Encuentro con la juventud en el estadio Morelos y Pavón de capital de Michoacán: la principal amenaza es «cuando uno siente que el dinero sirve para comprar todo, incluido el afecto de los demás»
Por ANDREA TORNIELLI - ENVIADO A MORELIA
«‘Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte’». Antes del esperado encuentro con los jóvenes, Francisco hizo una breve visita a la Catedral de Morelia, en la que depuso una corona de flores ante la imagen del mártir niño cristero José Sánces del Río, que será beatificado. Acompañado por el cardenal Inda Suárez, arzobispo de Morelia, el Papa dirigió unas breves palabras a un grupo de niños reunidos en el templo: «¡Muchas gracias por la visita! Y le voy a pedir a Jesús que les haga crecer con mucho amor, como tenía Él». Y después los invitó a rezar por sus familiares y amigos, pero también, «si están peleados con alguno, también piensen en él. Y también le vamos a pedir para que la Virgen los cuide, es una manera de hacernos amigos y no tantos enemigos. Porque la vida no es linda con tantos enemigos, y el que hace los verdaderos amigos es Dios en el corazón».
Un grupo de jóvenes purépechas recibió al Papa en el Estadio José María Morelos y Pavón a su llegada al encuentro con los jóvenes: «¡Bienvenido Papa Francisco los jóvenes mexicanos te recibimos con el alma, y estamos haciendo lío!» Le regalaron una cruz de la Pastoral juvenil latinoamericana. Esta cruz que para nosotros representa unión, fraternidad y unión en nuestras vidas. Francisco escuchó los saludos de cuatro jóvenes mexicanos, provenientes de los cuatro puntos cardinales del país. Le preguntaron cómo recuperar «el sueño de formar una familia», cómo obtener la paz en un México lleno de corrupción y narcotráfico, cómo ser reforzados en la esperanza.
Al tomar la palabra, el Papa recordó que miles de jóvenes estaban siguiendo el encuentro desde la Plaza San Juan Pablo II de la ciudad de Guadalajara: ««Quiero enviar un saludo y una bendición a los miles de jóvenes que en la arquidiócesis de Guadalajara están reunidos en la Plaza San Juan Pablo II, siguiendo lo que está pasando aquí, y como ellos tantos otros, pero me mandaron avisar que eran miles y miles allí ya reunidos ya escuchando. Así que somos dos estadios, la Plaza San Juan Pablo II de Guadalajara y nosotros aquí». «Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana—prosiguió— tiene rostro joven, son sus jóvenes. Sí, son ustedes la riqueza de esta tierra. Y no dije la esperanza de esta tierra, dije: Su riqueza». Pero, añadió, «una montaña puede tener minerales ricos, que van a servir para el progreso de la humanidad. Es su riqueza. Pero esa riqueza hay que transformara en esperanza con el trabajo como hacen los mineros cuando van sacando esos minerales. Ustedes son la riqueza, hay que transformarla en esperanza».
Y «si no se puede vivir la esperanza, sentir el mañana, si primero uno no logra valorarse, si no logra sentir que su vida, sus manos, su historia vale la pena.Si no siento eso, la esperanza no podrá entrar en mi corazón. La esperanza nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido, y para eso es necesario el ejercicio de empezar ‘por casa’, empezar por sí mismo. Les pido silencio ahora. Cada uno se contesta en su corazón ¿Es verdad que no todo está perdido? Yo ¿estoy perdido o perdida? ¿Valgo algo, valgo poco, mucho?».
«La principal amenaza a la esperanza —continuó Francisco— son los discursos que te desvalorizan, te van como chupando el valor y terminas como caído, no es cierto, como arrugado, con el corazón triste. Discursos , que te hacen sentir de segunda, si no de cuarta. La principal amenaza a la esperanza es cuando sentís que no le importas a nadie o que estás dejado de lado. Esa es la principal dificultad para la esperanza, cuando la sociedad te hacen sentir que no les importas y eso es duro, es doloroso, pero sucede. ¿Sí o no? Eso mata, eso nos aniquila, y eso es la puerta de ingreso a tanto dolor».
Pero hay otra amenaza terrible contra la esperanza, «y es hacerte creer que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas, marcas, del último grito de la moda, o cuando te volvés prestigio, importante por tener dinero pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor, y eso tu corazón lo intuye. La esperanza está amordazada por lo que te hacen creer, no te la dejan surgir. La principal amenaza es cuando uno siente que tiene que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La principal amenaza es creer que por tener un gran ‘carro’ sos feliz».
«Ustedes son la riqueza de México, ustedes son la riqueza de la Iglesia. Y no los estoy, permítanme que les diga una frase de mi tierra, no les estoy sobando el lomo, no los estoy adulando —dijo Francisco entre las ovaciones de los jóvenes. Y entiendo que muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos continuamente expuestos a la partida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror. Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno. Alberto, lo expresaste claramente, posibilidades de estudio y capacitación, cuando no se sienten reconocidos los derechos que terminan impulsándolos a situaciones límites. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando, por ser jóvenes, se los utiliza para fines mezquinos seduciéndolos con promesas que al final no son tales».
