Los políticos islámicos mandan a sus hijas a escuelas de monjas

Los políticos islámicos mandan a sus hijas a escuelas de monjas

Es a causa de la buena formación educativa de las instituciones regenteadas por la religiosas del Rosario, la única congregación que nació en Tierra Santa. El Papa canonizará a su fundadora, la monja palestina Marie Alphonsine Danil Ghattas.

Su nombre árabe es “Rahbat al Wardiya” (las monjas del Rosario), pero la gente las conoce como “Wardiye” en las tierras en las que llevan a cabo su misión: Jordania, Líbano, Siria, Egipto, los Emirates Árabes y Kuwait, ademá de Palestina e Israel.

El próximo domingo 17 de mayo, en el Vaticano, la fundador a de las “Wardiye”, la palestina sor Marie Alphonsine Danil Ghattas, será proclamada santa junto a la monja carmelita Mariam Bawardi, fundadora del Carmelo de Belén.

Maryam Sultanah Danil Ghattas (que después de la profesión religiosa en las monjas de San José de la Aparición se habría convertido en Marie Alphonsine) nació en Jerusalén en 1943 y decidió consagrarse a Dios a los 14 años. La Virgen, que se le apareció en dos ocasiones, le inspiró la fundación de la primera Congregación femenina de la Tierra Santa, las monjas del Rosario, única Congregación autóctona de la Tierra Santa. Su misión era la de «vencer el analfabetismo y elevar las condiciones de la mujer de aquella época en la tierra en la que Jesús mismo exaltó su dignidad» (Benedicto XVI). El punto central de su espiritualidad fue su intensa devoción por la Virgen María. Murió en Ain Karem el 25 de marzo de 1927.

La Congregación, que nació en 1880, ahora cuenta con 250 religiosas y está comprometida en el frente educativo (mediante escuelas y universidades) y en actividades de asistencia sanitaria y caritativa, con hospitales, casas para huérfanos, casas para ancianos, sin importar su religión.

«La importancia de ser una Congregación árabe que opera en el mundo árabe consiste en el hecho de que nosotras las monjas hablamos la misma lengua que la gente y compartimos la mentalidad, las costumrbes y las tradiciones», explicó, en un reportaje de Chiara Zappa en el último número de “Mondo e Missione”, la superiora general de la Congregación, la madre Inés Al-Yacoub, que vivve en el monasterio de Beit Hanina, en Jerusalén este. Y también explicó que las élites musulmanas envían a sus hijos a una escuela de religiosas. «Los padres confían en nosotras y nos estiman, porque ven que somos profesionales, competentes y transparentes», indicó la monja libanesa que vive desde hace 49 años en el Golfo Pérsico y que trabaja en la escuela Fajer al-Sabah de Kuwait City, fundada en 1961 en el barrio de Jabriya. En la actualidad la escuela tiene más de 4 mil estudiantes, desde la guardería hasta el bachillerato.

«Si uno viaja al Medio Oriente, es fácil encontrarse con su presencia, sobre todo en los lugares que son una referencia de la Iglesia latina, pero no solo allí –escibe “Mondo e Missione”. Desde Salr, en Jordania (en donde en 1887 la madre Marie Alphonsine fundó con otras tres hermanas la primera misión en Transjordania), hasta Birzet, en Cisjordania (en donde desde 1885 llenaban las aulas de catecismo en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y el patio de la escuela). Y siempre ha habido una constante: un estilo de presencia discreta, esencial y cotidiana, completamente integrada en el contexto local».

Y en algunos ámbitos, la presencia de las “Wardiye” es, literalmente, de trinchera. En Gaza, la escuela de las monjas (desde la guardería hasta la secundaria) surge en el barrio moderno de Tel Al-Hawa, a menudo bombardeado. Además de su compromiso educativo y caritativo cotidiano, la obra de las monjas incluye la acción en primera línea para ayudar a afrontar los traumas provocados por los conflictos, sobre todo entre los más pequeños, y para dar una mano en las emergencias materiales que viven las familias.

En Aboud, localidad palestina que se encuentra a 22 km. De Ramallah, la Congregación del Rosario es una institución desde hace más de un siglo. Hoy, se ocupan de la casa sor Nadia y sor Eva (que es jordana), visitan a las familias cristianas, a las ancianas que viven solas y en los últimos años han visto crecer las posibilidades para colaborar con los musulmanes, cuyo número está aumentando. En la escuela, los alumnos de religión islámica son 150; los cristianos son 70. Esta es la norma en las escuelas de las “Wardiye” en todo el Medio Oriente, subraya “Mondo e Missione”, y representa un desafío educativo crucial, sobre todo en esta región del planeta amenazada por el extremismo.

«Nuestra misión es muy importante para educar a los jóvenes a aceptar a los demás y a convivir positivamente», indicó a la revista del Pime la madre Inés Al-Yacoub. «Nosotras enseñamos el respeto de la fe ajena, el derecho de todos a vivir con dignidad. Hoy, en nuestras escuelas hay muchas alumnas musulmanas: para nosotras es una ocasión preciosa para educarlas a una mentalidad moderna y abierta. En un clima envenenado por el extremismo, uno de los desafíos más difíciles es el de formar a los jóvenes al perdón evangélico».

Es decir, una obra educativa preciosa, y apreciada por las instituciones estatales de los países en los que las monjas están comprometidas. Tanto que en sus escuelas han sido formados los hijos de muchas familias de la élite política. En Jordania, las hijas del rey anterior, Hussein, fueron alumnas de las monjas del Rosario y actualmente en Kuwait y en los Emirates Árabes entre las estudiantes están las hijas de algunos políticos de relieve. «La razón siempre ha sido la misma –explican las religiosas–: la buena educación impartida principalmente a nivel humano, puesto que nosotras formamos a los chicos en la disciplina y en los valores éticos; y también se debe, naturalmente, al elevado nivel de la instrucción».

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