiva a la guerra en Ucrania, apoyando las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas.

“Que el Señor Jesús, nuestra paz, que con su resurrección ha vencido el mal y el pecado, avive en esta fiesta de Pascua nuestra cercanía a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil; que lleve a buen término el fermento de esperanza y las perspectivas de paz en África; pienso, en particular, en Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales”, estableció.

El Papa se asomó a la logia central de San Pedro al mediodía. Allí permanecían más de 100 mil personas, muchas de las cuales antes habían participado en la misa del domingo de Pascua que él mismo había celebrado en el atrio de la basílica. Todo en una mañana a pleno sol. Al finalizar su celebración y antes del “urbi et orbi”, el líder católico se concedió a la multitud con un recorrido en papamóvil que lo llevó incluso hasta la Via della Conciliazione, fuera de la plaza. Antes de su bendición, resonaron los himnos de Italia y el Vaticano.

Más adelante aseguró que Dios ha vencido “el egoísmo y la muerte”, y imploró que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, “en las difíciles condiciones en las que vive”, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos. “Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos”, añadió.

Llamó a no olvidar a los refugiados, hombres y las mujeres en camino para buscar un futuro mejor. Aseguró que son una muchedumbre cada vez más grande, también de migrantes, que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social. Recordó que estas pesonas encuentran demasiado a menudo la muerte o el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda. Por eso solicitó que la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos.

Deseó que también la tierra sea inundada por la claridad de la resurrección, aunque sea tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera el equilibrio de la naturaleza. Dirigió su pensamiento a las zonas afectadas por los efectos del cambio climático, que en ocasiones provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta.

“Con nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo, y ante el mal que parece prevalecer en la vida de tantas personas, volvamos a escuchar las palabras consoladoras del Señor: No tengáis miedo. ¡Yo he vencido al mundo! Hoy es el día brillante de esta victoria, porque Cristo ha derrotado a la muerte y su resurrección ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad”, señaló.

“A quienes en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir, a los ancianos abrumados que en la soledad sienten perder vigor, a los jóvenes a quienes parece faltarles el futuro, a todos dirijo una vez más las palabras del Señor resucitado: Mira, hago nuevas todas las cosas... al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente . Que este mensaje consolador de Jesús nos ayude a todos nosotros a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos”, apuntó.

Luego bendijo a la muchedumbre, y también a los millones que lo siguieron a través de la radio y la televisión. Antes, la mañana de este domingo, la Santa Sede dio a conocer un telegrama mandado a nombre del Papa por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, para manifestar las condolencias por el atentado terrorista perpetrado en Irak.

“Entristecido por las noticias de la gran pérdida de vida causada por el ataque terrorista en Iskanderiyah, su santidad el Papa Francisco ofrece fervientes oraciones para las víctimas y sus familias, invocando a Dios la piedad sobre los muertos y el consuelo divino sobre los que sufren”, indicó el texto, enviado al nuncio apostólico en Baghdad, Alberto Ortega Martín.

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