“No a los falsos ídolos, solo Dios ama como papá y nos espera siempre”

“No a los falsos ídolos, solo Dios ama como papá y nos espera siempre”

Francisco en Santa Marta: «El Señor llora por nosotros si nos alejamos de Su amor», que es infinito a pesar de «la infidelidad de su pueblo»; no hay que dejarse «esclavizar» por la mundanidad

Por DOMENICO AGASSO JR.

 

El Señor ama infinitamente a Su pueblo a pesar de la constante infidelidad de la gente. Lo subrayó Papa Francisco en la Misa de hoy, 30 de marzo de 2017, por la mañana en la capilla de la Casa Santa Marta. Durante la homilía, según indicó la Radio Vaticana, el Pontífice exhortó a tener cuidado y no seguir a «falsos ídolos», y recordó que «solo Dios nos ama como un papá y nos espera siempre». El obispo de Roma insistió en el llanto de Cristo, cuando los hombres se alejaron de Su amor. 

 

Comentando la Primera Lectura del día, el Libro del Éxodo, el Papa indicó que el Señor sueña a Su pueblo, que está compuesto de personas que desilusionan; pero el pueblo, como sea, siempre es «el sueño de Dios. Soñaba porque amaba». Sin embargo la gente traiciona los sueños del Padre y Dios comienza de esta manera a «sentir la desilusión»; entonces le pide a Moisés que baje del monte al que había subido para recibir la Ley. Observó Francisco: el pueblo «no tuvo la paciencia para esperar a Dios» solamente cuarenta días. Es más, se construyó un cordero de oro, es decir una especie de divinidad para divertirse. Es así, se olvidaron clamorosamente «de Dios que loa ha salvado». 

 

Papa Bergoglio subrayó que el profeta Baruc tiene «una frase que pinta muy bien a este pueblo: “Se olvidaron de quien los creció”». Y «olvidar a Dios que nos ha creado, que nos ha hecho crecer, que nos ha acompañado en la vida: esta es la desilusión de Dios. Y muchas veces en el Evangelio, Jesús en las Parábolas, habla de ese hombre que tiene una viña y fracasa, porque los obreros la quieren para sí. ¡En el corazón del hombre siempre está esta inquietud! No está satisfecho de Dios, del amor fiel». El corazón del hombre tiende siempre «a la infidelidad –advirtió Francisco. Y esta es la tentación». 

 

He aquí que el Señor, mediante «un profeta, regaña a este pueblo» sin «constancia», que «no sabe esperar», que «se ha pervertido», se aleja del verdadero Dios y crea otro. En esta dinámica humana «está la desilusión de Dios: la infidelidad del pueblo... Y también nosotros somos el pueblo de Dios y conocemos muy bien cómo es nuestro corazón y cómo cada día debemos retomar el camino para no deslizarnos lentamente hacia los ídolos, hacia las fantasías, hacia la mundanidad, hacia la infidelidad». 

 

Según Francisco «nos hará bien pensar en el Señor desilusionado: “Dime, Señor, ¿tú estás desilusionado de mí?”. En algo sí, seguro. Pero hay que pensar en esta pregunta». Y después afirmó: Dios «tiene un corazón tierno, un corazón de papá»; ¿una demostración? Cuando Su Hijo Jesús llora «sobre Jerusalén». Entonces hay que preguntarse si «Dios llora por mí» y si «yo me he alejado del Señor». Y también: «¿Cuántos ídolos tengo y no logro quitármelos de encima, que me esclavizan? Esa idolatría que tenemos dentro... Y Dios llora por mí». 

 

Al final, otros consejos (cuaresmales): «Pensemos en esta desilusión de Dios que nos hizo por el amor y nosotros vamos a buscar amor, bienestar, pasarla bien en otras partes y no en el amor de Él. Nos alejamos de este Dios que nos creció. Y este es un pensamiento de Cuaresma. Nos hará bien. Y esto -añadió- hay que hacerlo todos los días: un pequeño examen de conciencia. “Señor, tú que has tenido muchos sueños sobre mí, yo sé que me he alejado, pero dime dónde, cómo, para volver...”. Y la sorpresa será que Él siempre nos espera, como el padre del hijo pródigo, que lo vio llegar desde lejos, porque lo estaba esperando». 

 

 

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