Monseñor Jiménez, el educador que deja en alto a Colombia en el Vaticano

Monseñor Jiménez, el educador que deja en alto a Colombia en el Vaticano

El bumangués se une a Salazar y Rubiano en el Colegio Cardenalicio.

Colombia tendrá nuevo cardenal. Monseñor Jorge Enrique Jiménez será el tercer colombiano en el Colegio Cardenalicio por hoy.

Un nombramiento que fortalece la Iglesia Católica en Colombia y que además, como asegura Alberto Linero, escritor y columnista que perteneció a la comunidad de los padres eudistas por varios años, “es un reconocimiento a la Iglesia colombiana como institución fundamental en la dinámica social de nuestro país”.

Quienes conocen a Monseñor Jiménez, lo describen como un hombre sabio entregado a su comunidad.

Sin duda, una de las cualidades que identificó el Papa Francisco en el presbítero, además de sus aportes a la comunidad en su acción pastoral, para otorgarle este reconocimiento que además es una responsabilidad.

De Santander al Vaticano

Monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal nació en Bucaramanga el 29 de marzo de 1942.

Muy joven, a partir de 1959 realizó el Noviciado en la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas), a la cual se incorporó el 17 de mayo de 1964.

Jiménez también incursionó en el ámbito académico. Es Licenciado en Filosofía en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Además estudió Teología en el Seminario Eudista de Valmaría en la misma ciudad; y Ciencias Sociales en el Instituto Latinoamericano de Estudios sociales de Santiago de Chile.

A sus veinticinco años fue ordenado sacerdote en Bucaramanga por Monseñor Héctor Rueda Hernández.

Desde entonces ha ejercido cargos importantes a nivel nacional e incluso internacional.

De ellos se destaca su vocación como formador profesor en seminarios y en especial su labor como responsable del área social en la Corporación Minuto de Dios durante la década de los setenta.

Desde 1988 hasta 1992 fue Superior Provincial en Colombia.

El sacerdote Jaime Marenco, de la arquidiócesis de Barranquilla, asegura que la labor de Monseñor Jiménez como secretario general de la Confederación Latinoamericana de Religiosos y como presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (1999-2003) hacen parte de los “aportes que fueron tenidos en cuenta por el papa Francisco a la hora de nombrarlo”. Eso, y las ganas de expresar a través de este nombramiento “sus afecto al pueblo colombiano”, en especial en los tiempos tan difíciles que vivimos como sociedad.

Monseñor Jiménez sirvió como obispo de Zipaquirá durante 12 años, luego se posesionó como arzobispo coadjutor de Cartagena el 15 de abril de 2004.

Desde el 4 de noviembre de 2005 fue el Arzobispo de la Arquidiócesis de Cartagena.

Entregó esta sede a a Monseñor Francisco Javier Múnera Correa, el 22 de mayo del año 2021.

Ahora, su amor a la enseñanza, su talante de conocimiento y su servicio devoto fueron puestos en los ojos del Vaticano, que respondieron con la creación del santandereano como cardenal.

Sobre su nueva asignación, Linero asevera que “Monseñor Jiménez Carvajal ahora sea miembro del Colegio Cardenalicio y sea "creado" cardenal, en la ceremonia especial llamada "Consistorio público" es un reconocimiento a su ministerio presbiteral y episcopal. Él ha sido un pastor que ha trabajado con mucha pasión en la guía del pueblo de Dios aquí en Latinoamérica. Ya sea como presidente de la CLAR y como Presidente del CELAM”.

Aumenta la representación nacional en el Vaticano

Mientras la llegada de monseñor Jiménez al Colegio Cardenalicio alegra a los fieles, otros dos connacionales que han entregado sus vidas al evangelio se muestran en el mismo selecto grupo de líderes. Estos son Su Eminencia Pedro Rubiano Sáenz y monseñor Rubén Salazar.

Pedro Rubiano Sáenz, quien en septiembre de este año ya completa 90 años en esta vida terrenal, fue ordenado sacerdote en 1956, con tan solo 24 años.

Así, dejó de lado todos los placeres que podía ofrecerle el mundo para consagrarse al Señor a muy temprana edad.

En su oficio fue diligente y reconocido por sus superiores, quienes le fueron confiando cargos de relevancia nacional durante sus inicios en el discipulado.

Rubiano recién pisaba sus 15 calendarios como religioso cuando recibió, directamente del papa Pablo VI, el nombramiento para ser el obispo de Cúcuta.

Los años que le siguieron en su peregrinaje, el oriundo de Cartago, Valle del Cauca, se dedicó a ser el administrador apostólico de Popayán y, acercándose cada vez más a su tierra, terminó siendo el arzobispo de Cali.

De esta manera, del agrado de Su Santidad, Juan Pablo II, en 1994 se le nombró en uno de los asientos más importantes de la Iglesia Católica: el arzobispado de Bogotá.

Mientras lideraba congregaciones numerosas y dirigía movimientos sociales a través de fundaciones dedicadas a la caridad y el servicio a los demás, el vallecaucano recibió en 2001 una asignación que le cambiaría la vida.

Siendo el más alto grado al que un sumo pontífice puede designar a un sacerdote, Rubiano fue creado cardenal.

En esta obligación, monseñor Rubiano tuvo 243 parroquias y al menos 360 presbíteros ocupando diferentes cargos pastorales, al momento de su retiro, en 2010, año desde el que es arzobispo emérito.

A su vez, en noviembre de 2012, de rodillas ante el ante el sumo pontífice del momento, Benedicto XVI, Monseñor Rubén Salazar Gómez, se convirtió en cardenal.

“El señor se ha fijado en mí, en mi pequeñez y mi humildad y me ha dejado servirle por 53 años”, aseguró Salazar Gómez en un entrevista hace dos años.

Prueba de ello es su recorrido sacerdotal y los cargos académicos que ha ejercido.

Nació en Bogotá el 22 de septiembre de 1942 e inició sus estudios en el Seminario de Ibagué.

Allí recibió la ordenación sacerdotal en mayo de 1967.

En Roma y en la Pontificia Universidad Gregoriana y el Pontificio Instituto Bíblico realizó sus estudios en Sagradas Escrituras.


Fue profesor del Colegio Tolimense en Ibagué, profesor de Sagrada Escritura en el Seminario de su Arquidiócesis, se desempeñó en Bogotá de 1987 a 1990 como Director del Departamento de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Colombia y fue miembro del Pontificio Consejo Cor Unum y representante de los países bolivarianos en el Consejo Ejecutivo de Caritas Internationalis.

En marzo de 1992 fue consagrado obispo en la Catedral de Ibagué, y pocos días después tomó posesión de su sede en Cúcuta.

Tras un período de siete años, fue nombrado Arzobispo de Barranquilla.

Elegido Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, fue nombrado en el año 2010 Arzobispo de Bogotá.

Sobre el sentir de todos los católicos frente al liderazgo de los religiosos nacionales, Linero concluye agradecido y menciona que “nosotros, los fieles; tenemos que dar gracias a Dios por la vida de nuestros pastores y orar para que ellos nos puedan guiar desde la Voluntad de Dios. Así como comprometernos en vivir la fe dando testimonio a todos los demás hermanos”.

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