¿Pueden los obispos prohibir la misa «ad orientem»?

¿Pueden los obispos prohibir la misa «ad orientem»?

¿Qué es eso de «ad orientem»? ¿El Vaticano II lo cambió? ¿Dice la Iglesia que la postura «versus populum» es preferible a la «ad orientem»?

 

Las diócesis estadounidenses han asistido en las últimas semanas a la introducción de nuevas políticas litúrgicas en respuesta al motu proprio Traditiones custodes del Papa Francisco.

Pero mientras las nuevas normas del Papa son de aplicación a la Forma Extraordinaria del Rito Romano, algunas diócesis también han anunciado nuevas políticas relativas a la Forma Ordinaria, y especialmente a la posición litúrgica ad orientem.

La diócesis de Venice, Florida, anunció el martes de esta semana que los sacerdotes deben obtener el permiso del obispo diocesano o del vicario general antes de decir la misa en la postura ad orientem. A finales del mes pasado, la archidiócesis de Chicago también anunció que los sacerdotes no podían decir la misa en la postura ad orientem sin permiso previo.

Otros obispos han hecho lo mismo durante los últimos años: el arzobispo Paul Etienne de Settle anunció la prohibición de la postura ad orientem en 2020, al igual que el obispo de Boise, Idaho.

Aunque estas decisiones habrán pasado desapercibidas para muchos católicos, los sacerdotes y los laicos interesados en la praxis litúrgica han tomado nota, y el debate sobre el tema ha surgido en seminarios, sacristías y en las redes sociales.

Así que para ayudar a orientarnos en esta cuestión proponemos una serie de aclaraciones:

¿Qué es eso de «ad orientem»?

Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los cristianos han tenido la costumbre de mirar hacia el este durante la oración litúrgica debido a la anticipación cristiana de que el Señor volverá desde el este y, según algunos estudiosos, porque a menudo era costumbre judía rezar mirando hacia el este, en previsión de la llegada del Mesías.

Aunque las prácticas litúrgicas en la Iglesia primitiva variaban considerablemente, está claro que los cristianos laicos y los sacerdotes solían mirar hacia el este durante la liturgia eucarística de la Iglesia primitiva. Había veces en que, debido a la disposición de una iglesia, su ábside podía considerarse como una especie de oriente simbólico, aunque en realidad estuviera orientado en otra dirección, e incluso veces en que toda una congregación podía estar de espaldas al sacerdote y al altar, con el sacerdote detrás de ellos ofreciendo la Misa, para que todos estuvieran orientados hacia el este.

A medida que se desarrollaron las rúbricas de la Misa en la Iglesia católica latina, se hizo común que el sacerdote y el pueblo juntos miraran hacia el este, o simbólicamente hacia el este, mirando el altar de la iglesia y el tabernáculo durante las oraciones de la Misa, con el sacerdote al frente a la congregación.

Obviamente, hubo excepciones, pero esta postura -la postura ad orientem- se convirtió en la posición normativa en la que se ofrecían las oraciones de la misa en la inmensa mayoría de las iglesias del mundo.

¿Y luego el Vaticano II lo cambió?

No. O, bueno, sí. O no. Depende de lo que se quiera decir exactamente.

El documento del Concilio Vaticano II sobre la liturgia, Sacrosanctum concilium, no dice una sola palabra sobre las posturas litúrgicas. Así que en un sentido técnico, legal y formal, no, el Vaticano II no lo cambió.

En un sentido histórico, sin embargo, se podría decir lo contrario. Después de todo, la misa celebrada versus populum -con el sacerdote de cara al pueblo- no era especialmente común antes del Vaticano II. Y apenas unos años después de la conclusión del concilio, la postura versus populum era la forma ordinaria en que se ofrecía la misa en la mayor parte del mundo. Así que, en un sentido cronológico, el Vaticano II marca un punto de inflexión esencial en la cuestión.

Pero el cambio no se produjo de la noche a la mañana.

De hecho, varias décadas antes del Concilio Vaticano II, algunos teólogos litúrgicos habían empezado a pedir que la misa se celebrara versus populum, en la creencia de que eso podría fomentar una participación más activa de los laicos en la misa.

En los años que precedieron al Vaticano II existía la preocupación -considerada normalmente como una preocupación legítima- de que, debido a los abusos o a la laxitud litúrgica, junto con una catequesis deficiente, muchos laicos que asistían a la Misa estaban relativamente desvinculados del sacrificio ofrecido en el altar.

Algunos teólogos creían que si el sacerdote se ponía de cara al pueblo podría fomentar una mayor participación en la misa. Teólogos e historiadores debatieron el alcance de los precedentes históricos de esta práctica y si las rúbricas vigentes antes del concilio permitían su uso.

En un artículo de 1959, dos años antes de que comenzara el Concilio Vaticano II, un profesor de derecho canónico de la Universidad Católica de América escribió que la Santa Sede ya estaba fomentando un «resurgimiento» de la postura versus populum, aunque sus pruebas han sido criticadas por ser poco sólidas.

A pesar del trabajo previo al Vaticano II, la Sacrosanctum concilum no mencionó el debate sobre las posturas litúrgicas.

Pero una instrucción del Vaticano de 1964 sobre la aplicación de la Sacrosanctum concilium sí decía directamente que se permitía celebrar la misa versus populum.

Después de la publicación de ese documento, la práctica se puso en marcha muy rápidamente: en los talleres locales y en las directrices para la aplicación del concilio, a menudo se presentaba como una parte esencial de la puesta en práctica del ethos, o «espíritu» del Concilio en la liturgia.

