Desde el Capitolio, Francisco pidió abolir la pena de muerte y el tráfico de armas

Desde el Capitolio, Francisco pidió abolir la pena de muerte y el tráfico de armas

El Sumo Pontífice se dirigió a los legisladores estadounidenses en lo que fue la primera visita de un Papa al Congreso de ese país. Dijo que la regla de oro es "defender la vida".

En su discurso en el Congreso de los Estados Unidos, primero en la historia ofrecido por un Papa, Francisco pidió ayer ante los legisladores la abolición global de la pena de muerte y acabar con el tráfico de armas. En el marco de lo que llamó una "crisis de refugiados sin precedentes" insistió en la necesidad de ver a los inmigrantes como personas y no como números.

"La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo. Esta certeza es la que me ha llevado a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte", dijo Francisco en Washington en uno de los eventos más relevantes de su agenda en ese país y horas antes de viajar a Nueva York, donde fue recibido por una multitud en el aeropuerto JFK.

El Pontífice argentino comenzó su discurso en inglés a las 10:04 hora local (11:04 hora argentina) y allí refirmó que la política debe "satisfacer necesidades comunes, especialmente de aquellos que están más abajo". Sobre la pena de muerte, un tema controversial en los Estados Unidos, que está vigente en varios estados, dijo que "cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse de la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito", dijo, provocando los aplausos de parte de los congresistas. Francisco apoyó la exhortación de los obispos estadounidenses para abolir la pena capital y ofreció "sostén a todos aquellos que están convencidos de que un justo y necesario castigo no debe nunca excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación", reiteró. Más tarde, la Casa Blanca emitió un comunicado aclarando que "no hay cambios" previstos en ese tema.

El Papa usó las figuras de Abraham Lincoln, Dorothy Day, Thomas Merton y Martin Luther King y citó la Declaración de Independencia de Estados Unidos para glosar un discurso de 50 minutos pronunciado en inglés ante una sesión conjunta de las dos cámaras del Congreso, en la que fue interrumpido varias veces con aplausos de legisladores, algunos emocionados hasta las lágrimas.

Por fuera del edificio, unas 50 mil personas siguieron sus palabras frente al Congreso, a través de pantallas gigantes, y luego en vivo cuando les habló desde un balcón.

En el pasaje en que el Papa se refirió críticamente a las acciones bélicas, celebró el acercamiento con países enemigos, en relación a las últimas negociaciones de Estados Unidos con Cuba e Irán. "Deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado", dijo, pero también se preguntó: "¿Por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible?"

"Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas", reclamó.

El Pontífice también alertó contra el "extremismo ideológico" y el "fundamentalismo de índole religiosa", así como ante "el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos".

El Papa, crítico del capitalismo desaforado, volvió a alertar de los peligros de servir al dinero. "Si es verdad que la política debe servir a la persona, no puede ser esclava de la economía y de las finanzas", afirmó en el centro del capitalismo.

Francisco, hijo de padres italianos, volvió a pedir que el país abra los brazos a los "extranjeros", en un momento de crisis de refugiados en Europa y de controversia sobre la política migratoria en Estados Unidos. "Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes", apeló. "Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor", se preguntó.

En su última actividad de ayer, Francisco visitó la iglesia de San Patricio en la Quinta Avenida, y hoy hablará ante las Naciones Unidas.

Lágrimas de emoción

Uno de los momentos más llamativos de la visita del Papa al Capitolio fue cuando el republicano y presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, se emocionó al estar junto al jefe de la Iglesia Católica. Y no fue el único, ya que se pudo ver al senador republicano

Marco Rubio y al vicepresidente, Joe Biden, con sus rostros envueltos en lágrimas.

Indocumentados

Las palabras de Francisco en defensa de los inmigrantes y a favor de la Tierra impactaron a  José Montes, un joven californiano de 19 años y de padres indocumentados. "Es muy importante que haya trascendido el ámbito de la religión y se haya referido a otras cuestiones", dijo quien llevaba una pancarta que decía "Soy un indocumentado y no tengo miedo". 

Estatua del santo

Tras sus palabras en el recinto y antes de ser conducido al balcón para hablar a los presentes en el exterior del palacio legislativo, Francisco recorrió el salón de las estatuas para visitar la del beato canonizado el jueves, el misionero franciscano Junípero Serra, considerado uno de los padres fundadores del estado de California y convertido en santo por el Papa.

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