El mensaje de paz implícito en el “abrazo de las tres religiones”

El mensaje de paz implícito en el “abrazo de las tres religiones”

A seis años del “abrazo de las tres religiones” en el Muro de los Lamentos, el rabino Abraham Skorka aseguró que aquel gesto interreligioso que protagonizó junto al papa Francisco y el referente islámico argentino Omar Abboud, llevaba implícito un mensaje de paz.

A seis años del “abrazo de las tres religiones” en el Muro de los Lamentos, el rabino Abraham Skorka aseguró que aquel gesto interreligioso que protagonizó junto al papa Francisco y el referente islámico argentino Omar Abboud, llevaba implícito un mensaje de paz.

El referente de la comunidad judía reveló los entretelones de aquel encuentro histórico y sus implicancias, además de destacar la evolución del diálogo entre las confesiones en la Argentina.

“Con ese abrazo, (el Papa) quería que demostremos que se terminaron las discordias de dos mil años entre judíos y cristianos. Ese era mi sentimiento profundo. Después, a través de las conversaciones, surgió que también Omar (Abboud) esté con nosotros”, contó en una entrevista con la Agencia Judía de Noticias (AJN).

“El abrazo fue entre los tres y fue un abrazo más completo, porque en vez de tener un solo mensaje empezó a tener dos mensajes, o tal vez diría que había implícito un tercer mensaje, que es el mensaje de la paz universal”, subrayó.

Algunos pasajes de la entrevista-Se cumplen seis años del “abrazo de las tres religiones”, cuando el Papa se estrechó en un abrazo con usted y Omar Abboud ante el Muro de los Lamentos. ¿Qué sensación le dejó aquel hecho histórico?

-La verdad es que ese abrazo se me ocurrió a mí, cuando empezaba a tomar forma la idea de que iba a haber un viaje a Israel, a Tierra Santa, porque no era solo a Israel, sino que incluía Palestina y Jordania. Entonces le empecé a comentar que hagamos ese abrazo. Con ese abrazo, quería que demostremos que se terminaron las discordias de dos mil años entre judíos y cristianos. Ese era mi sentimiento profundo. Después, a través de las conversaciones, surgió que también Omar (Abboud) esté con nosotros. El abrazo fue entre los tres y fue un abrazo más completo, porque en vez de tener un solo mensaje empezó a tener dos mensajes, o tal vez diría que había implícito un tercer mensaje, que es el mensaje de la paz universal. Cuando volví a mi asiento después del abrazo, un cardenal argentino que trata las cuestiones de Medio Oriente, Sandri, me dice, con mucho cariño, ‘tranquilícese’, porque me vio muy emocionado. Entonces le dije: “Mire, ayer estuvimos, vimos el abrazo entre el Patriarca de Constantinopla y el Papa, el anterior había sido con Pablo VI hace 50 años, y ahora esto. Este abrazo estaba esperando 2.000 años, por eso estoy tan emocionado”. Sabía que iba a quedar como una imagen icónica para la historia, y realmente se transformó en eso.

-Frente a aquella imagen icónica que se registró hace seis años, desde su punto de vista, ¿Argentina es un ejemplo de convivencia interconfesional?

-Creo que Argentina es un país, una sociedad, muy paradójica. Conviven, en la misma, valores excelsos, realmente difícil de encontrar en otros lugares como Europa o en Estados Unidos, pero paralelamente hay otros valores muy negativos. No los llamaría valores, sino expresiones muy negativas que lamentablemente oscurecen muy frecuentemente lo positivo que hay en Argentina. El diálogo interreligiosos que se desarrolló no tiene indudablemente paralelo en ningún otro lugar del mundo. Ese diálogo en Argentina no fue el resultado del trabajo de todo un cuerpo del catolicismo, de los musulmanes o de los judíos. Esto fue el trabajo de individuos que tomaron desafíos muy grandes, que tuvieron un enorme coraje moral y aceptaron retos espirituales enormes. Así lograron construir ese diálogo, y “se la jugaron” por ese diálogo. No sé cuántos, si hablamos en general en Argentina misma, apoyaron real y plenamente ese diálogo en un principio. Pero después, al ver como esto se fue dando, una vez que se instaló este tema del diálogo, sí, mucha gente tanto de la Iglesia como del judaísmo, como del Islam, y en general por las distintas denominaciones cristianas, apoyaron el concepto del diálogo.

-Por lo que usted dice, cuando el diálogo interreligioso comenzó a tomar un volumen importante, surgió una fuerza opuesta que dificultó la consolidación de ese diálogo.

-Sí, es correcto, había una fuerza opuesta. Digámoslo con todas las letras, hubo gente de la Iglesia que me dijo cuánto (Jorge) Bergoglio, por identificar directamente a una de las personas que luchó por el diálogo, tuvo que hacer para concretarlo de una manera profunda, real… Diría que tuvo que darle sangre y carne, transformar en un cuerpo con sangre y carne al espíritu que aparece en la famosa declaración Nostra Aetate (En Nuestro Tiempo).

-¿Está intacta hoy la impronta de aquel momento y el diálogo entre Iglesia y el judaísmo?

-Lo que puedo decir a través de mi experiencia es que el diálogo no sólo que está intacto sino que se sigue desarrollando muy fuertemente en muchos lugares del mundo. Soy profesor en una universidad jesuita,y en un instituto para las relaciones judeo-católicas, donde se trabaja a nivel académico el tema del diálogo a un nivel muy alto. Además, hay dos directores, uno católico y otro judío, y el católico es un teólogo cuya pasión es el desarrollo de este diálogo. Amén de todo esto, yo sigo haciendo cosas. No me gusta utilizar la palabra, sigo trabajando con Francisco en muchas cosas que hacen al diálogo…

-¿Mantiene comunicación con el Papa?

-Más que llamadas telefónicas lo que tengo son correos. Por e-mail estamos totalmente en contacto. Amén de la amistad, hay un llamado que históricamente fue infalible, que es el día de mi cumpleaños. Me llama siempre, y yo le dije que lo quiero llamar, pero él me dice que ‘es imposible’”.

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