Los salesianos ocupan sus terrenos en la cabecera del lago

Los salesianos ocupan sus terrenos en la cabecera del lago

Este día, ocupa “oficialmente unos terrenos el padre (Juan) Zenone, en la cabecera del lago Fagnano o Khami”.  El predio correspondía al espacio cedido “por el Ministerio de Agricultura (lotes 90, 91 y 92)”.    

Monseñor José Fagnano había aconsejado esa radicación al observar que era un lugar donde se reunían aborígenes” (Juan Kaikén –seudónimo de Roberto Chenú-. Del relato titulado Santiago Dalmasso).       

Zenone “y el coadjutor, o hermano Santiago Dalmasso vivieron un tiempo en carpas, pasaron inviernos fríos, dieron clases a los paisanos que vivían allí, y comenzaron la construcción de una casa, cercos de madera, ya que no había plata para alambrados”.

El propósito de los salesianos era catequizar a los nativos “y protegerlos ante las matanzas que practicaban los estancieros con el fin de quitarles las tierras”.

“El lugar elegido fue a metros de la casa que años después construyó el indio Julio Leguizamón, y que actualmente ocupa Carlos Olsen”. Chenú constató que “aún quedan unos muñones quemados del incendio que destruyó la casa original”.

Hicieron viajes a caballo por un territorio que no tenía caminos. Colaboraban con ellos “los hermanos Zirotti y Vigne, arrearon ganado vacuno y equino desde San Pablo, Harberton y río Fuego hasta la nueva Misión que llamaron San José”.

“El trabajo de Dalmasso fue muy sacrificado y casi en solitario. Zenone lo visitaba para animarlo muy de tanto en tanto, ya que viajaba mucho por la Isla en lo que llamaron Misiones Volantes (...) llegó a estar solo 85 días, sin misa y sin la visita de otro religioso con el que hablar”.

Los nativos fueron eficaces colaboradores de los salesianos, en su afán de aferrarse a su auxilio ante la cruel hostilidad de los ocupantes de su tierra ancestral.

“Después de la muerte de Fagnano, el motor de la empresa misionera, el 18 de noviembre de 1916 todo entró en crisis”.

“La gran epidemia de sarampión que castigó la Isla en 1925 asoló las comunidades aborígenes, con más de un centenar de muertos. Por tanto quedaron pocos paisanos en la Misión San José, perdía sentido el asentamiento. La oposición y problemas ocasionados por los estancieros llevaron a Dalmasso a vender todo y entregar el dinero al superior religioso. Fue trasladado a Fortín Mercedes, donde trabajó y acabó sus días” (op.cit.).

Tolhuin recuerda a Santiago Dalmasso con el nombre de una calle, para honrar a este pionero.

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