El obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, presidió la Eucaristía y animó a "no ir tras los que nos separan de Jesucristo, a mantener los ojos fijos en Él".
La diócesis de Quilmes celebró el sábado 12 de noviembre la XXVII Misa de la Esperanza en el Cruce Varela y se unió a la VI Jornada Mundial de los Pobres, convocada por el papa Francisco.
El obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, presidió la Eucaristía acompañado del obispo emérito de Río Gallegos y colaborador de la diócesis, monseñor Juan Carlos Romanín SDB, y de sacerdotes y diáconos de la diócesis. Una multitud proveniente de los partidos de Berazategui, Florencio Varela y Quilmes se hizo presente y participó activamente de la misa y el festival que la precedió.
Antes de comenzar la misa, el obispo de la diócesis vecina de Avellaneda-Lanús, Marcelo Julián Margni, se acercó a saludar al pueblo de Dios que peregrina en Quilmes, Florencio Varela y Berazategui.
Monseñor Tissera, a su vez, agradeció la presencia del intendente de Florencio Varela, Andrés Watson; del director de cultos de la Provincia de Buenos Aires, Juan Torreiro; de la directora de cultos del municipio de Quilmes, Mariana Rodríguez y del provincial de los Misioneros del Verbo Divino (congregación de la que formaba parte monseñor Jorge Novak, primer obispo de Quilmes), padre Marcelo Cattáneo.
En su homilía, el obispo subrayó que “la Jornada Mundial de los Pobres se presenta este año como una sana provocación para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente”.
“´No te olvides de los pobres´ es la palabra que brota en nuestro corazón para fortalecernos en el amor, la solidaridad, el deseo de justicia, la compasión, el servicio, la fraternidad. Son los valores del Reino que Cristo ha inaugurado y al que nos ha llamado, para construirlo juntos”, aseguró; y añadió: “El lema ´Comunión, participación y misión´ nos indica el norte que hemos de seguir. Es la manera de vencer el mal a fuerza de bien. Es el trigo que queremos sembrar y cuidar, aunque la cizaña crezca alrededor”.
El prelado animó a “no ir tras los que nos separan de Jesucristo, amantener los ojos fijos en Él”. “En muchas ocasiones, viviremos lo que él padeció: la oposición, la indiferencia, incluso la persecución. Pero todo ello nos debe aumentar la esperanza. ´Gracias a la constancia salvarán sus vidas´, nos dice hoy Jesús en el evangelio”, recordó.
El obispo de Quilmes hizo presente “a aquel que, con el Evangelio en su corazón, unido al Corazón del Buen Pastor, sentó las bases de nuestro ser diocesano: el padre obispo Jorge Novak”. Retomando las palabras del Siervo de Dios en su última misa de la Esperanza, al principio del milenio, recordó que “hay esperanza, porque miles de padres de familia alimentan y aman con ternura a sus hijos. Hay esperanza, porque hoy muchas servidores y servidoras organizan comedores para que niños y ancianos tengan, al menos, una comida al día. Hay esperanza, porque muchos voluntarios y voluntarias están junto a la cama de los enfermos como auxiliares de las familias y de los hospitales. Has esperanza, porque muchos docentes forman con amor el cerebro y el corazón de las nuevas generaciones. Hay esperanza, porque todavía quedan funcionarios y profesionales honestos...”
Monseñor Tissera se hizo eco de las palabras del papa Francisco en su libro “Soñemos juntos: el camino a un futuro mejor”, para hacer un fuerte llamado a la feligresía: “La Iglesia nació precisamente aquí, en la periferia de la Cruz, donde se encuentran tantos crucificados. Si la Iglesia se desentiende de los pobres deja de ser la Iglesia de Jesús y revive las viejas tentaciones de convertirse en una élite intelectual o moral”.
El diocesano de Quilmes agradeció a los miembros de la Vicaría de Solidaridad, por la organización de la misa, y a la Pastoral de Juventud, por ponerse al hombro el “Festival de la Esperanza”, que se realizó antes de la misa con la presencia de puestos relacionados con los diferentes carismas y departamentos de la diócesis.
Por último, agradeció a “tantos hermanos que, a pesar de las carencias y dificultades, siguen organizándose para resistir a las injusticias; los que día a día sirven a los demás más allá de sus obligaciones. A los que no bajan los brazos para sostener los centros comunitarios y lo hacen con alegría y desinterés; a todos los que de diversas maneras acompañan a los niños, adolescentes, jóvenes y a las personas mayores en tantas necesidades”.
Durante la misa, se recordó además al padre Carlos Abad, fallecido este año, y al nuncio apostólico León Kalenga Badikebele, que acompañó la celebración en 2018 y “hoy nos sonríe desde el cielo”.
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