Mons. Jorge Lozano: «La paz nos espera, vayamos a su encuentro»

Mons. Jorge Lozano: «La paz nos espera, vayamos a su encuentro»

El análisis de diversos acontecimientos que ocuparon el primer lugar en la agenda informativa de los medios de comunicación durante la presente semana, tienen un punto en común: el uso justificado de la violencia como medio válido para alcanzar un fin. Este es el tema que ocupa a Monseñor Jorge Lozano en su reflexión semanal.

«La violencia parece no tener fin en el tiempo ni conocer límites geográficos. En ningún lugar del mundo se escapa al riesgo de ver el derecho a la vida vulnerado,» lamenta el secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño.

Ucrania: un dolor universal

La guerra en Ucrania, la devastación del entorno, la muerte de miles de personas y en un contexto más cercano, el asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un laico en México, Joaquín, Javier y Pedro, eran sus nombres, una situación que hace evidente el poder del crimen organizado que avanza, permea y somete.

Monseñor Lozano unido al dolor de las familias recuerda el pronunciamiento del Consejo Episcopal al respecto, “rechazamos y condenamos este infame crimen que enluta e indigna a toda la nación y a la Iglesia católica de nuestro continente, y lo hacemos abrazando y denunciando todas las múltiples expresiones de violencia, abuso y opresión que siguen teniendo lugar en toda nuestra región, las cuales lastiman siempre más a los más vulnerables y quienes caminan con ellos”.

Violencia e inseguridad

Por otra parte están los países que sufren el flagelo de la violencia y la inseguridad, la consolidación de las pandillas que controlan y deciden por los habitantes de los territorios; sin mencionar situaciones como la esclavización sexual comercial de menores a manos de sus propios padres. Todas expresiones claras de violencia, dolores que permanecen en el alma de miles de personas.

Refiriéndose a su natal Argentina, el arzobispo de San Juan de Cuyo, habla de los diversos niveles de inseguridad que viven, el miedo a salir y caminar solo en la calle, incluso en horas de la tarde cuando la gente acostumbra a hacer una pausa en su día tomando una siesta. Igualmente están los efectos del confinamiento y el encierro que por causa de la pandemia ha desatado la violencia al interior de las familias.

En el dolor todos somos iguales, todos sufrimos de la misma manera cuando perdemos a alguien que amamos o nos hallamos impotentes para resolver alguna situación sin importar nuestro origen, condición social, cultural o económica, por eso, el prelado asegura que «existe un grito tan ensordecedor como contenido que clama una necesidad común ¡Queremos paz!». Un anhelo de todos y para todos.

Paz y reparación

Monseñor Lozano recuerda que tradicionalmente el 26 de junio es el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, flagelo que se convierte en otra fuente de violencia, peligro y postración ante aquello que nos sobrepasa y esclaviza.

Para las familias afectadas por esta situación se trata de un sufrimiento constante, una angustia sin límites que coarta la libertad. Al respecto el prelado invita a mirar y escuchar con ternura a quienes padecen adicciones, a que seamos instrumentos de paz y reparación, antes de juzgar, nos corresponde acoger con apertura confiados en la posibilidad del cambio, el que se da cuando abrimos el corazón y nos dejamos acompañar por Dios.

Trayendo a la memoria al Papa Francisco cuando era el Cardenal Jorge Bergoglio, Monseñor Lozano recuerda su insistencia en recibir la vida como viene, superando cualquier estereotipo o exclusión y de cara a quienes sufren este tipo de dificultades «se trata de tocar la carne sufriente de Cristo en el pueblo pobre y oprimido. No podemos ser indiferentes». Esta es una tarea que no podemos abandonar si es que realmente queremos contribuir la construcción de la paz empezando por la familia.

Finalmente, hizo mención de San Juan Bautista, patrono de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo, a quien considera debemos recordar en nuestra oración para  «pedirle a Dios nos conceda la valentía para denunciar las injusticias, y claridad para mostrar a Jesús como Salvador».

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