Una Jerusalén confinada se enfrenta al desafío de las fiestas religiosas

Una Jerusalén confinada se enfrenta al desafío de las fiestas religiosas

Jerusalén está confrontada a las celebraciones de las fiestas religiosas mientras las autoridades luchan contra el coronavirus. A la Pascua judía le seguirán las celebraciones cristianas de Semana Santa y después el Ramadán para los musulmanes.

Tres fiestas que atraen en tiempos normales a miles de personas a la ciudad santa para las tres religiones. En el contexto actual, representan un desafío sanitario sin precedentes.

La calma de la ciudad antigua es estremecedora: sus callejuelas habitualmente abarrotadas están hoy desiertas. Las tiendas, salvo algún comercio de alimentos, están cerradas. Y, algo extrañísimo para un mes de abril, los peregrinos se han esfumado. La Pascua judía así como las celebraciones de Semana Santa atraen a decenas de miles de personas que vienen a rezar a los lugares santos.

Pero la pandemia del coronavirus ha cambiado el paisaje. En el aeropuerto de Tel Aviv, en Israel, solo aterriza un puñado de aviones por día y solamente los israelíes, los palestinos y los residentes extranjeros están autorizados a entrar. Los turistas, este año, no son bienvenidos.

Toque de queda

Los habitantes locales también se enfrentan a restricciones y tienen que repensar cómo vivir sus tradiciones en este periodo de fiestas. Los ciudadanos están confinados desde mitades de marzo, y esta semana el primer ministro anunció medidas mas estrictas. Aunque los desplazamientos no esenciales ya se habían prohibido, se han reforzado las reglas hasta el viernes 10 de abril con la multiplicación de los controles de policía.

El gobierno quiere de esta manera evitar cualquier desplazamiento, ya sea para rezar en Jerusalén o para festejar en familia. "Cuando se trata de su salud y de sus vidas, ciudadanos de Israel, no puede haber ningún atajo", dijo Benjamin Netanyahu al justificar la firmeza de sus medidas. Durante la fiesta del Purim a principios de marzo, si bien los grandes carnavales se habían anulado, se produjeron reuniones masivas. "La infección se propagó en varios círculos", aseguró el jefe de Gobierno. "La Pascua no se convertirá en un nuevo Purim", zanjó de forma cara Netanyahu.

Distancia social

Las medidas anunciadas por el gobierno para la Pascua judía conciernen al conjunto del país. "Es la primera vez que el gobierno de Israel toma una decisión estratégica de esta índole", señala Micky Rosenfeld, portavoz de la policía israelí. "Vamos a garantizar que la gente se quede en casa, que no salga, que no se reúna, que la gente mantenga una distancia social de al menos dos metros. Esto es lo que vamos a aplicar", explica Rosenfeld.

La policía vigilará particularmente algunos lugares religiosos. En Jerusalén, se cerrarán algunos barrios para evitar cualquier salida. "Nos vamos a concentrar en zonas donde ha habido un aumento de los casos de coronavirus", dice. La comunidad ultraortodoxa representa cerca de la mitad de los casos de Covid-19 detectados en Israel y no siempre aplica la distancia social impuesta por el gobierno. En los últimos días, la policía ha irrumpido en varias sinagogas donde se habían organizado rezos infringiendo las reglas actuales.

"La mayoría de los miembros de esta comunidad, una vez que les explicas las características reales de la enfermedad, lo entienden y se quedan en sus casas", asegura Tzippi Yarom, periodista de la revista ultraortodoxa Mishpacha. "En la mayoría de los barrios, están confinados. Rezan en casa y han organizado una pequeña celebración para Pascua: es triste pero es lo que van a hacer para la noche del ‘séder’ (ritual que marca el principio de la Pascua judía)", añade la periodista.

Rezos retransmitidos por Internet

El toque de queda se levantó este jueves por la mañana. "Se van a aplicar reglas similares para las fiestas de nuestros hermanos y hermanas no judíos", asegura Benjamin Netanyahu. Las celebraciones cristianas de Pascua también estarán perturbadas por la pandemia. El domingo pasado se anuló la tradicional procesión del Domingo de Ramos entre el monte de los Olivos y la ciudad antigua. También permanece cerrado el Santo Sepulcro, presunto lugar donde se crucificó a Jesús y donde supuestamente esta su tumba, según la tradición cristiana.

Sin embargo, las tres iglesias que gestionan el lugar, la griega ortodoxa, la católica y la armenia, han pedido que se reabra el lugar para celebrar rezos reservados para algunos miembros del clérigo. Quieren celebrar la Pascua y al mismo tiempo respetar las consignas sanitarias.

"No se han anulado las plegarias. La Pascua es una fiesta mayor y con eso no se juega", juzga Wadie Abunassar, uno de los representantes del Patriarcado latino de Jerusalén. La Iglesia, sin embargo, no tiene más remedio que adaptarse a la situación. "El número de participantes sera reducido al mínimo y se difundirán en directo las ceremonias para que los fieles puedan seguirlas", precisa. Las iglesias cristianas aún están negociando algunos aspectos con las autoridades israelíes.

Emisarios confinados en el avión

También se han anulado las reuniones las iglesias ortodoxas que celebran la Pascua una semana más tarde que la iglesia romana. La ceremonia del ‘fuego sagrado’, que reúne normalmente a un gran número de personas que se agolpan en el Santo Sepulcro y en las callejuelas aledañas, se celebra pero estará reservada a algunos dignatarios religiosos.

Normalmente, emisarios de varios países que cuentan con una fuerte comunidad ortodoxa vienen a buscar una antorcha y se la llevan a sus países. Pero esta vez, los emisarios no podrán salir de su avión y se les llevará la antorcha hasta el aeropuerto.

Por último le tocará el turno al Ramadán que comienza en dos semanas. Hasta entonces, se volverá a evaluar la situación sanitaria. En su discurso del lunes pasado, Netanyahu juzgó que "hay posibilidades reales" de que se levante el confinamiento progresivamente tras la Pascua judía "si se confirman las tendencias positivas". Difícil pensar en otro escenario que el actual en dos semanas.

Durante el mes de ayuno, más de 100.000 personas vienen a rezar cada viernes a la explanada de las Mezquitas, un movimiento de masas difícilmente imaginable en un contexto de pandemia, incluso ante la eventualidad de que la situación mejore. En cualquier caso y para evitar tensiones, cualquier decisión deberá tomarse en concertación con el gobierno jordano, que asegura la gestión de este lugar santo del Islam.

Texto de Guilhem Delteil, corresponsal de RFI en Jerusalén

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