Aprendizajes judíos sobre la riqueza y los bienes materiales

Aprendizajes judíos sobre la riqueza y los bienes materiales

La riqueza y el dinero es uno de los temas más difíciles de tratar, pues en muchos casos trae consigo historias de frustración y dolor. Aunque el dinero no compre ni el amor, ni la felicidad, la falta de éste puede llevarnos a situaciones sumamente duras, como la carencia de un techo, de salud o alimentación básica.

Por lo mismo no podemos negar la importancia que tienen los bienes materiales en nuestra vida, incluso aunque no nos encontremos en casos tan extremos, la riqueza trae consigo bienes necesarios para el disfrute de la vida: lujos pequeños que cada persona decide darse (un chocolate, una blusa, un disco, un viaje); nos da acceso a conocernos en ciertos ambientes y formas.

Sin embargo, como dicen: quien compra propiedades compra problemas. La obsesión con el dinero puede consumir la vida de las personas. Las cosas más valiosas, la familia, el amor, la amistad, el conocimiento, la paz interna y el disfrute del tiempo no están atadas al dinero y quien se obsesiona por mantener o conseguir bienes materiales puede descuidarlas y perderlas o tratar de equiparar su valor al económico; y es muy triste la vida de quien no tiene nada más que lo material. Por eso lo que se busca es un balance, el judaísmo no desprecia la importancia y fuerza que el mundo material tiene sobre nosotros y no rechaza las bondades y virtudes que éste ofrece al hombre; sin embargo, reconoce que es un medio para cosas más profundas, no lo vuelve un fin en sí mismo ni pone a la riqueza en un pedestal, nos recuerda los peligros que ésta trae. En una forma muy particular nos da las herramientas necesarias para poder actuar con integridad en ambos lados de la moneda; tanto el que corre el riesgo de atraparse en lo material, como el que tiene muy poco. Los siguientes son algunos aprendizajes que podemos obtener de las enseñanzas judías sobre lo material. Esperamos les guste.

I) La importancia de compartir

Uno de los placeres más grandes que señala el judaísmo es el placer de compartir la felicidad con aquellos que amamos, incluso con algunos desconocidos. Esa mentalidad se usa tanto en bienes materiales como espirituales, el poder compartir la riqueza de uno con los demás es de las experiencias más preciadas que tenemos como seres humanos. Y tenemos el ejemplo Abraham, nuestro patriarca, en ello el compartía su mesa, su pensamiento y su casa con todo el que pasaba y por eso fue el hombre que mereció ser padre de las naciones porque el amor que le tenía al prójimo era enorme. Según la visión judía así como lo espiritual se goza más en comunidad, también los bienes se disfrutan más cuando uno tiene la oportunidad de compartir el placer de los mismos con alguien más.

Además en el judaísmo existen dos conceptos judíos que fomentan esta idea más allá del placer de la convivencia uno es el de “gesed” y otro es el de “tzedaka”. Los dos proponen una visión de la riqueza en la cual uno tiene un sentido de deber con el prójimo. Bajo la visión judía todo lo que recibe uno viene de D-os y uno puede usar su riqueza para participar de la bondad que D-os vierte al hombre. El gesed es una de las propiedades divinas que se expresan en el hombre también; es la fuerza que nos lleva a amar a los demás, que nos invita a unirnos a ellos que nos vuelve empáticos frente al prójimo y nos empuja a ayudarlo. A través de actos de bondad y amor (actos de gesed) es que establecemos relaciones con los seres humanos, es esta fuerza la que nos invita a compartir con los demás y a través de ello emulamos a D-os.

El segundo concepto tzedaka proviene de la palabra usada para referirse a justicia. En esta visión dar de nuestra riqueza a alguien que lo necesita más es un acto de justicia más que de bondad, pues se reconoce que la riqueza no vino de nuestras propias manos y que nos fue dada para ayudar al prójimo, por lo cual es nuestra obligación moral ayudarlo. Se habla también de que los actos de justicia deben siempre ser acompañados por actos de misericordia y que el hombre ayuda a construir el estado ideal social en el cual todo hombre tiene cubiertas sus necesidades. Se reconoce la importancia de la participación social del individuo.

II) El mundo material es la expresión de la espiritualidad

Una de las ideas que cambiaron mi vida cuando entre en contacto con la mentalidad judía fue pensar que si bien dependemos del mundo material a cierto nivel éste en realidad es la expresión del mundo espiritual. Esto lo vemos con la historia de Noé y Adán, en el primer caso el mundo es destruido por la inmoralidad de la generación de Noé, reconstruido y salvado nuevamente por la integridad de Noé. Mientras que con Adán al comer del árbol del conocimiento del bien y el mal la muerte entra en el mundo y cambia la realidad material que los rodeaba a él y a Eva. Según la perspectiva judía, en las dos historias los cambios ocurren como expresión de la relación que existe entre D-os y el hombre; son reflejo de la espiritualidad humana. Bajo esta mirada el mundo finalmente se sostiene en los brazos del hombre.

