Las sanciones económicas son el último obstáculo par la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana. El Papa ha pedido que se acaben, la Casa Blanca se ha declarado favorablemente, pero se necesita el voto en el Congreso, para nada descontado. La diplomacia vaticana trabaja para obtener un resultado positivo90
Por FRANCESCO PELOSO
CIUDAD DEL VATICANO
Si el papel de la Santa Sede en en la histórica reapertura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba fue relevante, tal y como han señalado repetidamente los mismos protagonistas de las negociaciones, hay un aspecto todavía pendiente en las complejas negociaciones y que es decisivo: la superación del embargo económico que pesa sobre la isla desde 1960 (la medida fue ajustada y ratificada definitivamente por el presidente Kennedy en 1962). El Papa se ha expresado a favor de la eliminación de las restricciones económicas y comerciales; el mismo Barack Obama ha afirmado la propia intención de borrar el último obstáculo que separa a Washington de La Habana. Sin embargo, para llegar al final del embargo se necesita un voto en el Congreso y, para la Casa Blanca en las circunstancias actuales, obtener un consenso parlamentario es más complicado que regularizar las relaciones con Cuba. Por ello, la Santa Sede está desplegando desde hace tiempo presiones constantes sobre la administración de Obama y sobre la opinión pública de Estados Unidos, para que se pueda afrontar y resolver finalmente esta cuestión.
Entre los hombres que impulsan las acciones vaticanas en este sentido, destaca claramente la figura del cardenal cubano Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, quien en estos días subrayó que el Papa llega a Cuba en un momento crucial y muy particular para la historia de la isla, es decir mientras se están retomando las relaciones diplomáticas y se está tratando de mejorar las relaciones internacionales en su conjunto, además del esfuerzo para superar definitivamente el embargo de Estados Unidos sobre Cuba, «que nos ha afectado durante tantos años». Ortega se ha expresado, pues, como el representante de la Iglesia y del pueblo cubano absolutamente consciente de que la identidad y el orgullo nacional de la «isla grande» tienen un peso de importancia en la contienda política y económica que enfrentó a Estados Unidos y Cuba tras la revolución castrista.
Ortega, además, hace algunos meses detalló algunos particulares sobre la conversación que tuvieron Papa Francisco y Obama sobre el bloqueo. «El Papa afrontó el tema del embargo con Obama -indicó Ortega- y este último dijo que se trata de una medida totalmente obsoleta, tomada antes de que él naciera (Obama nació en 1960, ndr.)». Bergoglio le preguntó al líder de la Casa Blanca si se podía eliminar, y el presidente explicó que la cuestión de los prisioneros acusados de espionaje y detenidos tanto en Cuba como en Estados Unidos constituía todavía un obstáculo relevante (la cuestión después fue resuelta gracias a una negociación). Sobre a este problema, Ortega reveló que Francisco le hizo una observación significativa a Obama: cancelar el embargo, dijo el Papa, «no solo es un bien para el pueblo de Cuba, que ha sufrido mucho, sino también para su gobierno y su persona, y para la política de su país hacia América Latina. Si no se llega a una solución, Estados Unidos seguirán muy alejados de América Latina».
Lo que es cierto es que la partida está abierta: las relaciones diplomáticas y políticas están retomando su cause, las embajadas han vuelto a abrir, algunas delegaciones de parlamentarios estadounidenses demócratas y republicanos ya han visitado la isla, mientras que en julio de este año el presidente Obama pronunció un llamado al Congreso en el que afirmó: «Hay estadounidenses que quieren ir a Cuba. Hay empresarios estadounidenses que quieren invertir en Cuba. Los estadounidenses y los cubanos están listos para seguir adelante. Creo que es hora de que el Congreso haga lo mismo, escuchando al pueblo cubano y al pueblo estadounidense, y adoptando las medidas para revocar el embargo que impide que los estadounidenses viajen y hagan negocios en Cuba».
Y, si es cierto que los republicanos cuentan con la mayoría en el Congreso, por lo que podrían oponerse a medidas como la revocación del embargo económico, también es cierto que una postura como esta se está demostrando cada vez más anacrónica e incluso, tal vez, contraproducente bajo el perfil del consenso. De cualquier manera, el viaje del Papa a los Estados Unidos será la ocasión para afrontar el problema. El 23 de septiembre, cuando Bergoglio visite la Casa Blanca, se llevará a cabo también una entrevista importante entre el Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el Secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Carolin. Entre otras cosas, hay que recordar que también viajará en el séquito papal el «ministro» del Exterior vaticano, monseñor John Gallagher, por lo que la diplomacia vaticana estará representada por completo. Francisco hablará también en el Congreso el 24 de septiembre, y podrá encontrarse con el «speaker» republicano de la asamblea John Boehner.
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