Una paz en pedacitos para detener la tercera guerra mundial en pedazos

Una paz en pedacitos para detener la tercera guerra mundial en pedazos

La decisión de Francisco, siguiendo la huella de sus predecesores. El significado del gesto de Asís.

ANDREA TORNIELLI - ENVIADO A ASÍS

Para detener la «tercera guerra mundial en pedazos» de la que habla con insistencia Papa Francisco, la única vía es una paz mundial en pedacitos. Vivida, testimoniada, buscada, invocada, creída por  hombres y mujeres, líderes religiosos y simples creyentes que no se rinden al «paganismo e la indiferencia». Que no quieren sucumbir a las ideologías de los fundamentalistas que viven dentro de todas las religiones, los que predican el enfrentamiento de civilizaciones y disfrazan con justificaciones religiosas sus «sucias» guerras, las violencias, los atentados terroristas posibles gracias a los traficantes de armas y a la complacencia de ciertos países, a menudo mejores aliados del Occidente.

El llamado del Papa, sus palabras fuertes contra la guerra y contra las burbujas de indiferencia que se han extendido por todas partes, resumieron los rasgos del rostro arrugado del patriarca del budismo, Tendai, envuelto en su túnica naranja, o las palabras conmovidas de un rabino que sobrevivió a los campos de exterminio nazis, o las palabras fuertes de los imanes y de los ulemas musulmanes, cuyos testimonios en defensa de los cristianos dejan claro cuán absurdo es considerar el islam como un único bloque fundamentalista. Resumieron las palabras fuertes y profundamente cristianas del Patriarca ecuménico Bartolomeo I, cuyo corazón parece latir cada vez más en sintonía con el del obispo de Roma.

Mientras el sol va ocultándose en la plaza de Asís, uno se da cuenta de que la cumbre interreligiosa por la paz no solo fue ningún «espectáculo». Y a pesar de que el mundo está cada vez más amenazado por guerras, odios y violencias, explotaciones y pobrezas, hay muchos hombres y mujeres, muchos creyentes que pertenecen a todas las religiones, que no se rinden. Son fragmentos, pedacitos. Piezas minúsculas de un rompecabezas que la humanidad anhela completar. Son el antídoto contra la Tercera Guerra Mundial en pedazos.

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