Mama Antula: la santa de los pies descalzos, la mirada limpia y el corazón grande

Mama Antula: la santa de los pies descalzos, la mirada limpia y el corazón grande

Así la definió el arzobispo de Buenos Aires en la misa por su primera fiesta litúrgica, que se celebró frente a la Santa Casa de Ejercicios. Mons. García Cuerva llamó a seguir su camino misionero.

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió el 7 de marzo la fiesta litúrgica en honor de Mama Antula, la primera santa argentina, frente a la capilla del Divino Salvador de la santa Casa de Ejercicios, del barrio porteño de Constitución.

El primado argentino usó el estandarte que acompañó a la santa en su misión. Aunque aclaró que no era su costumbre predicar con el báculo pastoral, monseñor García Cuerva exclamó: “¡Cómo no tenerlo en mi mano, si es el que era de Mama Antula!”.

También le agradeció a monseñor Ernesto Giobando SJ, obispo a cargo de la Sociedad Hijas del Divino Salvador y uno de los concelebrantes de la Eucaristía; a las religiosas y a quienes continuaron la obra en esa casa y “preservaron este báculo, que acompañó a Mama Antula desde el comienzo de su misión en Santiago del Estero”.

 

La santa: una definición en tres conceptos

El arzobispo porteño definió a Mama Antula como la santa de los pies descalzos, la mirada limpia y el corazón grande, y fundamentó cada uno de esos tres conceptos.

Al desarrollar la idea de los pies descalzo, monseñor García Cuerva consideró que esa es “una gran enseñanza” y planteó: “No digo que andemos descalzos, pero qué lindo sería que también seamos sensibles a lo que siente nuestra gente, que podamos realmente sentir el clamor de nuestro pueblo, que el dolor de los demás lo hagamos propio”.

“Porque tenemos esa sensibilidad propia que tenía Mama Antula, la mujer, la santa de los pies descalzos; la que pisaba el territorio argentino y sentía lo que sentía el pueblo”, profundizó, y agregó: “Vivimos tiempos muy difíciles y el riesgo es encerrarnos en nosotros mismos y el sálvese quien pueda”.

“Vale la pena descalzarnos, vale la pena pisar nuestra tierra, vale la pena experimentar y sentir lo que siente el pueblo; y entonces ser más solidarios y más generosos que nunca”.

Solidaridad en tiempos muy difíciles

El arzobispo invitó a pedirle a la santa de los pies descalzos “la solidaridad y generosidad, porque sentimos como propio el dolor de nuestra gente”. También propuso pedirle poder tener la misma mirada limpia que ella y animó a “tener una mirada de esperanza”.

 

 

“Que cada dificultad sea un desafío, que cada problema sea una oportunidad, que cada crisis sea un motivo para seguir adelante; y a no bajar los brazos, porque al igual que ella confiamos en la Providencia divina”, sugirió.

“Creo que Mama Antula sentía en lo profundo de su corazón que Dios la llamaba a esa enorme misión que eran los ejercicios espirituales y era, en definitiva, ser misionera de Jesús en la Argentina. Hoy nos toca a nosotros buscar, en lo profundo del corazón, la voz de Dios que, estoy seguro, nos quiere a todos misioneros en esta argentina del siglo XXI”.

El desafío de tener una santa argentina

Monseñor García Cuerva consideró que “es hermoso tener una santa argentina, pero es un desafío enorme y un lío gigante en el que nos metemos; porque si ella puedo ser santa en la Argentina, nosotros hoy también lo tenemos que ser”.

 

“Santos de pies descalzos, que sienten y tienen la sensibilidad de experimentar el dolor de nuestro pueblo. Santos de mirada limpia que, a pesar de las dificultades, siguen sosteniéndose en la esperanza y confiando en la providencia de Dios. Santos de corazón grande, que sienten, en el fondo del corazón la voz de Dios que dice: Argentina, levántate y anda; Argentina, levántate y camina; Argentina, tenés que ser un gran país”, sintetizó.

“Eso depende de su pueblo. Mama Antula lo hizo cuando le tocó, en el siglo XVIII. Ahora nos toca a nosotros: a tener corazón grande, a tener mirada limpia y con los pies descalzos que siempre sienten el dolor de nuestro pueblo, a construir entre todos un país mejor”, sostuvo.

El arzobispo de Buenos Aires finalizó su predicación invitando a la feligresía presente a vivar a la nueva santa, y repitió: ¡Viva Mama Antula, viva nuestra santa argentina! ¡Viva Mama Antula!, fuerte el aplauso”.

Además de monseñor Giobando, concelebraron la Eucaristía el capillán de la Santa Casa, presbítero Sebastián Risso; y los presbíteros Diego Ibarvia, Rubén Soto, Martín Panatti, Gonzalo Benítez y Pedro Bayá Casal.

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