El 7 de noviembre, el santoral católico honra a San Ernesto de Zwiefalten, un abad benedictino y mártir alemán que sacrificó su vida por la fe. Su historia, aunque con pocos registros contemporáneos, es un poderoso testimonio del celo misionero durante la época de las Cruzadas.
El 7 de noviembre, el santoral católico honra a San Ernesto de Zwiefalten, un abad benedictino y mártir alemán que sacrificó su vida por la fe. Su historia, aunque con pocos registros contemporáneos, es un poderoso testimonio del celo misionero durante la época de las Cruzadas.
La audaz misión de un abad
Ernesto nació en una familia noble en Steisslingen, Alemania, alrededor de principios del siglo XII. Su nombre de origen germánico significa "severo", una cualidad que quizás reflejó su disciplina monástica. Junto a sus dos hermanos, se convirtieron en importantes mecenas de monasterios reformados en Suabia
Aunque no se conoce con precisión la fecha en que ingresó en la vida religiosa, en 1141 fue nombrado abad de la Abadía Benedictina de Zwiefalten, un importante monasterio en el sur de Alemania. Sin embargo, en 1146, dimitió de su cargo debido a las facciones y problemas internos que perturbaban la vida de la comunidad.
Impulsado por el fervor de su fe y el llamado de San Bernardo de Claraval, Ernesto se unió a la Segunda Cruzada. Dejó su abadía para emprender una peregrinación a Tierra Santa en la comitiva del obispo Otón de Freising, hermano del emperador Conrado III, con el fin de predicar el Evangelio.
El viaje no lo llevó a Jerusalén. En cambio, según una biografía posterior, fue capturado por sarracenos en una emboscada y llevado a La Meca junto con otros cuarenta prisioneros cristianos. Allí, fue presentado al "rey de Persia" e instado a renunciar a su fe.
Ernesto se negó rotundamente a convertirse al Islam y adorar a los ídolos. Se dice que, en un acto de extrema valentía, arrojó piedras a las figuras, rompiéndolas. Este desafío le valió una brutal tortura y, finalmente, la muerte en 1148 por martirio.
El relato de su martirio, la Vita S. Ernusti abbatis, escrito en Zwiefalten a finales del siglo XII, describe su atroz tortura: sus vísceras fueron extraídas de su ombligo y enrolladas en una vara, sellando su sacrificio por Cristo.
Devoción, simbolismo y oración
San Ernesto es elogiado como patrono de los misioneros y los cruzados, aunque su culto nunca fue reconocido oficialmente de manera universal. Se le representa con la vestimenta abacial, a menudo con mitra y báculo, sosteniendo un libro que simboliza su erudición y haciendo un gesto de bendición.
Su principal centro de veneración sigue siendo la Abadía de Zwiefalten, donde es conmemorado como mártir, un ejemplo de lealtad a Cristo hasta el final. Su fiesta se celebra el día de su muerte, el 7 de noviembre.
El nombre Ernesto, que significa "severo" o "serio", ha perdurado en honor a su firmeza. Aunque no hay una oración específica conocida y difundida en su nombre, se puede rezar por la fortaleza en la fe y por aquellos que son perseguidos por sus creencias.
El santoral de hoy también recuerda a San Willibrordo de Echternach (Apóstol de Frisia) y a los mártires Melasippo, Carina y Antonio de Ancira. Otros santos de la semana incluyen a San Leonardo de Noblac (6 de noviembre) y a los Cuatro Santos Coronados (8 de noviembre).
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