Se celebró Iom Ierushalaim en Buenos Aires

Se celebró Iom Ierushalaim en Buenos Aires

La Organización Sionista Argentina celebró Iom Ierushalaim, Día de Jerusalén, en el Auditorio de Belgrano, en la calle Virrey Loreto 2348 de la Ciudad de Buenos Aires.

El evento, que se realizó por el 56° aniversario de la reunificación de la capital única y eterna del Estado judío, comenzó con un video que mostró el contexto histórico. Luego se presentó «Laj Ierushalaim», con un gran despliegue de cantantes y bailarines.

Las banderas de Israel y de Jerusalén subieron al escenario en manos de los residentes del Hogar Ledor Vador y, tras ese emotivo momento, se realizó la bendición por la capital del Estado judío.

El evento contó con la palabra la Portavoz y Agregada de Diplomacia Pública de la embajada de Israel en Argentina, Amital Perry, quien recibió un reconocimiento ya que en los próximos días deja su misión en Argentina y regresa a Israel.

También lo hicieron el presidente de la OSA, Demián Stratievsky, la representante para el Cono Sur de América Latina de la OSM y de la Agencia Judía para Israel, Gabriela Glazman, voluntarios israelíes y referentes de la juventud sionista.

Con videos, música y bailes se desarrolló el evento que terminó con todo el auditorio entonando el Hatikva, himno nacional del Estado de Israel.

El 28 de Yihar de 5727, el tercer día de combates de la Guerra de los Seis Días, los soldados de Tzahal (Ejército de Defensa del Estado de Israel) entraron con valentía en la ciudad vieja de Jerusalem por la puerta de los Leones y liberaron la ciudad, reunificándola luego de 19 años de estar dividida, desde la Guerra de la Independencia del Estado de Israel, en 1948, volviendo a estar en manos del Am Israel (Pueblo Judío) el Kotel Hamaraví y el Har Habait (el Muro Occidental y el monte del Templo).

Este día, 28 de Iyar, (este año coincidente con el 18 de mayo) se denomina Iom Ierushalaim, y miles de personas visitaron la ciudad, en especial el Kotel Hamaraví.

La Rabanut Hashit (Superior Rabinato) del Estado de Israel estableció que Iom Ierushalaim, como un día de alegría, de alabanza y gratitud.

En Kivat Hatashmoshet (colina de las municiones), en la zona en que antes de 1967 pasaba la línea divisoria de la ciudad se realiza un acto de recordación pues en él cayeron muchos soldados de la brigada de los paracaidistas que lucharon en Jerusalem.

Jerusalem se encontraba dividida desde la Guerra de la Independencia que tuvo lugar en l1948. La parte occidental de la ciudad estaba bajo control israelí. La parte oriental lo estaba bajo control del reino de Jordania, excepto el enclave israelí del Monte Scopus.

Tras la liberación de la zona oriental, los muros que dividían la ciudad se derribaron y tres semanas después la Knesset(el Parlamento de Israel) decretaba la unificación de la ciudad extendiéndose la soberanía israelí a la zona este.

Un año después se decidió que en este día se conmemoraría la reunificación de la ciudad y la relación de los judíos con Jerusalén a lo largo de los siglos.

El Día de Jerusalén es un día laborable normal excepto por los actos oficiales.

Costumbres de esta Festividad

Actos

El acto principal se celebra en Kivat Hatashmoshet.

Durante este día, los inmigrantes de Etiopía celebran actos en recuerdo de los judíos etíopes que perdieron la vida en su peregrinaje hacia Israel.

Danza de la Bandera

Muchos miembros de la comunidad religiosa sionista acuden en esta jornada a Jerusalén para tomar parte en el desfile de la danza de la bandera que comienza en el parque Sacher y concluye en el Kotel (Muro Occidental).

Iom Ierushalaim (El día de Jerusalem)

Rabino Jaim Zukerwar

La soberanía del pueblo de Israel en su Tierra desde Jerusalem, su eterna capital, nos da la seguridad de que los valores esenciales de la humanidad no están en un museo sino que están vivos y que nada ni nadie los puede distorsionar.

El mundo necesita a Israel en su Tierra como el cuerpo al alma para poder conectarse con la Vida.

