Vaticano: Debates sobre el fenómeno de la trata de personas

Vaticano: Debates sobre el fenómeno de la trata de personas

La trata de personas y las modernas formas de esclavitud a nivel global son realidades verdaderamente preocupantes. Francisco lo sabe y por eso el Vaticano ha tomado cartas en el asunto con el vigor propio de los temas que le preocupan al Papa. 

Hace pocos días le recordó al grupo Santa Marta –organización de religiosos y laicos por la erradicación de la esclavitud- su discurso ante las Naciones Unidas en Nueva York del pasado 25 de septiembre, cuando alertó del fenómeno de la exclusión social y económica “con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado”.

Más de 70 participantes de 25 países de los cinco continentes comparten experiencias de vulnerabilidad y estigmatización en primera persona junto a expertos en la materia, especialmente convocados para este simposio que auspicia la Pontificia Academia de Ciencias -dirigida por el arzobispo argentino Marcelo Sanchez Sorondo- en la Casina Pío IV del Vaticano.

Las principales víctimas de este “delito de lesa humanidad” son los jóvenes, quienes no encuentran un presente que los comprometa a trabajar y estudiar con miras al futuro: “a veces, por un futuro mejor, saltan a una trampa” dice la hermana Eugenia Bonetti, quien en los  últimos 50 años ha pasado la mitad combatiendo la trata en África y la otra mitad en Italia, coordinando 250 religiosas de 80 congregaciones diferentes que trabajan en un centenar de refugios repartidos por todo el país. “Para evitar el tráfico hay que llevar adelante tareas de prevención y para eso hay que apostar por la educación y la información” nos dice con ojos esperanzadores y suaves gestos a los jóvenes que participan del simposio.

Los debates –que continuarán durante este fin de semana primaveral que se vive en Roma- son un signo del espíritu que se vive en la Iglesia de los tiempos de Francisco; una Iglesia que enfrenta los grandes temas que le preocupen a la sociedad apostando a las nuevas generaciones como motor del cambio que el mundo reclama.   

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