Sobre la “guerra entre Sunnitas y shiítas”

Sobre la “guerra entre Sunnitas y shiítas”

Hace tiempo ya encontramos reseñas sobre las escuelas del Islam. No es tema menor, pues se suelen explicar los conflictos en el mundo árabe-islámico desde tal perspectiva. Lejos está la realidad de reducirse a tales argumentos. 

Algunos se suman por ignorancia, pero otros, fogonean la “guerra religiosa” para así dar cobertura mediática a los verdaderos intereses que están en juego. Ya decíamos que con Obama, pasábamos de un “choque de civilizaciones” a “civilizaciones de choque”. Reiteramos:

La civilización occidental sigue siendo la “única” civilización, por supuesto, con el resto del mundo en diversas etapas del desarrollo de la civilización moderna, en un proceso de evolución natural.  Se tenía que cambiar el orden de las palabras, surgían las “Civilizaciones de Choque”, con el mundo islámico a la cabeza: obviamente, los musulmanes siguen siendo los agresores, quienes tienen la necesidad cultural de resolver sus problemas por la violencia, y no por vía diplomática, o civilizada.  Es el asesinato de Bin Laden, la “muerte” del terrorismo internacional, el que permite a los demócratas cerrar filas con la línea fundamentalista islámica, desviar el proceso revolucionario de la Primavera Árabe, tratar de detener el avance del “Eje de la Resistencia”, con Irán dirigiendo el proceso, e impedir el “Despertar Islámico”.

 Las “Civilizaciones de Choque” fomentan todo tipo de fragmentación social, étnica, religiosa, siempre que ayude a partir el estado-nación, incluso en varios estados más chicos, y por lo tanto más vulnerables a las economías especulativas.” 

Las descripciones de los “analistas internacionales” que sólo ven “una batalla religiosa milenaria entre musulmanes” dejan bastante que desear. Es llamativo que pocas veces se consulte a musulmanes para explicar las diferencias que se dan en el ámbito de lo histórico, de la jurisprudencia, y por supuesto de pensamiento.

En lo histórico, no hay duda. La discusión sobre quién debía ser el sucesor del profeta Muhammad (conocido como Mahoma) inicia el camino. Para la “shia’”, debía ser Alí, primo y yerno del Profeta el sucesor (de hecho, la palabra shia’ significa “seguidor de”, es decir, seguidor de Alí). Incluso defenderán su postura con serias fuentes adjudicando que el mismísimo Profeta determinó tal situación. Desde el Sunnismo, o bien se rechaza de plano, o en el mejor de los casos se considera que el Profeta tan solo dio una “recomendación”.

Es falaz suponer que la “umma” o comunidad islámica eligió a su sucesor. El rechazo hacia Alí salió de un pequeño grupo de compañeros que, entre ellos mismos, optaron por Abu Bakr. Vale tal aclaración, pues muchos suponen al “islam sunní” como la ortodoxia islámica por el simple hecho de ser mayoría.

Siendo Abu Bakr califa, el shiísmo como corriente política-espiritual opositora moderada se mantuvo, siempre priorizando el manteniendo la unidad islámica. Cuando Alí es elegido cuarto califa, luego de Omar y Uzman, el gobernador de Siria, Mu’awia, se levanta en armas y declara la guerra al “califa rectamente guiado”, según fuentes sunníes.

Siendo Alí traicionado y martirizado, Mu’awia es elegido califa tras un pacto con el hijo mayor de Alí, Hasan. A la muerte de Mu´awia, llega al poder su hijo, Iazid, quien martirizará al segundo hijo de Alí, Huseín, quien rechazó junto con toda su familia a Iazid como califa. Este trágico suceso, recordado por los shiíes de todo mundo, e ignorado u olvidado por muchos sunníes, es trascendental en la historia del Islam. Se produce así el nacimiento de la dinastía Omeya, repudiada por ambas escuelas del islam, tanto sunníes como shiíes. La “masacre de Karbalá”, por el lugar donde decapitaron al nieto del Profeta Husein, sumado al rechazo hacia Alí para el califato, serán las dos demandas históricas fundamentales del shiísmo hacia la “umma” o comunidad islámica.

Desde lo doctrinal, siendo ambas escuelas islámicas (a pesar de lo que digan los fundamentalistas hacia la shia’), podemos destacar serias coincidencias: ambas escuelas afirman el Tauhid (la afirmación de Unidad Divina), creen en la Profecía (Dios envió profetas para guiar a la humanidad), y en el Día del Juicio (donde Dios juzgará a los hombres).

Particularmente, el Shiísmo hará hincapié en la Justicia Divina como principio de su escuela. Y también, considera fundamental el rol de los “Imames”, custodios del mensaje revelado, encargados de su exegesis y hermenéutica, y responsables de los asuntos políticos y religiosos de la comunidad. Hay doce imames, siendo el primero Alí, y el último Al Mahdi, quien se encuentra vivo pero oculto, y quien reaparecerá al final de los tiempos. La posición sunní suele rechazar tales argumentos, con excepción de algunos muy vinculados a la mística islámica, conocida como Sufismo.

Ambas escuelas tienen el mismo Corán, y consideran a la Sunna (enseñanzas del Profeta Muhammad) como su segunda fuente. Aquí caben dos aclaraciones. La primera, considerar a los “sunnitas” como seguidores de la “Sunna” es, objetivamente, tendencioso y erróneo. Todos los musulmanes seguimos el ejemplo y las enseñanzas del Profeta Muhammad. La “Sunna” no es propiedad exclusiva del “sunnismo”. Por supuesto, y aquí cabe la segunda aclaración, lo que sí se discutirá es quienes son los verdaderos seguidores de la “autentica Sunna”, pues sunníes y shiíes debatiremos sobre la segunda fuente del Islam. De hecho, cada escuela tiene sus libros donde se han recopilado las enseñanzas de Muhammad, como así también de compañeros (sahabas, muy destacados dentro del Sunnismo), y de la Familia (Ahlul Bait, central en las enseñanzas del Shiísmo). Si bien hay gran cantidad de coincidencias, también surgirán diferencias no menores, pero sin duda secundarias.   

Ahora pasaremos a la acción. Los musulmanes, cualquiera sea nuestra escuela, rezamos nuestras cinco oraciones, ayunamos en el mes de Ramadán, entregamos el zakat (gravamen religioso), y peregrinamos a la Kaa´ba. Podemos afirmar que en el ámbito de la adoración las diferencias apenas se notan. Sin embargo, ya que sabemos de sectores que magnifican lo secundario para separar, aprovechamos la ocasión para señalar algunas distinciones. Existen normas jurídicas con diferencias. Es penoso que muchos hagan de tan poca cosa semejantes discursos, y pasen sus vidas considerando a otros hermanos como “no musulmanes”. Algunos quieren que nos perdamos en los detalles, para ocultar nuestras importantes coincidencias. Tenemos que estar atentos, y alejar a las tendencias fundamentalistas de nuestro corazón.

Por ejemplo, en el Udu’, la ablución, algunos se frotan los pies en vez de lavarlos. También, se prosternan utilizando una piedrita de tierra, conocida como turba. Además, suelen juntar dos oraciones (mediodía y tarde; ocaso y noche), no realizan rezos meritorios en comunidad, ni colocan su mano derecha sobre la izquierda en su oración… ¡Qué tristeza es encontrar a musulmanes en acaloradas discusiones por tan pequeñas  diferencias!  

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