Son una veintena de curas diocesanos y muchos ya trabajan en los distintos barrios. Ayer se reunieron con el padre José María "Pepe" Di Paola.
Una veintena de sacerdotes rosarinos viene empujando la idea de conformar en la ciudad una pastoral villera. Un proyecto que busca lograr un trabajo más orgánico de los curas que están en el territorio, tener una mayor presencia en los barrios y “caminar con la gente”, según dijo ayer Claudio Castricone, uno de los impulsores del proyecto. Para eso, este grupo de diocesanos y el propio arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, que reapareció ayer tras su intervención quirúrgica de la semana pasada (ver aparte), se reunieron con el padre José María “Pepe” Di Paola, quien transmitió la experiencia del grupo de curas villeros de Buenos Aires. “El objetivo es escuchar las dificultades y los logros de la tarea que ya hicieron, para echar un poco de luz sobre esto que estamos encarando”, planteó el propio Martín.
Di Paola pasó más de una década en la Villa 21-24 de Barrancas, en Capital Federal, y era coordinador del grupo de curas villeros de Buenos Aires cuando tras ser amenazado fue trasladado por casi dos años a Santiago del Estero. Todos lo conocen como padre Pepe, y ayer pasó por Rosario para compartir tanto su experiencia anterior en el barrio de la Capital como la tarea que desarrolla ahora en villa La Cárcova, en el Gran Buenos Aires.
“La idea es conformar la pastoral villera, es decir trabajar en forma más integral y orgánica tanto en la evangelización como en la asistencia en los sectores más vulnerables”, planteó el padre Fabián Belay, responsable de la pastoral de drogadependencia de Rosario y titular de la Asociación Hogar Padre Misericordioso, que asiste a chicos y jóvenes con adicciones.
Belay indicó que en Rosario se está trabajando en barrios como Ludueña, Las Flores y Tablada, y señaló que ayer se intentó “escuchar la experiencia de Buenos Aires, saber cómo se llevó adelante la inserción en los barrios y conocer en detalle los dispositivos con los que se trabajó en forma integral”.
El aval de Francisco. “Todos están interesados, eso es lo importante”, dijo Castricone, señalando al grupo de sacerdotes que participó del encuentro en la parroquia Nuestra Señora del Pilar.
El fue quien le acercó la propuesta al arzobispo de Rosario y la máxima autoridad de la Iglesia en Rosario “se enganchó”.
En junio pasado, Martín se reunió en el Vaticano con el Papa Francisco, y también le contó sobre el proyecto.
“Fue una de las cosas que hablé con el Papa, de la necesidad de una mayor presencia y me alentó, teniendo en cuenta que él mismo acompañó a la pastoral villera de Buenos Aires”, comentó el arzobispo.
Mientras Martín indicó que “se está trabajando en el proyecto”, los sacerdotes adelantaron que la idea es instalarse en una primera instancia en la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en la zona de villa Manuelita, en el distrito sur. “Hay que ir, caminar y ver cuáles son las necesidades de la gente, caminar con la gente, ver qué va surgiendo porque no se puede ir con ninguna receta”, planteó Castricone y admitió que en lo personal “se trata de un gran desafío”.
De la reunión también participó Jorge López, que lleva cinco años instalado en barrio Ludueña y ahora sucede el trabajo que durante décadas llevó adelante el padre Edgardo Montaldo.
“A largo plazo el objetivo es lograr crear espacios de contención para los chicos y adolescentes”, planteó Castricone y aseguró que “la pobreza y la droga es lo que pasa en los barrios, y en ese marco hay que caminar con la gente, ese es el camino que hay que hacer, sin recetas y andando”.
El arzobispo retoma sus actividades lentamente
El arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, reapareció ayer tras la intervención quirúrgica a la que fue sometido la semana pasada por un cuadro coronario agudo. “Estoy muy bien”, dijo el arzobispo, que sorprendió con su aparición en público a la veintena de sacerdotes que participaron del encuentro en la Parroquia Nuestra Señora del Pilar (Colón al 1800) con el padre José María Di Paola, y hasta su llegada no estaban seguros de la presencia del arzobispo.
Martín, de 61 años, tuvo que ser operado la semana pasada en el Instituto Cardiovascular de Rosario (ICR) luego de manifestar fuertes dolores en el pecho.
Allí, con carácter de urgencia, se le practicó un cateterismo cardíaco que evidenció una obstrucción en una arteria coronaria y que obligó a la realización de una angioplastía, con la colocación de un stent.
En las últimas horas los médicos habían asegurado que tras la “exitosa” intervención, Martín evolucionaba favorablemente.
Lo cierto es que de a poco el arzobispo comenzó a retomar su agenda y ayer participó del encuentro con sacerdotes y el padre Di Paola, que se extendió durante casi dos horas en la parroquia de Colón al 1800.
“Estoy bien, recuperándome y retomando actividades de a poco”, comentó el arzobispo a todos los sacerdotes que se acercaban a saludarlo y que en ningún caso dejaron de preguntarle por su estado de salud y su pronta recuperación.
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