El ad orientem no desapareció del todo, pero pasó casi desapercibido durante varias décadas, hasta que, en los años 90, algunos teólogos y sacerdotes empezaron a sugerir su uso más habitual.

Con el tiempo, algunos obispos llegaron a apoyar esa postura y, en algunas diócesis de Estados Unidos los obispos durante los últimos años han empezado a utilizar regularmente la postura ad orientem. Uno de ellos incluso escribió una carta pastoral al respecto.

Desde entonces, la práctica ha disfrutado de un renacimiento silencioso dentro de la Forma Ordinaria de la Misa, con el apoyo periódico de altos cargos del Vaticano, incluido el cardenal Robert Sarah, ex prefecto de la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos del Vaticano.

¿Dice la Iglesia que la postura «versus populum» es preferible a la «ad orientem»?

La «Instrucción General del Misal Romano» guía la celebración de la Misa en la Iglesia Católica Latina.

La traducción oficial al inglés de ese texto, en una discusión sobre la colocación del altar dentro de una Iglesia, dice en el #299 que «el altar debe ser construido apartado de la pared, de tal manera que sea posible caminar alrededor de él fácilmente y que la Misa pueda ser celebrada en él de cara al pueblo, lo cual es deseable siempre que sea posible».

A la luz de esa disposición, el obispo Arthur Seratelli, que entonces era presidente del comité de liturgia de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, escribió en 2016 a los obispos estadounidenses que, aunque la Instrucción General del Misal Romano «sí muestra una preferencia por que el celebrante esté de cara al pueblo ‘siempre que sea posible’ en la colocación y orientación del altar», la Iglesia «no prohíbe la celebración de la Eucaristía en la Forma Ordinaria ad orientem.»

Pero algunos liturgistas discuten la noción de que la Instrucción General del Misal Romano realmente muestra una preferencia por la posición versus populum.

Desafiando la traducción oficial y su interpretación, algunos liturgistas y clasicistas han argumentado que una traducción del texto en latín más fiel diría así: «Siempre que sea posible, el altar debe construirse separado de la pared, dejando espacio suficiente para que el sacerdote camine alrededor de él y haciendo posible la celebración de cara al pueblo».

Esta traducción, argumentan, se ajustaría mejor a la instrucción del Vaticano de 1964, que permitía la postura versus populum pero no la priorizaba sobre la postura ad orientem.

De hecho, muchos liturgistas sostienen que las instrucciones contenidas en el Misal -es decir, las instrucciones para que los sacerdotes miren al pueblo en ciertos momentos- presuponen que el sacerdote utiliza normalmente la postura ad orientem cuando ofrece la Misa.

El magisterio de la Iglesia no ha respondido directamente a estas cuestiones: la traducción oficial no ha sido modificada, ni la afirmación del obispo Seratelli ha sido rectificada por la Conferencia Episcopal.

Sin embargo, en septiembre de 2000, la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos del Vaticano aclaró que la Instrucción General del Misal Romano número 299 no «constituye una norma» que prohíba la postura ad orientem.

Aunque la congregación dijo que ofrecer la misa versus populum «es legítimo y a menudo aconsejable», confirmó que la postura ad orientem no está prohibida a los sacerdotes. El Vaticano añadió que «parece que la tradición antigua, aunque no sin excepción, era que el celebrante y la comunidad orante se volvieran versus [es decir, ad] orientem, la dirección de la que viene la luz que es Cristo».

Entonces, ¿puede un obispo prohibir la postura «ad orientem»?

Bueno, eso depende de a quién se le pregunte. Y de cuándo.

En su carta de 2016, el obispo Seratelli escribió que la decisión de un sacerdote sobre el uso de la postura ad orientem «debe hacerse siempre con la supervisión y orientación del obispo local.»

No está claro el significado exacto de la frase de Seratelli: si el obispo estaba afirmando que un sacerdote necesita el permiso de su obispo para usar la postura ad orientem, o sólo que debe buscar la orientación y supervisión de su obispo.

Pero en abril de 2000, cuando un obispo estadounidense restringió el uso de la postura ad orientem en su diócesis, la Congregación para el Culto Divino aclaró por carta que la Misa podía celebrarse tanto en la posición versus populum como en la ad orientem, afirmando que «ambas posiciones están de acuerdo con la ley litúrgica; ambas deben considerarse correctas».

«Como ambas posiciones gozan del favor de la norma, no se puede invocar la legislación para decir que una posición u otra concuerda más con el espíritu de la Iglesia», añadió la congregación.

Yendo al grano, la congregación aclaró que un obispo diocesano «no puede excluir u ordenar el uso de una opción legítima», pero es «competente para proporcionar orientación a los sacerdotes en su elección de las diversas opciones del Rito Romano».

Aunque generalmente se ha entendido que esa carta confiere a los sacerdotes el derecho a elegir una postura litúrgica, no era una interpretación definitiva del derecho canónico, y podría, en teoría, cambiarse según el criterio de la Congregación para el Culto Divino o del Papa Francisco.

La única manera de saber con certeza si el Vaticano permitiría a un obispo prohibir la postura ad orientem es que la congregación de liturgia escuche una apelación de un sacerdote que cree que las políticas de su obispo son injustas. Y, a medida que el tema se calienta en las diócesis de los Estados Unidos, tal apelación parece una eventualidad que pronto podría aclarar la situación de los sacerdotes que desean mirar y rezar ad orientem.

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