En un saludo por el Día del Trabajador, alienta a que la generación de puestos de trabajo y empleo sea política prioritaria, e imploran: "¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!"
La Pastoral Social de la arquidiócesis de Córdoba saludó a todas las personas que trabajan y dio gracias a Dios por quienes tienen un trabajo estable y digno, en el marco de la celebración de San José Obrero.
Tras advertir sobre una “crisis laboral”, alentó a la clase dirigente a que establezca como política prioritaria la generación de puestos de trabajo y empleo.
“El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La plena ocupación es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común”, recordó.
En otro párrafo del saludo a los trabajadores en su día, la Pastoral Social cordobesa le pidió a San José Obrero que “ayude a disipar los peligros que amenazan a muchas fuentes laborales, y a alentar a los hermanos y hermanas que están en la búsqueda de trabajo a que no pierdan las esperanzas de encontrarlo”.
“Sabemos de la incertidumbre de tantas personas desocupadas, contratadas o con trabajo informal que sobreviven a la angustia diaria con el deseo de un empleo estable”, agregó.
“Adhiriendo al deseo que el papa Francisco expresó en su carta apostólica ‘Con Corazón de Padre’, imploramos a San José obrero que nos guíe en la búsqueda de caminos que nos lleven a decir: ‘¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!’”, concluyó.
Texto del saludo
Desde la Pastoral Social saludamos cordialmente a todas las personas que trabajan, y hacemos oportuno este día para agradecer a Dios por quienes tienen un trabajo estable y digno. En todo tiempo, pero más aún en esta hora de nuestra Patria, la posibilidad de trabajar de manera digna y estable es un bien muy preciado, una bendición.
Reconocemos y agradecemos el esfuerzo de tantos obreros, dirigentes obreros y empresarios que cada día hacen un aporte insustituible para el bien común de nuestra Nación. Son tiempos muy difíciles, de gran incertidumbre. Sin embargo, tantos argentinos de bien cooperan con su honestidad y generosidad para humanizar el mundo del trabajo que moviliza la economía para un desarrollo integral de todas las personas.
Crisis laboral
Todos constatamos que la crisis económica que vivimos desde hace tiempo, y el flagelo de la pandemia de Covid-19 han ocasionado la pérdida del trabajo de muchas personas y el deterioro de la fuente laboral de otras tantas.
En un país que tiene tantos recursos y posibilidades de multiplicarlos, pero que, paradójicamente, tiene altos índices de desocupación y de pobreza, es urgente reconstruir y extender la cultura del trabajo. Es imperioso que los argentinos volvamos a crecer en la conciencia de que el trabajo dignifica y amplía las oportunidades para todos.
Por eso, alentamos a la clase dirigente a que establezca como política prioritaria la generación de puestos de trabajo y empleo: “El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La plena ocupación es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común”.
Hoy son muchos los argentinos que no tuvieron la posibilidad de ver a su padre o a su madre trabajar. En consecuencia, sólo desde “una tenaz educación en valores y una formación para el trabajo, unidas a claras políticas activas, generadoras de trabajos dignos, se será capaz de superar el asistencialismo desordenado, que termina generando dependencias dañinas y desigualdad” [2]. Por ello es necesario erradicar toda precarización laboral, la cultura de la ilegalidad que nos arrastró al desempleo, a la marginalidad y, lo que es más grave, a la exclusión.
Renovamos nuestro compromiso y animamos a las y los trabajadores, empleadores, gremios y al Estado a seguir construyendo actitudes que favorezcan de manera decidida la cultura del trabajo, la promoción del empleo en regla, y la creación de más y mejores puestos de trabajo. Debemos animarnos a las realizaciones necesarias para dejarles a nuestros hijos y nietos una Nación grande que nos incluya a todos.
Cultura del encuentro y del diálogo
Vemos con dolor y preocupación que se hacen afirmaciones contundentes y categóricas como la que sostiene que “los que son pobres, lo son porque no quieren trabajar”. Semejante afirmación es falaz e injusta. Quienes compartimos la vida con nuestros hermanos más pobres sabemos que esto no es así. En un país que tiene el cuarenta por ciento de sus habitantes viviendo en situación de pobreza, en el que una familia tipo necesita 90 mil pesos para poder acceder a la canasta básica de alimentos, cualquier generalización que afecte a quienes padecen estas circunstancias parece injusta. Son afirmaciones que sólo contribuyen a profundizar la “grieta social” que tanto daña a nuestro pueblo. Es necesario contribuir, cada uno desde nuestros ámbitos, con la cultura del encuentro, del diálogo, con la búsqueda del bien común, no con la división y con el resentimiento. En esto, todos tenemos responsabilidad.
San José, patrono de los trabajadores
En el día en que los católicos celebramos a San José obrero, Patrono de los trabajadores, invocamos su intercesión para que, por la responsabilidad de todos, en particular la de nuestros gobernantes, construyamos y afiancemos la cultura del trabajo. Que San José Obrero nos ayude a disipar los peligros que amenazan a muchas fuentes laborales, y a alentar a los hermanos y hermanas que están en la búsqueda de trabajo a que no pierdan las esperanzas de encontrarlo. Sabemos de la incertidumbre de tantas personas desocupadas, contratadas o con trabajo informal que sobreviven a la angustia diaria con el deseo de un empleo estable.
Adhiriendo al deseo que el papa Francisco expresó en su carta apostólica “Con Corazón de Padre”, imploramos a San José obrero que nos guíe en la búsqueda de caminos que nos lleven a decir: “¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”
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