En Chiapas, el Papa reivindicó la cultura de los pueblos indígenas

Desde San Cristóbal de las Casas, Francisco llamó a pedir perdón por siglos de maltrato; rezó frente a la tumba del obispo Samuel Ruiz, emblema indigenista; también pidió cuidar el medio ambiente

Por Elisabetta Piqué

N CRISTÓBAL DE LAS CASAS, México.- Fue el día de la reivindicación de los derechos de los 11 millones de indígenas de México, a quienes les pidió perdón por un abandono y maltrato que comparó con el que se le da hoy a "nuestra oprimida y devastada Tierra".

Fue un nuevo grito directo y fuerte, esta vez en favor de los pueblos originarios y su "causa común", de Francisco, que confirmó así que planificó al milímetro su viaje a las heridas más dolorosas de México, que en definitiva son las mismas de todo el continente americano.

Y desde otro lugar emblemático: San Cristóbal de las Casas, tierra maya marcada por abusos y discriminación de los indígenas y por dos figuras que intentaron sacarlos del peor olvido: el subcomandante Marcos, líder de los zapatistas, y el obispo Samuel Ruiz, un pastor con olor a oveja, cercano a la Teología de la Liberación, defensor los derechos de los indígenas.

"Muchas veces, de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad", clamó Francisco en una misa sobrecogedora con las comunidades indígenas, con emotivas músicas autóctonas y lecturas en ch'ol, tzotzil, tzeltal, entre otras lenguas originarias.

"Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡perdón, hermanos!", pidió Francisco. "El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita", agregó el Papa.

Entonces, reinaba un silencio absoluto entre los más de 100.000 indígenas presentes en el campo deportivo municipal de la ciudad, que se había vestido de fiesta, con banderas del Vaticano y del estado de Chiapas, para una visita histórica.

Se veían mujeres con sus tradicionales polleras con tejidos de colores fuertes, de la cultura maya, algunas con largas trenzas negras y bebes arropados en mantas sobre sus espaldas. Y hombres con sandalias, pantalón corto y ponchos también hechos con tejidos representativos. México cuenta con 68 comunidades indígenas. En el extremo sur del país, Chiapas, el estado más pobre del país, hay un millón y medio, el 27% de la población del estado.

Llegada

El Papa llegó a esta zona fascinante y meca turística más que apreciada por la mañana en helicóptero desde Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, después de una hora de vuelo desde Ciudad de México.

Comparada con la euforia que desató allí "Papancho" cuando recorrió las calles en papamóvil, la recepción aquí fue más tímida, sobria y contenida, al menos al principio.

Arengados por un animador que gritaba por un parlante, los indígenas lo recibieron coreando: "¡Viva el papa de los pobres! ¡Viva el papa de la Iglesia de los pobres! ¡Viva el papa que quiere obispos junto a los pobres!".

El escenario, marcado por un altar que representaba la antigua catedral de San Cristóbal y decoraciones simbólicas mayas y un sol impiadoso, era espectacular. Esta ciudad, en efecto, se encuentra en una cuenca verde a 2263 metros de altura, rodeada de montañas.

Fundada en 1528, fue una de las primeras ciudades del norte de la América colonial española. Fue llamada primero Villarreal, luego Ciudad Real y sucesivamente San Cristóbal, con el agregado ulterior de "de las Casas", en homenaje a Bartolomé de las Casas (1484-1566), el primer obispo de la Ciudad Real y paladín de los derechos de los indígenas.

Lo cierto es que aquí se recuerda más aún a otro obispo carismático, Samuel Ruiz, que trabajó en esta zona remota 40 años: desde 1959 hasta 2000. Ruiz, que aprendió la lengua local y se convirtió en formador de miles de catequistas indígenas y centenares de diáconos, es recordado como "el Jtatik", "el Padre" en idioma tzotzil. Apodo que también se ganó el Papa, aclamado como "el Jtatik Francisco" cuando, al final de la misa, entregó un decreto de autorización de uso de lenguas indígenas en la liturgia, otro gesto de reivindicación de las culturas locales.

Luego de almorzar con ocho representantes de etnias indígenas en la curia local, como se preveía, Francisco visitó la antigua y bellísima catedral de la ciudad, construida en el siglo XVI. Allí, se detuvo a rezar en silencio frente de la tumba del obispo Ruiz, que murió en 2011 y representa esa Iglesia cercana a los últimos que busca Francisco, muy distinta a la de las altas jerarquías mexicanas.

"El Papa avaló así 40 años de trabajo en favor de los últimos. Su visita es un aliento y una esperanza para una diócesis que optó por los pobres", dijo el padre jesuita Pepe Avilés, que también vive aquí, evidentemente feliz.

Condena

En el sermón, el Papa habló de la ley de Dios que ayudaría al pueblo de Israel a vivir en libertad. Evocó "la esclavitud y el despotismo del faraón, que había experimentado el sufrimiento y el maltrato hasta que Dios dice basta, hasta que Dios dice: ¡no más!".

Condenó la "opresión, el maltrato y la degradación" y, al margen de pedir perdón por siglos de abusos, denunció que "de muchas formas y maneras se ha querido silenciar y callar" el anhelo de libertad. "Han intentado anestesiarnos el alma con la insinuación de que nada puede cambiar", dijo.

Consciente de estar en una zona riquísima en recursos naturales, saqueados desde hace siglos, también se refirió al medio ambiente y citó su encíclica Laudato si', sobre el cuidado de la causa común. "La violencia que hay en el corazón humano también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada Tierra", clamó.

Las conmovedoras palabras de un indígena que habló en representación de las comunidades presentes resumieron un día que quedará en la historia en este rincón de la frontera sur de México, que por un momento estuvo bajo los reflectores del mundo.

"Aunque muchas personas nos desprecian, tú has venido a visitarnos y nos has tomado en cuenta, como la Virgen de Guadalupe a San Juan Dieguito. Aunque vives lejos, en Roma, te sentimos muy cerca de nosotros. Muchas gracias, Jtatik, sigue contagiándonos la alegría del Evangelio y sigue ayudándonos a cuidar nuestra Madre Tierra", dijo.

Viaje a un bastión del narcotráfico

México

Hoy

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15.20 Visita a la catedral

16.30 Encuentro con los jóvenes en el estadio José María Morelos y Pavón

18.30 Regreso a Ciudad de México

Mañana

Estado de Chihuahua

10.30 (hora local) Visita a la cárcel N° 3 de Ciudad Juárez

12.00 Encuentro con el mundo del trabajo

16.00 Misa en la feria de Ciudad Juárez

19.00 Despedida y regreso a Roma

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