Francisco destacó durante su homilía la necesidad de que los fieles abran sus corazones para curar la desesperanza en los hogares.

En una homilía marcada por lo que mandan las escrituras, Francisco hizo especial énfasis en la hospitalidad que debe ser ostentada por los fieles.

“Jesús, no los envía como poderosos, como dueños, jefes, cargados de leyes, normas; por el contrario, les muestra que el camino del cristiano es transformar el corazón”, dijo.

Solicitó tener “hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el desnudo, con el enfermo, con el preso”.

“Hospitalidad con el que no piensa como nosotros, con el que no tiene fe o la ha perdido. Hospitalidad con el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las culturas diferentes, de las cuales esta tierra es tan rica. Hospitalidad con el pecador. Por cada uno de nosotros también lo es”, afirmó.

“Hay algo que es cierto, no podemos obligar a nadie a recibirnos, a hospedarnos; es cierto y es parte de nuestra pobreza y de nuestra libertad”, reconoció.

“Así queremos ser los cristianos, así queremos vivir la fe en este suelo paraguayo, como María, alojando la vida de Dios en nuestros hermanos con la confianza, con la certeza que: «El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto»”, finalizó ante cientos de miles de personas.