Obama primereó a Francisco esperándolo al pie de la escalera del avión de Alitalia recién aterrizado en Washington, mostrando que la empatía que nació entre ambos líderes el 23 de marzo de 2014 sigue intacta.
Obama primereó a Francisco esperándolo al pie de la escalera del avión de Alitalia recién aterrizado en Washington, mostrando que la empatía que nació entre ambos líderes el 23 de marzo de 2014 sigue intacta. Consciente que ese gesto podía acarrearle algunas críticas de los sectores más resistentes a la visita papal, especialmente los más cercanos al pensamiento del precandidato presidencial republicano Donald Trump,Obama no dudó en alinearse al liderazgo del jesuita.
Atrás quedaron desencuentros en materia de política exterior que tuvieron sus chisporrotazos en los planes militares norteamericanos en Medio Oriente especialmente cuando la invasión sobre Siria era inminente y Francisco convocaba a una cruzada por la paz. Precisamente este era uno de las cuestiones más irritantes para el Vaticano: que un Premio Nobel galardonado por sus esfuerzos a favor del desarme nuclear, la paz en Oriente Medio y la lucha contra el cambio climático promoviera la guerra. Sin embargo, las diferencias en puntos cruciales para ambos siguen estando en agenda y han sido mencionados por aproximación indirecta como el aborto, el matrimonio entre personas de un mismo sexo o el uso de los anticonceptivos.
Frente a la "preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior", Francisco citó magistralmente la Declaración de la Independencia para recordarle a los congresistas ciertos "derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad" porque "porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable" agregó, al pedir la abolición de la pena de muerte, un tema que conoce de cerca por el caso Saldaño, por quien se especulaba que podría haber intercedido ante el presidente Obama.
Bergoglio sabía que estaba ante una oportunidad única y en nombre de los descartables y excluidos de la sociedad no la desperdició. Fue la voz firme y pausada de los migrantes que sufren las guerras y las nuevas formas de esclavitud; apeló a la memoria y a las raíces de las historias personales para no cerrar los brazos ante tantas familias que persiguen sus sueños en tierras americanas que parecieran sufrir de amnesia y enfrentó al poderoso lobby de la industria armamentista que fomenta conflictos frente a nuestro "silencio vergonzoso y cómplice".
"Vengo a Roma para escucharlo", le dijo el presidente Obama a Francisco cuando lo visitó en el Vaticano. "Tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados" pareció contestarle en el Capitolio el Papa Francisco, en un discurso que sin lugar a dudas pasó a la historia.
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