La comunidad salesiana celebró una misa en memoria de Mons. Tirso Blanco

La comunidad salesiana celebró una misa en memoria de Mons. Tirso Blanco

En el primer domingo de Cuaresma, la comunidad salesiana en la Argentina celebró una misa en memoria de monseñor Tirso Blanco SDB, el argentino que se desempeñaba como obispo misionero en Angola.

Con una misa presidida por el padre Abel Iglesias SDB, la comunidad salesiana en la Argentina recordó a monseñor Jesús Tirso Blanco SDB, fallecido el 23 de febrero, que se desempeñaba como obispo de Luena, en Angola.

La Eucaristía tuvo lugar el primer domingo de Cuaresma en la iglesia Mater Misericordiae, de la comunidad de Don Bosco. Asistieron sus hermanos, familiares, amigos y sacerdotes de la diócesis que estuvieron en misión con monseñor Tirso Blanco en los últimos cuatro años en Angola, los padres Patricio y Matías, que concelebraron la misa.

También asistió a la celebración el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, quien al comienzo de la misa dirigió unas palabras en recuerdo de monseñor Tirso, que fue su alumno en la Universidad Católica Argentina. El purpurado reconoció que en estos últimos años descubrió la bondad y la entrega apostólica del obispo en su diócesis cuando conversaban, ya que desde la arquidiócesis de Buenos Aires le enviaba misioneros para la diócesis de Luena. El cardenal aseguró que es la despedida de "un buen pastor que dio su vida por las ovejas" de su diócesis, y rezó por su eterno descanso.

En la homilía, el padre Abel Iglesias, amigo de Tirso, introdujo el camino cuaresmal, invitando a hacer desierto para escuchar la Palabra de Dios, y asoció el tema de estar disponible para el servicio, con el trabajo evangelizador de Tirso, que desde jóven experimentó la vocación misionera que realizó en Angola, cuando llegó en tiempos de guerra civil con muchas dificultades, pero siempre haciendo una promoción humana y cristiana de los lugares donde desarrolló su trabajo pastoral.

También destacó su labor en la ciudad capital de Luanda donde estableció capillas, escuelas, talleres de oficios profesionales, promovió a la gente como catequistas de las distintas aldeas.

Además valoró su trabajo pastoral en la diócesis de Luena, una diócesis de amplia extensión con muchas dificultades geográficas para llegar a las aldeas más lejanas, pero que no impidió que Tirso realizara una labor espléndida buscando nuevos misioneros, congregaciones religiosas que se establecieron allí, reconstruyendo las capillas y sobre todo el seminario como lugar de formación del clero nativo.

El padre Abel dió gracias a Dios por lo que significa esta vida entregada hasta el último momento, ya que Tirso siguió trabajando y emitiendo documentos para su diócesis, plenamente lúcido a pesar del deterioro físico provocado por su enfermedad.

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