El Episcopado Venezolano publicó su Exhortación Pastoral con motivo de la CXIX Asamblea Plenaria Ordinaria. En la misma se refieren al capitalismo socialista salvaje que afecta la nación, y a la parálisis de la sociedad causada por la resignación, la desesperanza, la experiencia acumulada de múltiples carencias y las violaciones impunes de derechos fundamentales. Y afirman: “es fundamental pasar de la lamentación a la acción liberadora”.
“Con una de las inflaciones más altas del mundo y una moneda nacional en continua devaluación, el día a día de los venezolanos resulta cada vez más complicado”. Lo constatan los obispos venezolanos en su Exhortación Pastoral con motivo de su 119 Asamblea Plenaria Ordinaria, en un mensaje que busca dar respuesta a la realidad que el pueblo venezolano está “padeciendo”. En la misma se dirigen no sólo a los fieles católicos sino también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y hablan de la “lacerante realidad social” que se vive en el país.
Un capitalismo socialista salvaje
Una realidad que ha obligado ya, según la Agencia de la ONU para los refugiados, a más de 7 millones de personas a migrar, generando “la corriente migratoria más grande de América Latina y el Caribe en los últimos 50 años”. Un Éxodo, sobre todo de jóvenes, que no se detiene, “y empobrece – tal como advierten los obispos - el presente y el futuro del país”. Es un escenario “que pone en entredicho – según los prelados - el modelo de gestión que por más de veinte años ha guiado los destinos de la nación”, en el que “emergen nuevas élites económicas”: zonas de Caracas y, en menor medida, de algunas otras ciudades, muestran lo que se ha llamado una “burbuja”, como resultado de una suerte de “capitalismo socialista salvaje”, que “contrasta y resulta ofensiva”, para quienes, como los educadores, personal de salud, obreros, trabajadores informales y pensionados, “intentan subsistir con unos ingresos paupérrimos, y que hace que la brecha de desigualdad entre ricos y pobres sea cada vez más escandalosa”.
Urge la reinstitucionalización democrática del país
El episcopado paragona al paralítico de la escena a la cual alude el texto de los Hechos de los Apóstoles que acompaña la exhortación, (cfr 3, 6b.8a) que “no ha nacido en esta condición, sino que ha sido llevado a entumecerse”, con el entero tejido social venezolano, afirmando que la sociedad “está paralizada por la inercia y la resignación, por la desesperanza, por la experiencia acumulada de múltiples carencias, contradicciones reiteradas, violaciones impunes de derechos fundamentales, mentiras flagrantes, promesas incumplidas”. Y renuevan “la urgencia de la búsqueda de una unidad nacional mayor que logre la reinstitucionalización democrática del país, recuperando ese terreno de encuentro común que debe ser el texto y el espíritu de la Constitución nacional”.
Pasar de la lamentación a la acción liberadora
A los creyentes y personas de buena voluntad invitan “a ejercer una doble conversión”: la de “asumir con autenticidad el testimonio personal, con lucidez y compromiso humanizante”, y asumir también “el protagonismo consciente de ciudadanía responsable”. A la vez que invitan a no dejarse robar la esperanza, aseguran que es “fundamental”, pasar “de la lamentación a la acción liberadora”.
“Tenemos que levantarnos”
Por último, renuevan su compromiso de continuar con los esfuerzos sostenidos en el área de la educación, alimentación, salud y acompañamiento a las comunidades afectadas por fenómenos naturales y confirman su empeño de contribuir a la construcción de una verdadera cultura de justicia, de paz, de tolerancia y diálogo. Todo esto “en la misma línea de los persistentes esfuerzos del Papa Francisco”, con quien se solidarizan en su búsqueda por lograr la paz en Ucrania, Sudán del Sur, el Congo, Medio Oriente y en tantos otros escenarios de conflicto en el mundo. Y antes de encomendar a los venezolanos a la protección maternal de Nuestra Señora de Coromoto, se unen al clamor del pueblo y junto al Papa Francisco, elevan sus voces para exigir que no haya "ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez" (Papa Francisco, II Encuentro Mundial con los Movimientos Populares, Bolivia, 2015).
“Tenemos que levantarnos, confiados en la ayuda de Dios, y con valentía arriesgarnos unidos a construir un mejor país”, concluyen.
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