Afuera de la Casa Blanca, una emoción multicultural

Afuera de la Casa Blanca, una emoción multicultural

Gente de distintos orígenes se juntó para saludar a Francisco

WASHINGTON.- Un concentrado de las expectativas que ha generado Francisco en Estados Unidos. Eso era lo que se palpaba ayer en los jardines de la Casa Blanca, donde había argentinos con banderas y lágrimas al ver allí a un compatriota: católicos, no creyentes, inmigrantes, latinos, diputados, legisladores. Un fiel reflejo del mosaico cultural que forma este país.

Estaba Jeffrey Richardson, nacido en esta capital, pero oriundo de Ohio, afroamericano de 37 años, con las banderitas norteamericana y del Vaticano en la mano y vestido con una camiseta de la selección argentina. "¿Por qué? Era la camiseta de mi compañero, Facundo Montenegro, argentino, que murió en 2005. El se había alejado de la religión católica, y antes de morir, se había vuelto a acercar. Y me imagino que a él, que era activista por los derechos gay, le habría gustado este Papa, por lo que dice sobre la economía, sobre la pobreza, sobre cómo se pueden cambiar las cosas", dijo a LA NACION Jeffrey, entre lágrimas.

"Por supuesto también le habría gustado ver a un papa argentino llegando a la Casa Blanca y también alguien con la apertura mental de este papa, que dijo «quién soy yo para juzgar a un gay»", agregó Jeffrey, no creyente, que trabaja como asistente social.

Estaba a su lado Carolina Espinal, de 37 años, nacida en esta capital, de madre nicaragüense y padre dominicano. "Una amiga me dio un boleto para entrar y vine a las dos de la mañana a hacer fila para entrar", contó.

"Soy católica, latina y es un orgullo tener a un papa latino. Además, siempre me ha caído bien que el papa Francisco se ve a él mismo como ejemplo para el pueblo", explicó Carolina, que se tomó el día en su trabajo como asesora de relaciones públicas para estar allí.

Pedido reforzado

Estaba también Jersey Vargas, la chica de 11 años que antes de que el presidente Obama fuera recibido por el Papa, en abril del año pasado, le pidió a Francisco, durante una audiencia general, ayuda para que su padre, Mario Vargas, mexicano indocumentado, no fuera deportado.

Francisco logró ese milagro, pero sólo momentáneamente, y su padre aún corre el riesgo de ser deportado, como cientos de miles de indocumentados que viven en Estados Unidos.

"Vamos a estar en todos los eventos del Pontífice en estos días", explicó el abogado que está peleando este caso. Junto a él, detrás de una valla, la pequeña Jersey, de ojos y cabello negro, y mirada triste, sostenía una tela blanca con la imagen de la Virgen de Guadalupe, donde con hilo rojo habían bordado esta leyenda: "Gracias, papa Francisco, Jersey y su familia".

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