Vida Consagrada

Vida Consagrada

En el marco de la convocatoria que realiza el Papa Francisco, proponiendo celebrar este año la Vida Consagrada, es una buena oportunidad para reflexionar desde la mirada de los laicos, el amplio abanico que comprende la consagración en Cristo, y todos los  aportes que, desde nuestro lugar en el mundo, podemos hacer hacia nuestros pastores, nuestros párrocos, monjas, laicas o laicos consagrados, entre otros.-


El documento presentado por la Conferencia Episcopal Argentina es claro, de simple lectura y abordaje, y en una total sintonía con el espíritu de la propuesta de Francisco.-
De entrada, las palabras presentan una propuesta necesaria, y todo un desafío al mismo tiempo. La necesidad de "aggiornar" siempre la actividad, el compromiso, dentro de la vida consagrada. Es cierto que desde mediados del siglo pasado, y en especial desde el Concilio Vaticano II, surge desde el seno de la Iglesia, le necesidad de revisar, valorar y exaltar los aspectos de la vida consagrada, pero hacerlo en un marco de mayor unidad con el medio, con la sociedad y el mundo. Y también con  los laicos, ávidos de la relación fraterna diaria en el trabajo, la oración, y el compartir, con aquellos que abrazan la vida consagrada en cada comunidad.-
Cuando el documento plantea aquello de "volver a las fuentes", sin ninguna duda aparece en muchos de nosotros la descripción de los primeros cristianos. Comunidades nacidas de la fe y la consagración radical de los primeros años, y también del martirio y la persecución. Eran los primeros en todo: En amar, en ponerlo todo en común, en dar la vida por el otro, en sociabilizar lo poco o mucho que se tenía, y también las pobrezas, necesidades y dolores.-
Hoy, en pleno siglo XXI, los laicos y los consagrados necesitan volver a encontrarse en comunidad. Común-unidad, que es vida abierta y compartida en lo cotidiano, y que sirve también para que el consagrado no este solo, en la muchedumbre. Volver a ser semilla de conversión, para que así como lo dice el Evangelio, también hoy el mundo mire y diga: "Los reconocemos por como se aman entre ellos"
El Año de la Vida Consagrada se extiende hasta febrero de 2016. Así como los obispos expresan en esta carta el amor, y la importancia de los consagrados y consagradas, nosotros como laicos también podemos en este año, mirar nuestra relación  con ellos, a fin de profundizar los vínculos, acompañarlos en su elección, y crecer juntos en la fe.-
Vanguardia y Martirio.
Por último, dos descripciones concretas y reales, y de una actualidad meridiana, aparecen en el documento. Los obispos argentinos reconocen a los consagrados estar permanentemente en la vanguardia, en la primera línea del aporte evangelizador y misionero al mundo.-
La vanguardia, también es siempre visibilidad, "desprotección", y riesgo. El riesgo puede tener que ver con la salud, la presencia en países, comunidades y situaciones límites donde hay que estar, para ayudar, parar salvar, para orar y acompañar. Pero también está el riesgo del "testimonio". Miles de cristianos, laicos y consagrados, hoy son ese testimonio vivo de amor al Señor, y de unidad con todos los seres humanos.-
Del testimonio al martirio, hoy, en decenas de países del mundo, hay un solo paso. En los últimos años, y especialmente los últimos meses, hemos sido testigos de martirios similares a los que sufrían los cristianos hace dos mil años. Nuestros obispos nos invitan a reflexionar, a entender, valorar y acompañar la Vida Consagrada. Vida, elección, vocación, comunidad, testimonio, martirio.-
Un año para ser instrumentos, herramientas, eslabones de una cadena de amor, al servicio de nuestras y nuestros consagrados.-

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