Acercamos algunas frases de san Josemaría para reflexionar sobre las palabras que el papa Francisco invita a usar a las familias
El Papa Francisco enseña que estas palabras resultan más fáciles de decir que de poner en práctica, pero son absolutamente necesarias para afrontar los problemas que surgen durante la convivencia diaria en un matrimonio y en la vida familiar. A continuación, acercamos algunas frases de san Josemaría que nos permiten reflexionar sobre las palabras del Santo Padre.
"El amor debe ser recuperado en cada nueva jornada, y el amor se gana con sacrificio, con sonrisas y con picardía también", dice San Josemaría y recomienda a los conyugues tratar de conquistarse cada día para que el matrimonio conserve la ilusión de los comienzos.
Permiso
“La palabra "Permiso” nos recuerda que debemos ser delicados, respetuosos y pacientes con los demás, incluso con los que nos une una fuerte intimidad. Como Jesús, nuestra actitud debe ser la de quien está a la puerta y llama”, Papa Francisco.
Cada hogar cristiano debería ser un remanso de serenidad, en el que, por encima de las pequeñas contradicciones diarias, se percibiera un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda, fruto de una fe real y vivida (Es Cristo que pasa, 22).
La caridad lo llenará así todo, y llevará a compartir las alegrías y los posibles sinsabores; a saber sonreír, olvidándose de las propias preocupaciones para atender a los demás; a escuchar al otro cónyuge o a los hijos, mostrándoles que de verdad se les quiere y comprende; a pasar por alto menudos roces sin importancia que el egoísmo podría convertir en montañas; a poner un gran amor en los pequeños servicios de que está compuesta la convivencia diaria (Es Cristo que pasa, 23).
El secreto de la felicidad conyugal está en lo cotidiano, no en ensueños. Está en encontrar la alegría escondida que da la llegada al hogar; en el trato cariñoso con los hijos; en el trabajo de todos los días, en el que colabora la familia entera; en el buen humor ante las dificultades, que hay que afrontar con deportividad; en el aprovechamiento también de todos los adelantes que nos proporciona la civilización, para hacer la casa agradable, la vida más sencilla, la formación más eficaz (Conversaciones, 91).
Gracias
“Dar las "Gracias”, segunda palabra. La dignidad de las personas y la justicia social pasan por una educación a la gratitud. Una virtud, que para el creyente, nace del corazón mismo de su fe Papa Francisco
¡Si el amor humano es un regalo que os da Dios! ¿No le agradecéis ese amor?, ¡agradecedlo!, el cariño de vuestros maridos, agradecedlo. Y ellos agradecen vuestra delicadeza y vuestra correspondencia (Argentina, 21 de junio de 1974).
Para que en el matrimonio se conserve la ilusión de los comienzos, la mujer debe tratar de conquistar a su marido cada día; y lo mismo habría que decir al marido con respecto a su mujer. El amor debe ser recuperado en cada nueva jornada, y el amor se gana con sacrificio, con sonrisas y con picardía también (Conversaciones, 107).
Quiere mucho a tu mujer. Es la más guapa de todas. Te la ha destinado el Señor desde la eternidad (Argentina 21 de junio de 1974).
Perdón
"Perdón”, tercera palabra, es el mejor remedio para impedir que nuestra convivencia se agriete y llegue a romperse. Esposos, si algún día discuten y se pelean no terminen nunca el día sin reconciliarse, sin hacer la paz. Papa Francisco
Perdonar. ¡Perdonar con toda el alma y sin resquicio de rencor! Actitud siempre grande y fecunda. —Ese fue el gesto de Cristo al ser enclavado en la cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”, y de ahí vino tu salvación y la mía (Surco, 805).
Si alguno dice que no puede aguantar esto o aquello, que le resulta imposible callar, está exagerando para justificarse. Hay que pedir a Dios la fuerza para saber dominar el propio capricho; la gracia, para saber tener el dominio de sí mismo. Porque los peligros de un enfado están ahí: en que se pierda el control y las palabras se puedan llenar de amargura, y lleguen a ofender y, aunque tal vez no se deseaba, a herir y a hacer daño (Conversaciones, 108).
Seamos sinceros: la familia unida es lo normal. Hay roces, diferencias... Pero esto son cosas corrientes, que hasta cierto punto contribuyen incluso a dar su sal a nuestros días. Son insignificancias, que el tiempo supera siempre: luego queda sólo lo estable, que es el amor, un amor verdadero —hecho de sacrificio— y nunca fingido, que lleva a preocuparse unos de otros, a adivinar un pequeño problema y su solución más delicada (Conversaciones, 101).
Serenos porque siempre hay perdón, porque todo encuentra remedio, menos la muerte y, para los hijos de Dios, la muerte es vida. Serenos, aunque sólo fuese para poder actuar con inteligencia: quien conserva la calma está en condiciones de pensar, de estudiar los pros y los contras, de examinar juiciosamente los resultados de las acciones previstas. Y después, sosegadamente, interviene con decisión (Amigos de Dios, 79)
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