«Me han pedido una palabra de esperanza, la que tengo para darles se llama Jesucristo. Cuando todo parezca pesado, cuando parezca que se nos viene el mundo arriba, abracen su cruz, abrácenlo a Él y, por favor, nunca se suelten de su mano, aunque los esté llevando adelante arrastrando, y si se caen una vez déjense levantador él. Los alpinistas tienen una canción que me gusta decir a los jóvenes: 'En el arte de ascender, el triunfo no está en no caer, sino en no permanecer caído'. Ese es el arte y quién es el único que te puede agarrar de la mano para que no te quedes caído. Jesucristo que a veces te manda un hermano para que te levante y ayude. No le digas no me mires que estoy embarrado o embarrada, solo dejate agarrar a esa mano y déjate jalar por esa mano, y la riqueza que tenié adentro va a empezar a dar sus frutos pero siempre agarrados de Jesucristo; por favor, nunca se aparten de Él. Y si ven un amigo o una amiga que se pegó un resbalón andá y ofrecéle la mano pero con dignidad, al lado de él, escuchalo, no le digas te traigo la receta, no, como amigo, despacio, dale fuerzas con tu palabra, dale fuerzas con la escucha, esa medicina que se va olvidando: la escuchoterapia. Dejalo hablar y entonces poquito a poco te va a ir agarrando la mano y lo vas a ayudar con Jesucristo, pero si vas de golpe, pobrecito, lo vas a dejar peor de lo que estaba --añadió. Nunca se aparten de Él y si se apartan se levantan y sigan adelante, él comprende estas cosas. Porque de su mano es posible vivir a fondo, de su mano es posible creer que vale la pena dar lo mejor de sí, ser fermento, sal y luz en medio de sus amigos, de sus barrios, de su comunidad, de la familia. Por eso, queridos amigos, de la mano de Jesús les pido que no se dejen excluir, no se dejen desvalorizar, no se dejen tratar como mercancía. Jesús nos dio un consejo: ser autos como serpientes y humildes como palomas. las dos virtudes juntas. A los jóvenes vives no les falta. A veces les falta la astucia para no ser ingenuos. Las dos cosas astutos pero sencillos, bondadosos. Es cierto, capaz que no tendrán el último carro en la puerta, no tendrán los bolsillos llenos de plata, pero tendrán algo que nadie nunca podrá sacarles que es la experiencia de sentirse amados, abrazados y acompañados. Es la experiencia de sentirse familia, de sentirse comunidad y es la experiencia de poder mirar al mundo a la cara, con la frente alta, sin el carro, sin la plata, pero con la frente alta, la dignidad. Tres palabras, que las vamos a repetir: riqueza, y se la dieron, esperanza porque queremos abrirnos a la esperanza, dignidad. La riqueza que Dios le dio a ustedes, la esperanza que les da Jesucristo y la dignidad que les da el no dejarse sobar el lomo y ser mercadería para los bolsillos de otros».
«Hoy el Señor los sigue llamando, los sigue convocando, al igual que lo hizo con el indio Juan Diego. Los invita a construir un santuario. Un santuario que no es un lugar físico, sino una comunidad, un santuario llamado parroquia, un santuario llamado Nación. La comunidad, la familia, el sentirnos ciudadanos, es uno de los principales antídotos contra todo lo que nos amenaza, porque nos hace sentir parte de esta gran familia de Dios. No para refugiarnos, no para encerrarnos, al contrario, para salir a invitar a otros, para escaparnos de los desafíos; para salir a anunciar a otros que ser joven en México es la mayor riqueza y por lo tanto, no puede ser sacrificada, y porque es riqueza es capaz de tener esperanza y nos da la dignidad. Otra vez las tres palabras».
«Jesús nunca nos invitaría a ser sicarios -tronó Papa Francisco--, sino que nos llama discípulos, nos llama amigos. Jesús nunca nos mandaría al muere, sino que todo en Él es invitación a la vida. Una vida en familia, una vida en comunidad; una familia y una comunidad a favor de la sociedad».
«Y aquí, retomo lo que dijiste Rosario, En la familia se aprende cercanía, solidaridad a compartir a discernir, a llevar adelante los prometas a pelearse y arreglarse a discutir y a besarse y abrazarse. La familia es la primera escuela de la nación, y en la familia está esa riqueza que tienen ustedes, la familia es como quien custodia esa riqueza, en ella van a encontrar esperanza porque está Jesús y van a tener dignidad. Nunca, nunca dejen de lado la familia. La familia es la piedra de base de la construcción de una gran nación».
«Ustedes son la riqueza tienen esperanza y sueñan, también Rosario habló de soñar. ¿Ustedes sean con tener una familia? Casi no escuché la respuesta, ¿eh? Queridos hermanos ustedes de este País y, cuando duden de eso, miren a Jesucristo, el que desmiente todos los intentos de hacerlos inútiles, o meros mercenarios de ambiciones ajenas. Les agradezco este encuentro y les pido que recen por mí. Gracias».
Al final del encuentro, los jóvenes cantaron una canción que le gusta mucho al Papa, quien (hecho rarísimo) se puso a cantar con ellos: «Vive Jesús, el Señor», mientras miles de globos de colores volaban hacia el cielo. Después de largos momentos de fiesta, canciones y fiesta, el Papa se despidió con estas palabras: «Los invito a rezar juntos a Nuestra Madre de Guadalupe, a pedirle que nos haga conscientes de la riqueza que Dios nos dio, que nos haga crecer en nosotros, en nuestro forzó la esperanza en Jesucristo y que andemos por la vida con dignidad de Cristianos, y por favor no se olviden de rezar por mí».
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