Me parece un pensamiento muy bello porque nos recuerda que las cosas más importantes en este mundo no son materiales y nos empuja a cultivar aquellas cosas que consideramos eternas y duraderas; el amor en pareja, la belleza, el trato al prójimo y la relación con la divinidad, o cualquier cosa que uno considere expresa la parte más pura y bella del hombre. Ese pensamiento a mí me ayuda mucho a no sentirme aplastada por la necesidad, ni la materialidad y en momentos de ansiedad recuerdo que existimos para fines mucho más bellos.

III) Nos valemos por cómo somos y cómo tratamos a los demás no por cuánto tenemos

Uno de los grandes defectos que tiene nuestro tiempo es que muchas personas se han acostumbrado a valorarse a sí mismas y a los demás en base al éxito laboral o económico que han tenido. A veces se resalta la fortaleza de carácter que es necesaria para escalar los estratos sociales o se remarca las faltas de carácter de quien desciende y muchas veces no se toma en cuanta factores aleatorios, culturales o emocionales y se juzga duramente a las personas. El libro de Job nos enseña que el dinero y la fortuna no necesariamente dependen del esfuerzo o la integridad moral.

Darle tanto peso a lo material es un error por varias razones: la persona se acostumbra a valorarse en sus bienes materiales y no en sus cualidades como persona, un pensamiento así indudablemente lo llevará a una falta de autoestima muy grande porque ve su valor en algo externo a sí mismo; algo que además es falible, puede acabarse por un conflicto político o pasos mal dados. Al tratar de construirse a través de los bienes materiales descuida las áreas de su vida que no incluyen lo material, pues empiezan a perder valor e incentivos en sus ojos y deja de construirse a sí mismo como persona. Al final recordar que lo que nos hace humanos o lo que nos da fortaleza de carácter no radica en lo material sino en cómo nos comportamos con los demás y con nosotros mismos nos da mucha autoestima y paz porque nuestro valor depende de nosotros y de quiénes decidimos ser todos los días.

IV) La diferencia entre querer algo y necesitarlo

Parte del problema con el mundo material es que a veces no distinguimos entre querer algo y necesitarlo. Mi tío siempre decía “la riqueza no se encuentra en tener mucho, sino necesitar poco”. Cuando sentimos que necesitamos algo entramos en desesperación y angustia por obtenerlo, nos volvemos esclavos de aquello que deseamos porque se vuelve algo que sobrepasa los eventos de la vida cotidiana; incluso estamos dispuestos a someternos a maltratos por obtenerlo, pues lo vemos como una necesidad. Sin embargo, cuando sabemos que la cosa que queremos parte de un deseo de tenerla y no de una necesidad la angustia deja de existir e incluso tenemos más fuerza para luchar por ella, porque sabemos que lo queremos pero no necesariamente lo necesitamos. En el judaísmo es muy presente la idea de que D-os nos da en el momento todo lo que necesitamos para desarrollarnos plenamente; también hay muchas practicas judías, como el Shabat, que nos ayudan a tomar conciencia de lo que tenemos y que al privarnos momentáneamente de algo nos muestran que no somos dependientes de la cosa; que sólo dependemos de nosotros mismos.

V) Cuidar del que tiene menos que nosotros

Cuando uno se acostumbra al dinero ya tener gente a su cargo a veces es fácil olvidar que no todos tienen las mismas condiciones materiales y es muy fácil caer en abusos económicos con las personas que tienen menos que uno. La Torá remarca varias veces el cuidado que uno debe tener de no maltratar a las personas que tienen menos dinero que uno; constantemente nos recuerda que fuimos esclavos en Egipto como una advertencia de que cómo debe comportarse uno. También constantemente nos recuerda la gravedad de humillar u ofender a alguien que se encuentra en una situación de vulnerabilidad, sea cual sea ésta y existen muchos eventos en los que es obligatorio dar dinero o comida a los integrantes de la comunidad más necesitados.

VI) Respeto a la propiedad

Aunque el judaísmo advierte contra caer en las garras del materialismo en ningún momento niega la propiedad o habla en contra de ella. Por el contrario tratados del Talmud que por tradición se estudian primero (Bava Kama, Bava Metzia) justo atienden el tema de la propiedad tanto en reparación de daños como de transacciones. Está prohibido robar y envidiar porque se reconoce que respetar a la persona también es respetar su propiedad y su esfuerzo laboral.

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