Todo en este mundo posee cuerpo: su materialidad, alma: lo que lo anima y un espacio vital: el lugar donde desarrolla su vida. De la misma forma Israel posee un cuerpo colectivo: los individuos que lo componen, su alma: el contenido espiritual que lo vivifica en pos de sus objetivos y su espacio vital: su Tierra.

Sólo cuando el pueblo está unido en su Tierra y de acuerdo a sus contenidos espirituales y a sus objetivos puede activarse el mecanismo a través del cual Israel revela su verdadera esencia con la cual inspiró a lo largo de toda la historia los valores más preciados que la humanidad posee.

Para que ello sea posible, todas las manifestaciones de la vida israelí: el gobierno, el sistema judicial, la vida cultural, el arte, la economía, la agricultura, la industria, etc. toda vivencia debe transformarse en canales de expresión de la auténtica identidad de Israel.

Lograr un alto estándar para sí mismo no es suficiente

Esa situación existió durante la época del rey Shlomó. Israel era una nación soberana en su Tierra, tenía su propio gobierno basado en Principios Superiores, ejército, una economía autosuficiente, agricultura, etc. Israel logró un estándar de civilización pocas veces alcanzado en la historia humana, pero no fue suficiente para inspirar al mundo con sus ideales altruistas y la fuerza civilizadora que alcanzó para sí.

El testigo de la historia

El Kotel, situado a pocos metros del Kodesh HaKodashím del antiguo templo de Jerusalem, conoció los momentos trascendentes de la historia.

Hace unos 2800 años Shlomó HaMélej, el rey Salomón, construye en «esa hermosa montaña» que vió Moshé el templo de Ierushalaim. El templo conectaba los cielos y la tierra, el dar y el recibir, y desde allí Shlomó HaMélej, el más sabio de los hombres, enseñaba a los líderes mundiales a discernir correctamente.

Influir o ser influído

El hombre influye o es influído. Al no lograr influir suficientemente al mundo, Israel no pudo sustentar por mucho tiempo su estándar y las influencias exteriores se infiltraron creando división; entonces los enemigos destruyeron el Templo y así perdimos nuestra soberanía.

2400 años atrás un 9 de Av el Templo arde en llamas, Israel sale al exilio. 70 años después Israel retorna para reconstruir nuevamente el Gran Templo de Ierushalaim.

Hace unos 1930 años, otro 9 de Av, los romanos conquistan Ierushalaim y queman el Templo. El pueblo de Israel es dispersado por todo el mundo.

Una experiencia única

Surgió un experiencia nueva y única en la historia de la humanidad: una nación toma contacto con prácticamente todos los pueblos y culturas que existen en el mundo. Israel permanece casi 20 siglos en el exilio para retornar nuevamente a su Tierra ancestral, trayendo consigo sus milenarias tradiciones y experiencias que recogen la esencia de la historia.

Profecías

Israel en ningún momento olvidó su Tierra, a Ierushalaim, al Templo, entonces sucede un milagro: el Estado de Israel.

En 1967 otro milagro, Ierushalaim vuelve a manos judías.

Miles de años no lograron extinguir los valores más preciados del Pueblo judío. Después de casi 2000 años comenzamos a ver realizadas las antiguas profecías. Y es sólo el comienzo.

Nuestro desafío 

Los valores esenciales de la civilización, que en tiempos antiguos no lograron trascender más allá de Israel, hoy pueden llegar a todos los rincones del mundo a través de la globalización y la internet. Cuando ese mecanismo se active inspirando el potencial de bondad latente en el ser humano toda la humanidad, Bezrat HaShem, se beneficiará del altruismo que surge de la correcta implementación de la Sabiduría contenida en la Torá.

Un fenómeno universal y necesario

Retornamos del exilio a nuestra Tierra para continuar nuevamente desde nuestro hábitat natural este proyecto de bien universal.

El proceso que comenzó con Abraham Avinu hace casi 4000 años y continuó con el resto de los Patriarcas, Profetas, etc. sintetiza los anhelos más preciados no sólo de Israel sino de toda la humanidad: el retorno al orden esencial.

La seguridad esencial

La soberanía del pueblo de Israel en su Tierra desde Jerusalem, su eterna capital, nos da la seguridad de que los valores esenciales de la humanidad no están en un museo sino que están vivos y que nada ni nadie los puede distorsionar.

El mundo necesita a Israel en su Tierra como el cuerpo al alma para poder conectarse con la Vida.

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